Crystal Fighters es una banda inglesa de pop electrónico que se sirve con honra de sonidos tradicionales y originarios del país vasco. Sin embargo, Light+ -su primer disco desde la pandemia publicado la semana pasada- fue creado desde un lugar completamente distinto. Según cuenta Sebastian Pringle -líder, vocalista y guitarrista de la banda- en conversación con Indie Hoy, “ninguno de nosotros era el mismo que antes de la cuarentena global”.
Si la banda había siempre utilizado instrumentos vascos en sus composiciones, esta vez fue Colombia la fuente de inspiración para sus nuevas canciones. La cumbia, la champeta y el bullerengue fueron los ritmos que absorbió Pringle durante el año de encierro viviendo en Bogotá. “Mantuvimos los estilos que adoptamos con el tiempo y que nos encantan, pero también tratamos de aproximarnos con frescura a otros sonidos”, resume el frontman.
Light+ también fue un disco espiritual para la banda. Divididos en tres continentes distintos, los integrantes de Crystal Fighters no dejaron de escribirse y extrañarse. Cada uno vivió procesos diferentes que los hicieron dar cuenta de la vorágine en la que venían inmersos. En el caso de Pringle, en Colombia conoció a una mujer que lo inspiró con su ejemplo de vida. La joven fue la influencia directa para que el compositor haga la canción “Carolina“, con la que transmite un mensaje de felicidad y liberación. “No es exactamente una canción de amor -aclara el cantautor-, trata acerca de construir una vida disfrutando de nosotros mismos. Es un recordatorio de que a veces podemos elegir cómo vivir nuestra vida”.
Por descendencia sanguínea, Crystal Fighters tiene la mitad de su corazón en la ciudad de Navarra, en el norte español. Su identidad se construyó desde esa línea cuando comenzaron a tocar en 2007, y se confirmó con la publicación de su primer álbum en 2010. Este debut, Star of Love, fue la carta de presentación de los anglohispanos ante el mundo.
Según la prensa de ese entonces, se trató de un disco que significó un acertado primer disparo para la banda. Las críticas en Gran Bretaña fueron excelentes y Crystal Fighters no tardó en comenzar a girar. Con múltiples presentaciones por Europa, el ritmo de fechas creció de manera acelerada y el frenesí no dio descanso a la banda que entre giras publicó su segundo álbum, Cave Rave.
El LP, como su nombre lo desliza, apostó a un sonido más electrónico que su predecesor, inclinado a provocar baile y liberación masiva. Pero también remarcó aún más la influencia de la tradición vasca, al punto tal que en el 2013, el lanzamiento oficial se hizo desde las cuevas Zugarramurdi en Navarra, como escenario exclusivo para un show de 300 personas. A partir de ese punto de inflexión, la banda afianzó aquellas dos influencias: los sintetizadores mezclados con la txalaparta, y el uso de samples con tamboril y bases de txistu. Los Crystal Fighters llevaron por toda Europa un mensaje de mixtura de modernidad y tradicionalismo, de esencia y de expansión.
Sin embargo, otra vez, el tiempo de los espectáculos fue tirano. La banda se sumergió en el trajín de las giras y fue la pandemia la que trajo luz a la conciencia de los integrantes. El tiempo para pensar y para sumergirse en los valores básicos y esenciales los ayudó en su proceso compositivo. “Queremos transmitir un mensaje de fuerza y felicidad, por eso el nombre Light+”, cuenta Pringle.
Quizás el tema que mejor condense este mensaje sea “Manifest”, una canción de sintetizadores níticos y un sonido ochentero, un tanto tensa pero enérgica, que estalla en un final liberador. Además, “Multiverse” y “End the Suffering” apuntan a la reflexión, y el pop se inmiscuye en el álbum en “Let Me Go”, décima y última canción del LP. Así, la banda condensó sus más de 15 años de historia en este lanzamiento. Light+ es la síntesis de la búsqueda por la felicidad más allá de las imposiciones, pero también de la revalorización de sonidos tradicionales y culturas autóctonas.
Escuchá a Crystal Fighters en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).