Antes de que su voz se volviera eco, Picasso sostuvo que “todo niño es un artista; el problema es que siga siéndolo cuando crezca”. Y esa frase (tan conocida como atinada) se aplica ciertamente a la banda uruguaya Les Enfants, quienes en su nuevo disco Miles De Nudos logran configurar su mejor versión de ellos mismos.
Miles De Nudos es su segundo trabajo discográfico (sin contar el temprano EP Mágica Corporación Para El Desarrollo Sensorial), y los sitúa varias ligas por delante de su debut Volver A Futuro (2012) – un álbum con muy buenas ideas pero sin la presencia de un nudo dramático que lo volviera realmente cohesivo.
Las ocho canciones ofrecidas ahora son el corolario de una ruptura sentimental que convirtió al líder de la banda Martín Vallejo en “un sacerdote sin cruz que olvidó el evangelio”, como se presenta a sí mismo en este disco donde el rito del amor se encarna en las figuras del mar y la tormenta.
Con un contraste mantenido entre melodías diáfanas y letras que se precipitan desde tumultos interiores, las composiciones de Miles De Nudos fueron grabadas en los estudios El Pie (Argentina) y Música caReta (Uruguay). La banda escogió a su compatriota Daniel Anselmi como productor, debido a la afinidad que percibían no solo en lo estético sino también en lo cognitivo – afinidad que en los hechos demostró ser tal que terminaron definiendo su aporte como el que hubiera realizado un miembro más de la banda.
Bajo la tutela de Anselmi, el grupo levó anclas y abandonó aquellas aguas que su música siempre había surcado para proceder por nuevas latitudes, pero manteniendo siempre su faro originario en el horizonte.
Así, en Miles de Nudos la banda sabe mantener la policromía musical de sus referentes (Soda Stereo y Virus) en canciones como “Fuga” y “Desperté”, y a su vez concretar su repertorio con otras donde no aflora un diálogo entre guitarras y sintetizadores sino que se entabla un discurso más orgánico. Tal es el caso de “Quiero”, un fino exponente de la etapa actual del grupo con un sonido más natural y claramente más refrescante – no en vano fue el segundo corte de difusión del disco, ni bien comenzaba el verano.
La ilusión de ver el mundo con los ojos de la inocencia y de retener la capacidad de maravillarse es lo que caracteriza a Les Enfants. Este álbum no hace más que ratificar esa postura; deja de manifiesto que la banda sabe perfectamente que “lleva tiempo llegar a ser joven” (para remitirnos de nuevo a Picasso), pero por más larga que sea la travesía y por más profundo que pueda ser el mar, esa espera primitiva de un cambio mágico se mantendrá siempre igual de latente.