Malhablado marca un nuevo capítulo en la discografía de Diamante Eléctrico. En su octavo disco, la banda colombiana demuestra una vez más su capacidad para reinventarse y fusionar elementos del rock clásico con texturas electrónicas y ritmos latinos. Estas once canciones, introspectivas y llenas de nostalgia, pintan un retrato íntimo de la ciudad de Bogotá e invitan al goce de una fiesta interminable.
Sentado en un café por la mañana, el guitarrista Daniel Álvarez se muestra lleno de alegría por el nuevo disco del grupo y señala que tanto la carrera musical de Diamante Eléctrico como las vidas personales de sus integrantes tomaron un rumbo emocionante. Para Álvarez, la trayectoria de la banda es una carrera por la vida y el tiempo, centrada en compartir su música con el mundo. “Yo ahora tengo dos mellizas de ocho meses y eso resignificó todo un poquito, porque ahora me imagino haciendo arte para que ellas lo descubran”, explica en conversación con Indie Hoy.
“Siento que el disco se trata mucho de eso -continúa-. Claro, hay industria, hay repercusión, hay números, hay una cantidad de cosas, pero al final del día, siento que estamos haciendo arte de calidad para ser descubierto hoy, pasado y mañana. Yo soy muy inquieto intelectualmente, y me siento a descubrir autores que no conocía, o discos que nunca había oído. Es eso, es tirarle arte al río para que se lo coma hoy, en tres años o más tarde. Me parece que es muy romántico, pero es fascinante y por eso lo hacemos”.
Malhablado es un álbum que respira y absorbe. Se alimenta de todo lo que lo rodea, bebiendo de la vida cotidiana, de los sonidos inesperados y de las emociones que dejan huella. Un lienzo en constante transformación, donde cada pincelada se nutre de nuevas experiencias, ambientes y sensaciones. Malhablado es una obra que se siente viva y cambiante, como un reflejo de todo lo que los inspira.
“Nosotros siempre volvemos a Bill Withers, una y otra y otra vez -admite Daniel-. También al hip hop desde todo el atasco del Voodoo de D’Angelo, una de las grandes obras del soul, y el hip hop noventero de Biggie, hasta cosas más actuales. Pero tú llegas a la casa de Juan [Galeano, cantante y bajista de la banda,] y capaz está oyendo a un guitarrista ghanés que descubrió ayer. O yo estoy repasando el What’s Going On de Marvin Gaye. Ya está todo mezclado hoy en día, pero estamos muy en la onda del hip hop, del soul, del new soul y el world music”.
Malhablado surge como una expresión auténtica de la banda, revelando la esencia de cada uno de sus integrantes. Inicialmente, Daniel pensó que el álbum reflejaba principalmente la perspectiva de Juan Galeano. Sin embargo, un comentario del cantante cambió esa percepción. En una conversación, Juan le señaló a Daniel cómo su forma de hablar y su actitud reflejaban su vida cotidiana, revelando que Malhablado también capturaba aspectos profundos y personales de Daniel. “¿Usted se da cuenta cómo habla? Usted que se siente un tipo tan diurno, y usted putea todo el día”, le dijo entre risas.
“Hay mucho de eso, pero lo que realmente aislamos con Malhablado es la esencia de quien dice lo que está pensando -explica Daniel-. Hay entornos donde tú capaz conoces a alguien que te está hablando como el Príncipe de Gales, dos de la tarde, divino, no se le cae nada y uno piensa en querer darle un fernet para ver este tipo cómo habla de verdad y quién es de verdad. El malhablado está sobre la mesa, ‘¡este soy yo!’. Malhablado es una oda a ser transparente”.
Mientras Daniel admite ser más reservado y medir sus palabras, Juan no se guarda nada y muestra su verdadera esencia en cualquier situación, ya sea en una reunión de trabajo o con amigos. Según Daniel, Malhablado celebra precisamente esa autenticidad desinhibida, destacando su capacidad para ser completamente genuino, sin importar el contexto.
El disco comienza con “Algo bueno tenía que tener (Bogotá)” y nos envuelve de inmediato en una atmósfera nocturna. El reconocible jingle de la radio Melodía Stereo nos introduce a un paisaje sonoro urbano, donde el bajo nos guía por las calles de la ciudad. “Aquí no se cantaba de Colombia a menos que tú estuvieras haciendo fusión -cuenta Daniel-. No cabía dentro de la narrativa. Bogotá era un no-lugar donde pasaban muchas cosas, pero del cual no se hablaba. Y si hablabas, hablabas por ahí en una mezcla de sonidos autóctonos. Era raro”.
“Nosotros hemos celebrado mucho hablar de Bogotá como un lugar con personalidad, como un lugar donde hay gente que es de aquí -continúa el guitarrista-. Digamos que el argentino habla de Argentina sin reparo, obviamente, porque tuvieron pues todo este tema de identificación tan fuerte con quienes son. Pero eso es nuevo acá. Hablar de Bogotá, cantar de Bogotá, decir Bogotá, es una cosa que no tiene muchos años en nuestro ecosistema musical y lo celebramos todos los días. Me gustaría pensar que la gente empiece a identificar el sonido bogotano, o uno de los sonidos bogotanos, con Diamante Eléctrico. Eso es una gran victoria”.
Para Daniel, el cambio de paradigma en Colombia fue muy claro. En tiempos de intensas guerras, no había espacio para narrativas que se apartaran de la urgencia desesperada. La música se dividía entre dos extremos: por un lado, la música tropical, que ignoraba la realidad y se centraba en el amor; y por otro, las bandas que abordaban directamente el horror del conflicto. Bandas como La Pestilencia, Aterciopeleados, La Derecha y 1280 Almas expresaban el horror de manera cruda. En ese contexto, la canción más importante de La Pestilencia era “Soldado mutilado“, pues no había mucho más que cantar. Aunque la guerra seguía presente, su percepción y su impacto se transformaban, volviéndose un poco menos tangibles, aunque seguían siendo reales.
“Y ahí aparece una nueva generación de músicos que canta de amor, de cosas más personales y las narrativas se liberan un poquito -cuenta Daniel con orgullo-. Ahí empiezan a aparecer proyectos como Diamante Eléctrico que pueden dar un paso al frente para catar de una noche en Bogotá. Diamante en todas las esquinas de sus letras tiene desastre, error y caos, y eso es Bogotá, eso es Colombia”-
En medio de nuestras guerras internas sobre qué temas abordar y desde qué perspectiva hacerlo, Daniel cree que a veces uno necesita una simple canción de amor y otras veces algo más profundo que pueda reflejar el momento social. Estas necesidades son como olas que vienen y van. Pero en esta ola particular, Colombia se permitió ser muy estético y divertido, no desde el mainstream folclórico, sino a través de bandas como Monsieur Periné, Bomba Estéreo y Diamante Eléctrico. Esta música ofrece un enfoque fresco y ligero, según Daniel, simplemente porque así lo quieren y punto.
Otras canciones del disco como “El Big Bang” -en colaboración con Silvestre y la Naranja– son notablemente románticas y poco usuales en la actualidad. Mientras que hoy en día muchas colaboraciones se realizan de manera virtual y sin un encuentro físico, esta fue diferente. La amistad entre Diamante Eléctrico y la banda argentina comenzó en Colombia y se fortaleció en Buenos Aires, donde compartieron escenario en el festival Cordillera.
La colaboración involucró un proceso auténtico: componer y grabar juntos en el estudio de Silvestre, creando una canción en la que participaron siete autores. Daniel destaca que la colaboración siguió un flujo natural y genuino, contrastando con la dinámica más calculada y vanidosa que a menudo caracteriza los feats modernos.
“De pronto llega esta generación de príncipes -describe Daniel-. Todo el mundo divinamente vestido, con guitarras impecables y redes impecables. Desde Conociendo Rusia, El Zar y Silvestre, hasta Isla de Caras. Esto es nuevo para nosotros, porque para mí siempre fue muy intimidante aproximarse estéticamente a ese mundo argentino tan local y tan propio de las generaciones pasadas del rock nacional. Pero llegan estas generaciones supremamente sofisticadas, con unas canciones que te tiran al piso. Entonces, esto es otra cosa”.
La diversidad y la innovación que caracterizan a esta generación de músicos le resulta inspirador, especialmente en cómo integran influencias globales con una identidad local única. Para Daniel, esta explosión de talento y originalidad no solo enriquece la música argentina, sino que también establece un estándar elevado para la música en toda Latinoamérica.
“Trabajar con ellos, la dedicación, el cuidado al detalle… quedamos absolutamente enamorados, porque así trabajamos nosotros -recuerda Daniel-. Hace rato yo no tenía tanta solidez de una generación que puedes poner a sonar cuatro horas y todo está bueno, todo está finísimo, unos rolones completamente despiadados. Es un momento muy disfrutable de la música argentina”.
Diamante Eléctrico se entusiasma con el desafío de llevar Malhablado a los escenarios, especialmente porque el álbum fue creado con un enfoque muy diferente al de su predecesor. A diferencia de Leche de tigre, que fue grabado en vivo con toda la banda, Malhablado se construyó principalmente en un entorno de estudio con un estilo lo-fi y elementos de sampleo.
En ese sentido, es el testimonio perfecto de cómo Diamante Eléctrico decidió darle una vuelta al rock convencional y hacerle un guiño cómplice a la modernidad. En lugar de seguir la senda trillada, la banda se alejó de su zona de confort para crear un álbum que parece decir: “¿Qué pasa si mezclamos la experimentación tecnológica con la crudeza del rock?”.
Y así, en lugar de publicar un disco más del montón, nos regalaron una obra que es, en su propia manera, una declaración de independencia artística. Con su mezcla de audacia y desparpajo, Malhablado no solo es transgresor, sensual y combativo, sino que nos recuerda que incluso los íconos del rock pueden jugar a ser vanguardistas cuando les da la gana.
Escuchá a Diamante Eléctrico en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).