No recuerdo cómo fue que llegué a Disney Sixteen en una de esas inmensamente productivas navegaciones sin destino por la web. Lo cierto es que me cautivó desde el momento en que aventuré un click en su Bandcamp. Apabullada por las intensas emociones que el minimalismo de su propuesta desnudaba con total facilidad, se presentó en mí la necesidad de conocer todo lo relativo a quienes habían colocado esos sonidos a mi disposición. En equivalentes grados de sorpresa y gratitud descubrí que sólo un par de cuadras me distanciaban de quién encarnaba ese intrigante proyecto. Así conocí a Nicolás Fuentes, un salteño radicado en Córdoba que través de un portaestudio y una obsesión poco usual con la edición de música en cassettes, dio vida (junto a otros igualmente interesantes seres humanos) no sólo a Disney Sixteen sino también al sello Not Working.
Pero esta nota es de Disney Sixteen, y lo fascinante de su propuesta, condensada actualmente en dos LPs y un par de singles que prometen una nueva y excitante producción para el futuro. Cada una de las canciones que integran esta pequeña síntesis del catálogo de la banda, sirvieron para exteriorizar las contingencias con las que Fuentes se dirimía en los momentos específicos que motivaron su creación. A veces llevadas a cabo con la ayuda de su amigo y compañero de sello Sebastián “Vinito” Ballaré. En el caso de su primer LP Can Can’t , Fuentes cuestionaba sus propios límites y la posibilidad de derribarlos, de la misma manera en la que derrumba las barreras de su lenguaje en su osada decisión de optar por el inglés como lengua expresiva. En su segunda producción Seeking Balance, el músico explora la posibilidad de acercarse a un equilibrio espiritual producto de la consecución de aquella libertad mental, descubierta una vez que los límites autoimpuestos fueron derribados. Recientemente, encuentra la necesidad de canalizar su inexplicable fascinación hacia frutas y vegetales y el profeso cambio que positivamente han tenido en su cotidianeidad. Una camino un tanto disímil al que venía transitando, donde desea demostrar energía, y motivar a la gente a descubrir el bienestar.
Así se dispone la experiencia Disney Sixteen, donde Fuentes, recurriendo a la idea de reprochar su imposibilidad de cumplir aquella universal promesa de viajar a Disney al cumplir 16 años, comenzó a nuclear las grabaciones caseras donde exteriorizaba su particular forma de aprehender el mundo. Utilizando un lenguaje con una semejante cualidad de trascender, dispone sus sentimientos a la apropiación de los oyentes, planteando la posibilidad de generar empatía a través de sus minimalistas composiciones.
Entre una inusual mezcla entre oscuridad y optimismo se presentan sus producciones, consecuencias de aquella puntual ilusión invalidada. Canalizando la frustración frente a sueños que no se pudieron alcanzar. De a poco encontrando la solución al resentimiento y optando por abrir dicho camino. Empujando hacia el descubrimiento de la libertad interna, asequible a todo ser humano que intente encontrarla. Cuestionando sobre la posibilidad de llevar amor y paz a los demás. Lográndolo a través de su humilde propuesta.