Boris Katunaric es periodista y poeta. Sobre el fuego y el incendio es su primer trabajo musical, un EP que reúne canciones compuestas en los últimos años y que grabó acompañado de músicxs de diversos géneros. Post punk, rock de garaje, una suerte de gótico rioplatense y ciertas raíces tangueras se mixturan para, junto a la lírica, recorrer distintos estados emocionales que van desde la tristeza hasta la rabia sutil y una leve esperanza.
El material fue registrado entre agosto y diciembre de 2020. Mezclado por Juan Brizuela entre enero y marzo de este año y editado en abril, el álbum consta de cuatro temas: “Tatuaje” –corte de difusión– “Secreto”, “Conejo” y “Sísifo”. Conversamos con él sobre el proceso creativo detrás del EP, sus influencias y qué significa el post-punk.
¿De dónde viene el título? También hay cenizas en el EP…
La historia de cómo llega ese título sería fácil diciendo que es una frase de la primera canción, “Tatuaje”. Sobre el fuego y el incendio tiene que ver con la visión que tengo, con lo que quiero comunicar: este es un tiempo de desgaste, de erosión, de cosa rota, de algo que tiene que ver con uno de los lemas del post punk que es romper todo y empezar de nuevo. Estamos en una época de cenizas pero hay ave fénix. Y estamos en una época de pandemia donde hay formas del resurgir, todavía hay humanidad. Sobre lo derruido, sobre la angustia, sobre la tragedia, se construye, me parece que es el sentido del EP. Tiene que ver con qué es una tragedia: las culpas, las pérdidas, la negligencia. Podría hablar de una relación que se terminó o de una tragedia tan grande como Cromañón o Iron Mountain.
Tu herencia musical es el post punk…
Cuando pienso en términos musicales es post punk y cuando pienso en post punk es Joy Division, pero si nos vamos para atrás tiene que ver con lo que es la educación sentimental: Sumo y en cómo Sumo trajo a Joy Division pero, hilando más fino, tiene que ver con Los Redondos y tiene que ver con los sonidos de Gulp! y de Oktubre que para mí son, desde una estética sonora, el post punk de Joy Division, The Cure, The Smiths, de una banda que se llama Same Lovers and Giants, que tiene saxo. Y escuchás eso y es Los Redondos con otro cantante y en inglés. A Joy Division los grabó Martin Hannett. Hizo una revolución sonora. En Factory.
Hay también influencias del tango y Palo Pandolfo.
Palo es una influencia muy fuerte. Y me pasé la vida escuchando a Dolina, que canta tangos todas las noches, y radio AM, que pasan tango todo el tiempo. El tango está en nuestro ADN. El Tata Cedrón hizo un tema de Palo, “El deseo de Evita”. Lo que tiene que ver con el tango en el EP, es el gótico rioplatense que no es vampiresco, sino que es ese lado de oscuridad, de niebla del Riachuelo. Ese es el gótico rioplatense, esa cosa depresiva y angustiante, opresiva, que la vivimos todos los días nosotrxs en la Ciudad de Buenos Aires o en Quilmes, de donde soy, la cosa citadina, populosa, donde no somos personas. Estamos muy cosificados. Somos un producto de consumo y tenemos angustia y tenemos ganas de sacarla a la luz.
¿Quiénes tocaron en el EP?
Tranquilamente podría haber tocado todos los instrumentos. Tengo muchas composiciones hechas pero están digitadas desde una computadora. Decidí tocar la guitarrita y empezar a componer de una manera más orgánica, esta cosa de songwriter o de crooner, que tienen Nick Cave, David Bowie, Tom Waits. Está todo bien con la música hecha por productores, pero me parece, sin ponerme en conservador, que hay algo de la canción tocada con la guitarra que no se suplanta. Yo venía componiendo como un campeón y me pasó esto de componer canciones con la guitarra, algo hasta de fogón. Quería armar una banda, pero la pandemia no me lo permitió. Me dije a mí mismo: ¿puedo hacer todo yo? Sí. ¿Quiero? No. Quiero que vengan músicxs y digan: che, yo hago este arreglo, ¿te va? Y todo lo que me propusieron fue muy valioso. Desde Jaqueline Oroc, que metió un cello hermoso, el bajo de Maia Korosek que es la única persona que tocó en dos temas, Santiago Pendroncinni hizo unas cosas delirantes con su guitarra, espectacular. Marcelo Del Piaggio tocó el bajo en un tema, fue al único que no le di tanta libertad porque le dije: ‘necesito que en los primeros cuatro compases toques esto, después hacé lo que se te cante pero este es el riff que tenés que tocar’. Y Melissa De Felippo metió piano en el tercer tema.
Escuchá Sobre el fuego y el incendio en plataformas de streaming (Spotify).