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    Ela Minus: Una muchacha punk en el mundo de la electrónica

    Hablamos con la artista colombiana radicada en Estados Unidos sobre su recorrido del punk al techno, su amor por los sintetizadores y su forma física y emocional de entender la música electrónica, antes de su presentación esta noche en Buenos Aires.
    De Eric Olsen06/08/2025
    Ela Minus.
    Ela Minus. Foto: Alvaro Arisó.

    Ela Minus viene de universos que parecen opuestos. Nacida en Bogotá, sus primeros pasos en la música fueron en la escena local de punk como baterista de una banda de hardcore; de adolescente estudió jazz y diseño de sintetizadores en el prestigioso instituto estadounidense de Berklee; y con su primer disco, Acts of Rebellion (2020), se consagró como una nueva referente en el mundo de la electrónica.

    Donde otros ven universos inconciliables, Ela —diminutivo de su nombre de pila, Gabriela Jimeno Caldas— fue recolectando herramientas: de la academia, la obsesión por construir sus propios sintetizadores y la decisión de prescindir de la computadora; de la escena electrónica, un lenguaje infinito para crear; y del punk de sus comienzos, una actitud DIY y la condición de ser una eterna rebelde.

    “Creo que nunca pensé que fueran mundos tan distintos —admite en conversación con Indie Hoy—. Creo que, por encima de los géneros, hay muchas similitudes en la intención de por qué las personas eligen hacer punk o electrónica, y de la comunidad que se genera alrededor de ambos géneros. Para mí siempre fue muy natural que me gustaran las dos cosas”.

    En ese sentido, Ela se destaca en una escena electrónica poblada de DJs y músicos que producen desde su computadora: es una muchacha punk con sintetizadores y máquinas de ritmo. Su música está viva, armada a mano, pensada para ser tocada en tiempo real y combinar precisión técnica con improvisación. Antes que lo híper producido, prefiere las texturas lo-fi, lejos de los sets programados y calculados hasta el mínimo detalle. 

    “Una de las razones por las que empecé a hacer música así fue porque quería que fuera exactamente igual la composición al en vivo —explica—. Me parecía un buen reto unir esos procesos. Así que todos los primeros EPs que hice y el primer disco. El setup que tengo en vivo ahorita es exactamente como componía y grababa”.

    Ese método también le permite abrazar el error, lo imprevisto, lo no calculado. Y aunque no lo diga explícitamente, hay un gesto político en esa decisión de elegir lo físico, lo táctil, lo imperfecto: es apostar por un lenguaje propio en un contexto donde todo tiende a sonar igual.

    “Con cada concierto, literalmente desde el primero hasta hoy, algo cambia —cuenta Ela—. En un momento empecé a pegar las canciones para que no haya silencio, no me gusta hablar en vivo. Y me ha parecido muy interesante que esas transiciones en vivo siempre se vuelven las canciones del siguiente disco”.

    Artista autosuficiente pero no solitaria, fuera de sus discos Ela ha colaborado con otros músicos de raíces latinas que, como ella, se han abierto camino en la escena global de la electrónica. Con Nick León, productor clave de la nueva escena clubera de Miami, estrenó esta semana dos remixes del track “QQQQ”. Con DJ Python, uno de los nombres más singulares del reggaetón neoyorquino, compartió el EP colaborativo Corazón, en donde pudo demostrar su lado más cálido y tierno. 

    “Siento que existo en un punto de encuentro de muchas escenas distintas —reflexiona—. También me parece un poco confuso lo que está sucediendo ahorita en la electrónica, cómo se está como desdibujando la línea que diferencia la música en vivo de los DJs. Creo que eso es un poco peligroso para el futuro. Cada vez van a haber menos bandas y músicos que aprendan a tocar instrumentos, porque simplemente no va a haber dinero para que lo sigan haciendo. El mundo creativo que existe dentro de la música electrónica en vivo es literalmente infinito y me parece que si nos vemos obligados a volvernos DJs, estamos limitando ese potencial de creatividad”.

    Aunque se convirtió en una figura reconocida dentro del techno, Ela también es una gran aficionada a la música ambient. De hecho, en sus discos parecen colarse varios pasajes que vacían la pista de ritmo y le permiten explorar formas de composición más abstractas, como en “Let them have the internet” o “Pocket piano”, una especie de respiro entre el frenesí. 

    “Casi la mitad de mi primer disco es ambient —dice—. Originalmente quería hacer dos discos: uno completamente ambient y otro con beats y voz, pero al final terminó combinándose todo. La verdad es que es donde siempre empiezo a componer. Tengo muchísimo material y algún día me gustaría hacer algo tipo Ambient Works de Aphex Twin, con recopilaciones por año, porque honestamente es lo que más hago”.

    Ela Minus.
    Ela Minus. Foto: Alvaro Arisó.

    Para Ela, la música ambient es tanto un punto de partida como un lugar al que vuelve. “Es un espacio para existir —describe—. Es una sensación física, muy primordial, como si entraras a un lugar enorme donde solo podés estar, sin pensar. Me da paz, me ordena el mundo, el cuerpo, los pensamientos. Siempre que llego al estudio, lo primero que me sale son un par de horas de ambient, como para calentar. A veces de ahí salen canciones, otras veces lo grabo y después sigo con otra cosa. Pero es mi base. Siempre empiezo y termino el día ahí, como un ear cleanse”.

    Día, su segundo disco, fue publicado durante las primeras semanas de enero de 2025 y fue recibido como una obra expansiva, una especie de impulso vital para un año denso y difícil en todo el mundo. Concebido como la contracara luminosa de Acts of Rebellion, Día nació tras un largo bloqueo creativo que se destrabó cuando Ela escuchó los acordes de sintetizador que darían forma a “Abrir Monte”, la pieza que abre el álbum, mientras literalmente estaba en la montaña. En el disco, esa intro se transforma en la catártica “Broken”, uno de los primeros singles del álbum, una plegaria emocional en la que Ela pone en palabras el agotamiento y la necesidad de reconstruirse desde los escombros.

    Día también es el trabajo en que se afianza como liricista y cantante. Aunque admite que durante mucho tiempo no se sintió cómoda con su voz, hoy es uno de los rasgos más distintivos de su música. Ela no se esconde detrás de efectos ni capas de reverb: su voz suena cruda, seca y al frente, eligiendo muy bien sus palabras, como si te hablara al oído para hacerse oír entre el caos.  

    “No soy cantante, no me gusta mi voz, me siento incómoda… pero quiero cantar. Entonces, si lo hago, lo hago al 100 —cuenta Ela—. Mi voz no es educada, no es una voz prodigiosa, pero creo que justamente por eso puedes conectar con ella. Porque es humana. Y eso es lo que quiero que se sienta en toda mi música: que sientas que estás conectando con alguien”.

    A pesar de la luminosidad de Día, Ela sigue siendo crítica con el presente. “Afortunadamente, la rebeldía no se ha dormido en mí —dice—, y creo que cada vez se despierta más en otros. Porque estamos llegando a unos extremos muy fuertes de opresión, injusticia, gente muriéndose de hambre, guerras... situaciones que están despertando una rebeldía que tal vez antes estaba dormitando. Siento que no hay otra opción sino resistir, es lo único que se merece esta situación”. 

    Las palabras de Ela resuenan en un contexto en donde cada vez más artistas se animan a alzar su voz y señalar los mecanismos más perversos de la industria musical actual, desde el modelo extractivo de las plataformas como Spotify hasta el avance de la inteligencia artificial en la música.

    “El futuro me deprime, no sé mucho más qué decir excepto eso —admite—. Lo de la IA no me interesa en lo más mínimo: todos estamos de acuerdo en que es una idiotez que exista y que esté haciendo música. Creo que la tecnología tiene una forma muy cruel de recordarnos que por cada decisión que tomamos, hay una consecuencia. Y con las plataformas, creo que llegamos a un punto en donde ya no es tan fácil dar vuelta atrás. Queríamos música barata, queríamos facilidad, y ahora estamos pagando las consecuencias”.

    “Estamos en un contexto, sobre todo dentro de la música electrónica, donde todo gira en torno a la fiesta, al hedonismo, al olvido, al consumismo súper extremo, y creo que canciones como ‘QQQQ’ son un canto a esas personas, a ese público, en ese momento. Si el fin del mundo es un festival de música electrónica… yo no quiero estar allí —concluye Ela—. Pero también creo que siempre hay que buscar el lado bueno y tenemos que volver a la música en vivo. Porque ahí hay algo de salvación: el vivo es uno de los pocos lugares que todavía no nos lo quita nadie".

    Ela Minus se presenta el miércoles 6 de agosto a las 20 h en Deseo (Av. Chorrorarín 1040, CABA) junto a Varese. Las entradas están disponibles a traves de Venti, con un 25% de descuento para socios de la Comunidad Indie Hoy.

    Escuchá Día en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).

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