Joaquín Velasco experimentó un encuentro a sus 10 años que lo marcaría de por vida: la guitarra. En ese momento, una melodía se encendió dentro de él, una chispa que lo impulsaría a un viaje de exploración musical, buscando plasmar suavidad, liviandad y transparencia con sus canciones.
Su padre, un melómano empedernido, le abrió las puertas a un universo de sonidos que nutrió su sensibilidad artística desde una temprana edad. Joaquín se volvió un buscador nato guiado por la intuición y la pasión por crear. Así, a los 11 años, ya componía sus propias canciones, sin conocer nada sobre teoría musical, dejándose llevar por la expresión y la melodía.
“Cuando pasé de ser oyente a ejecutor, la idea de componer se apoderó de mí -cuenta en conversación con Indie Hoy-. Para mí, la música fue y es componer. No sabía qué acordes estaba tocando, ni si existían, pero sí tenía ya varias canciones hechas. Me guiaba siempre por los sonidos y no por lo teórico”.
La música compuesta por Joaquín fue un viaje en constante evolución, moldeada por las experiencias personales y los artistas que marcaron su camino. A los 14 años, el grunge de Nirvana despertó en él una rebeldía creativa que lo acompañaría a lo largo de su trayectoria. Ya en la adolescencia, la influencia de The Beatles y Luis Alberto Spinetta se hizo presente, y más tarde se sumergió en el mundo del rock psicodélico, explorando las atmósferas de bandas como Unknown Mortal Orchestra y Tame Impala.
Pero fue el disco For Emma, Forever Ago del cantautor estadounidense Bon Iver el que lo cautivó por completo. La suavidad de las guitarras y la profundidad emocional de las canciones lo inspiraron a crear su propio sonido con una esencia similar. “Quedé fascinado con la sonoridad de las guitarras -admite-, y sobre todo por el contenido expresivo que tenían las canciones. Supe que algún día iba a sacar un disco con la misma premisa”.
Por esos años, Velasco comenzó a dar sus primeros shows en vivo y pronto se encontró con que el escenario podía ser un portal a un mundo de libertad creativa. La improvisación y la espontaneidad se volvieron elementos fundamentales en sus presentaciones. Dejar espacio para lo inesperado, para que la música sorprenda y emocione, es lo que hace que cada concierto sea una experiencia única e irrepetible.
“Si tuviera que describir los shows en vivo diría que hay algo de la liviandad ocurriendo -reflexiona-. La liviandad como la sensación que uno tiene cuando suelta, dice o expresa lo que siente. No me callo nada”.
El sueño inmediato de Joaquín es salir de gira por el país mostrando sus canciones, aunque admite que su lugar predilecto sigue siendo la Capital. “Buenos Aires es una ciudad tremenda, increíble -dice-. A veces siento que no la estoy aprovechando lo suficiente, pero es tan grande que es difícil de abordar en todas sus partes. Es una ciudad de muchísimas oportunidades, muy rica culturalmente, socialmente, en todos los ámbitos. Sin dudas es una ciudad muy inspiradora. No es casualidad que de acá salgan tantos músicos y artistas talentosos”.
En junio de este año llegó el lanzamiento de su primer álbum, Despedidas, inaugurando una nueva etapa llena de expectativas para el joven músico. “Mi casa“, el primer adelanto del disco, refleja esa sensación de liviandad y familiaridad que Joaquín busca plasmar como impronta. El comienzo de la letra (“En mi casa no hay nada que pueda lastimarte”) funciona como perfecta introducción para la suavidad del resto del álbum.
Con un disco bajo el brazo y un espíritu incansable, Joaquín ahora está listo para seguir avanzando como artista y expandir su universo musical. “Al estar tan contento con el disco, al sentirme tan identificado, no me resulta para mí ningún peso salir a defenderlo. Quiero crecer y expandirme, como músico y artista”, concluye.
Escuchá a Joaquín Velasco en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).