El tiempo parece operar de manera misteriosa en los procesos artísticos. Ese tiempo que puede parecer perdido, que puede volverse una carga o una presión, a veces es necesario para que el acto creativo llegue en el momento justo. En el caso de Nicolás Bruschi y Christian Silvosa, ambos músicos se conocían desde los 13 años, pero salvo algunos experimentos en la secundaria, no habían coincidido en un proyecto tocando juntos.
“Siempre había quedado la idea dando vueltas -cuenta Bruschi en conversación con Indie Hoy-. Y después, Chris se mudó a cuatro cuadras de casa, en 2020 cayó la pandemia y empezamos a preguntarnos qué podíamos hacer”.
A priori, los dos parecen tener poco en común musicalmente. Nicolás lleva más de diez años de carrera como el DJ y músico electrónico detrás del alias Sidirum, y Christian es pianista de conservatorio y tecladista de La Magnísima Gronda, un ensamble de fusión folclórica y rockera. Sin embargo, las circunstancias de la cuarentena, esa sensación colectiva de tiempo detenido, los llevó a hacer algo que estaba tan lejos de la pista de baile como del conservatorio.
“Fue algo muy de casualidad -agrega Silvosa-, no lo pensamos mucho. Fue más como probar hacer algo cuando todo el mundo teníamos tiempo al pedo”. Empezaron a mandarse melodías y grabaciones por mail y cuando pudieron reunirse, en 10 días ya habían terminado un EP con cuatro tracks de ambient orquestal titulado como el proyecto: Las Olas, por las formas que tomaban las ondas de sonido de las grabaciones. “Está bueno cuando un proyecto surge sin pensarlo tanto -suma Bruschi-, hay algo real en eso”.
“Imaginate que nos juntaríamos ahora y no sería nada que ver -continúa Silvosa-. Esa sensación como de encierro y quietud a la vez está re plasmada en ese primer disco. Hacer música fue primero un tema de salud mental, después un refugio. Algo para poder moverse internamente. Si bien lo escuchás y es algo que parece casi estático, como cuando ves crecer una planta y no ves los cambios, y de golpe te das cuenta que es un fucking árbol con un montón de raíces para abajo. Yo lo asocié con eso, incluso con música para meditar o para hacer yoga. Esa música que te conecta con otro lugar”.
Otra búsqueda consciente a la hora de armar las canciones fue que todas tengan una melodía reconocible. “En muchos temas la premisa fue que se puedan cantar como canto de cancha -agrega Christian-. Por ahí no parece, pero si les acelerás el pulso, cantás ‘dale Bo’ y funciona. Le podés decir ambient, pero no deja de ser pop, entendiendo al pop como música popular”.
Después de publicar el EP a través del sello ecuatoriano También, Nicolás y Christian no pensaron en Las Olas como algo que iba a tener vida más allá de esos cuatro tracks, hasta que en 2021 recibieron una invitación repentina para tocar en la edición híbrida de Mutek AR, el festival de música electrónica y creatividad digital. Dos semanas tuvieron para componer media hora de música nueva, escribir las partituras, conseguir un ensamble de músicos y ensayar la presentación que iba a ser grabada y transmitida por stream.
Para el debut en escenarios convocaron al clarinetista Pedro Alvide, el cellista Juani Ferreras y los violinistas Ivana Traboulsi y Rodrigo Salas Zorrilla, quien luego sería reemplazado por Ernestina Inveninato, mientras que Nacho Gulias se sumaría como bajista y más tarde como una tercera pata del proyecto en rol de productor. Todos músicos virtuosos que tenían años de experiencia tocando juntos o en otros ensambles, pero que pocas veces habían interpretado composiciones tan lentas y en apariencia simples; una música de la mínima expresión.
El tiempo también parecía operar de manera misteriosa cuando el dúo trató de interpretar las canciones de su EP con el ensamble de músicos. Es que durante el proceso de producción, Christian y Nicolás habían buscado darle una sensación más analógica e impredecible a esas composiciones que habían sido creadas en el encierro desde una computadora.
“El tiempo fue una variable que trabajamos muy a consciencia, para que se humanice la interpretación -cuenta Silvosa-. Y fue bastante loco porque cuando después llegó el vivo, había compases que no tenían un bpm estable, que tenían cambios de compás en el medio o se anticipaban. Como que la música se iba desarmando y eso le daba una naturalidad que hacía que no suene a una compu. Después se volvió parte de la identidad del proyecto, porque el ritmo es algo muy marcado en la música electrónica. Un set entero de un DJ puede cambiar solo 1 bpm en 2 horas, a veces ni siquiera. Y en contraposición a eso, tenés otros tipos de corrientes de música, del lado del romanticisimo, en los que el cambio de tempo es importante”.
Después del festival, el grupo continuó publicando micro lanzamientos -algunos EPs cortos, otros singles-, como pequeñas pistas que revelan a cuenta gotas un secreto musical.
La media hora de nueva música que compusieron para Mutek se convirtió en el material de su segundo disco, Capítulo V, un EP inspirado en los paisajes de la Patagonia que fue publicado junto a un espacio virtual en el que podías escuchar las canciones de forma binaural mientras te movías entre bosques, lagos y montañas (el link original está offline pero todavía puede recorrerse acá). El proyecto coincidió con el creciente interés de Christian en la producción de música para videojuegos, algo que también había florecido durante la pandemia.
La música de Capítulo V -más curiosa y dinámica- se despegaría del minimalismo ambient del EP anterior y señalaría el camino a recorrer para el dúo: una electrónica híbrida y en movimiento, siempre en búsqueda de cruzar los sonidos hechos por máquinas con una sensibilidad orgánica y orquestal. Más que un mirador estático, las canciones de Las Olas se sienten como una caminata por un sendero que de pronto se abre y deja entrever un precioso paisaje que estaba escondido.
Parte de este movimiento podía rastrearse ya en la “versión dub” que el dúo publicó de su canción “Oxygen” en 2021, cargada de más beats y efectos que la original, pero que mantiene un espacio aireado para que la orquestación respire.
“El dub fue mi primer encuentro con la electrónica -recuerda Nicolás-. De chico escuchaba reggae y me llamaba la atención cuando aparecían efectos y cosas que no estaban tocadas por músicos. Ahí es cuando empecé a entender los métodos tecnológicos aplicados al mundo de la música y me fui metiendo en la electrónica, que desde el principio me gustó mezclada con cosas: no la electrónica por sí sola, sino siempre invadida por algo, o algo invadido por la electrónica. Es el cruce lo que siempre me interesó”.
En esa línea también siguió Luz & relieve, un EP de dos tracks que habían sido creados para un proyecto suspendido con el escultor y pintor Julio Le Parc, que consistía en una retrospectiva de la obra del artista argentino.
El dúo compuso música para representar cada una de las etapas de su carrera, y cuando el proyecto se abandonó, decidieron rescatar esas dos piezas que más se acercaban al universo de Las Olas. Por eso es que, con sus beats caóticos y pulso más inquieto, “Luz” y “Relieves” muestran el largo viaje recorrido por el dúo desde empezar como un experimento para llenar el tiempo muerto de la pandemia, a ser una de las propuestas más inclasificables dentro de la escena electrónica argentina actual.
“Al no ser el primer proyecto que tenemos, Las Olas es donde más libres nos sentimos -admite Nicolás-. Si bien en Sidirum también hago lo que quiero, ya tengo una responsabilidad con el proyecto. Y en Las Olas no nos delimitamos tanto, es lo que sea que hagamos en conjunto; a veces puede ser más ambient, otras más jazzero o electrónico”.
Esa libertad que Nicolás encontró en Las Olas como un proyecto alejado del circuito electrónico tradicional, en el caso de Christian está relacionado con la curiosidad e intuición que atraviesan su formación como músico de conservatorio. “Yo llevaba años estudiado jazz y tango, y venía medio perdido en relación a lo que quería hacer con la música -recuerda-. Un día fui a una clase con Diego Schissi, un compositor que es un animal que tiene un disco de tango impresionista, y fue como una sesión de terapia. Le mostré unas composiciones que tenía y me dijo: vos tenés que hacer la música que te abrigue, que te haga sentir bien ahí. Música que te abrace”.
Para ambos, Las Olas es el proyecto en el que todo el mundo parece detenerse, el momento en que pueden preguntarse realmente qué quieren hacer como músicos, sin cuentas que rendir ni una imagen que mantener. “Se trata de poder encontrar un lugar y una forma de componer que me hace feliz y que no se sienta como un peso -concluye Christian-. Porque más allá del esfuerzo que implica hacer las partituras, llevar adelante una fecha, coordinar horarios con todo el ensamble y todo eso… Hacer esto un privilegio”.
Mirá una sesión filmada por LDR Films de Las Olas en vivo en el club social de músicos Garage 4’33” a continuación y escuchá Luz & relieve en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).