“Lina es le artiste número uno del planeta, ahora y siempre”, dijo alguna vez Mac Demarco. Lina Tullgren hizo lo que cualquier mortal debería: imprimió la cita en una remera blanca y la promocionó como una edición limitada de su merch en una foto donde la estira con la cabeza en alto. No cualquiera podría hacerlo, conociendo a Tullgren a través de la sutil prosa y el estilo in-your-face de sus canciones, intuyo que a elles también le cuesta. Tullgren, que usa pronombres inclusivos, es une interlocutore excepcional de una generación que piensa en la cultura y los mensajes que recibe de formas quizás demasiado reflexivas. De aquellos que celebramos la vulnerabilidad en el arte, para así encontrar una forma más fiel de sentirnos representades. Tullgren, como muches, vive bajo el péndulo existencial que va del amor propio al auto-sabotaje. Una remera así debe sentirse como una suerte de escudo, útil y necesario para sortear el extremo pendular que toque vivir en cada día.
Por un breve momento pongamos pausa al insidioso péndulo y tomemos la cita por lo que es. Un reconocimiento, una exclamación de admiración por quien fue en su momento compañero de sello de Tullgren en Captured Tracks (y partió a fines de año pasado para cumplir el sueño de tener un sello propio) en el momento de ebullición de les joven artista. Won (Captured Tracks, 2017), el primer LP de Tullgren y su carta de presentación al mundo, era un debut sólido, conmovedor y reminiscente de esas épocas en las que Cat Power se cagaba en lo que la comunidad pensara de ella. Un álbum minimalista, como su tragicómico arte de tapa, y sin embargo grandioso en la paleta de emociones que lograba transmitir. Odas para la generación de outcasts que ya no se esconden por sentir demasiado. “¿Podés ser mi hogar?/¿Puedo estar sola?”, pregunta en “Face Off”, para luego desnudarse: “No me vas a creer cuando te diga/Que soy así porque salí así/Me saqué la cara, podría ser grande/Veo los perros, me siento y espero.”
Después de esta gran primera impresión, Tullgren expandió sus matices sónicos y su paleta de emociones en colaboraciones con su amigo multi-instrumentalista NTHNL. Sus presentaciones en vivo crecieron de manera acorde, complementando su usual primacía de cuerdas barrocas con ritmos electrónicos. “Al final del día, es todo música. Yo tengo una banda, pero a veces hago música de computadora o toco shows como solista donde improviso libremente, y todo vive bajo el mismo paraguas”, contaba en su momento.
Este año, Lina vuelve con todo. Hace poco anunció su próximo LP titulado Free Cell, y ya compartió dos adelantos de la nueva producción. Free Cell toma inspiración de aquel juego de solitario en el que es imposible perder, solo es cuestión de acomodar bien las cartas. Y es para Lina una metáfora perfecta del tiempo en el que este disco maduró en aislamiento, sorteando emociones de la manera más apropiada antes de seguir adelante. Hacer el clic y salir del caos hacia la claridad, eso es Free Cell, y sus anticipos se sienten gloriosos como ver las cartas del mazo caer en cataratas.
Escuchá “Golden Babyland” y el himno generacional “Bad at Parties” en todas las plataformas de streaming. Free Cell va a salir el 23 de agosto a través de Captured Tracks.