¿Acaso los ecuatorianos Lolabúm sabían desde el comienzo dónde iban a terminar? Formados a mediados del 2014 en Quito, este conjunto comenzó a tocar en vivo asiduamente en distintas partes de Ecuador durante su primer año de vida, cultivando un público de jóvenes adultos y adolescentes infatuados por una combinación de melodías pegadizas de guitarra y el sentido poético adolescente y ansioso del cantante y guitarrista Pedro Bonfim.
El cielo, su álbum debut publicado en enero de 2016, fue el registro de una banda incipiente en varios aspectos, con una paleta sonora que se asemejaba a la mezcla de pop rock alternativo de comienzos de los 2010, limpio en su estilo y melancólico en sus canciones alegres, aunque con un filo bailable y enérgico más propio de los 2000.
En canciones como “Qué asco de sábado“, Bonfim relataba la sensación desahuciada de un sábado perdido, acompañado por un riff de guitarra igual de agridulce que su narrador; en “Animales mal disecados“, crea imágenes de ansiedad y surrealismo mientras suenan arpegios que no sonarían fuera de lugar en el primer álbum de Beach Fossils. Es un álbum con una lógica interna de clara y desvergonzada emulación musical, portando un tipo de entusiasmo y urgencia afín a la de estudiar la química de tus bandas favoritas para luego implementarla en la propia, con resultados relativamente exitosos.
De cierta forma, Tristes trópicos -el segundo álbum de Lolabúm publicado en 2018- se sintió como el verdadero debut de la banda, tomando en cuenta la sensibilidad e intereses que desarrollarían a partir de este álbum en adelante, dejando a El cielo en una posición quizás marginada dentro de su discografía.
Con este esfuerzo, la banda apostó a una extrañeza e impredecibilidad sonora. Las baterías acústicas fueron reemplazadas por cajas de ritmos, las guitarras eléctricas por acústicas y el uso de samples permeó en la paleta sonora del álbum. Así lo escuchamos en “Trópicos“, el inquietante collage sonoro que culmina el álbum, o en el loop vocal que conforma el estribillo de “Noticias“, canción que concreta en una cacofonía de variados samples superpuestos (muchos de estos parecen ser grabaciones del padre de Bonfim).
En “Avión“, los teclados flotan a la par de guitarras acústicas mientras Bonfim canta: “Yo quisiera ser un avión/ Y a veces tener Wi-Fi/ Y otras veces tener bombas”. Los miedos y ansiedades del paso a la adultez que escribe el cantante apelan hacia algo más macroscópico y generacional a través del álbum. Bajo prosa poética, en temas como “El Ecuador” o “Tristes trópicos“, hay una condena hacia un país que se encuentra en incertidumbre frente a una generación en formación.
Las formas crípticas de Lolabúm se tornaron más claras y a su vez más enredadas en los dos álbumes publicados en 2020: Verte antes de fin de año y O clarividencia. Se tratan de dos discos que iban a ser publicados como un disco doble, pero a raíz de la pandemia fueron reconceptualizados en álbumes de canciones eclécticas e informadas por los distintos efectos del encierro.
Así escuchamos a la banda cantar sobre la abrumación frente a las noticias falsas y el doomscrolling, en “Dios mío, ya no veo noticias” bajo palmas y baterías pesadas. En “El sonido imperceptible de escribir por celular“, se inspiran en las relaciones afectivas que suceden exclusivamente en un plano virtual, entre guitarras y percusiones salpicadas de reverb; mientras que en “Sin trabajo y sin talento“, baterías bitcrusheadas y guitarras distorsionadas musicalizan la explícita falta de trabajo.
Pero las canciones de estos discos también son un claro reflejo de los intereses de Bonfim como compositor. Ecuador y la religión son temas omnipresentes en gran parte de las letras, desde las reflexiones sociopolíticas en “Sustitos“, hasta la introspección religiosa y cultural en el pop pantanoso y psicodélico de “Problema de Dios“. Estos temas tejen una intertextualidad entre ambas obras, como se aprecia en los artes de tapa y en el amplio abanico de leitmotivs sonoros y metafóricos que se repiten a lo largo de los discos.
Muchachito Roto -publicado en 2023- es el quinto y más reciente disco de los ecuatorianos, en donde buscan una levedad musical aunque con las mismas inquietudes bailables y eclécticas que habían seguido en sus dos últimos trabajos. El single “Nidi” resuena con una dulzura pegadiza y repetitiva, con Bonfim cantando como un mantra: “Yo soy tu Tamagotchi, te extraño cada noche/ Dame de comer, que si no me muero”.
La cumbia en “Ciudad Espanto” rinde tributo al gran innovador de la cumbia ecuatoriana de los 70, Polibio Mayorga, una influencia declarada por Bonfim. En “Cerca de mí“, en dueto con Muy Valen, experimentan con una balada acústica que puede llamar la atención por su simpleza, llegando a sonar a algo que incluso podría infiltrarse en la radio.
Quizás es una ironía titular Muchachito roto a un disco que contiene las canciones más amigables que este grupo ha hecho desde Tristes trópicos en adelante, con el concepto del joven centennial funcionando como una especie de narrador a través de estas canciones. Sus sonoridades dispares entre canción y canción podrían ser atribuidas a las de cambiar constantemente canales de radio buscando esa canción correcta, con la “Radio Rota 66.6” siendo una pieza mencionada repetidas veces dentro del mundo del álbum. Lo que si está claro es como Lolabúm se reinventa disco por disco, creando nuevos mundos para que el oyente se pierda.
Escuchá a Lolabúm en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).