Es horrible cuando creces y estás tan ocupado que ni tiempo para escuchar música nueva tienes. Ahí llegamos Indie Hoy y DTTR para llenar ese espacio del cual te preocupas demasiado. Siempre es bueno que cuando te pierdes por unos días, lo primero que escuches al retornar sea algo que de verdad llene ese vacío de dos semanas de nada nuevo. En los últimos meses Los Waldners han venido a rellenar y entregar cosas que ni si quiera sabía que necesitaba.
Ni titubeo en decirlo, Los Waldners, banda de Costa Rica, ha desempeñado uno de los mejores papeles entre grupos de rock pop en Iberoamérica en lo que va del año. Con su nuevo álbum aseguraron cosas grandes para éstos.
A esto, nos damos cuenta que a pesar de su corto trayecto, los chicos apuntan en una sola dirección con su sonido pop, que, aunque nostálgico y de incertidumbre fantástica en las vocales, siempre propone dejarnos con una sonrisa al final de la canción por más ligera que ésta sea. Uno de los puntos altos para Los Waldners es su alineación de músicos, que aseguran un trasfondo de cada arreglo, desde la guitarra hasta el bajo, dando con ello una estructura fortalecida a cada melodía.
Liricamente hablando, su vocalista Luis Carballo se nos presenta abierto con sus sueños y pensamientos más personales, dejando escapar historias, vivencias y sentimientos muy enfocados hacia la decadencia y éxtasis del amor juvenil, cual queda perfecto en canciones como “Nunca Nos Fuimos”, “Rodolfo”, “Quiero Té” y “Horacio”, asegurando con ello que este chico compone en noches de moderada neblina.
Hay una obsession de este grupo por acudir a lo que autodenominó poética juvenil, lo cual ayuda mucho y ocasiona que percibamos una voz lejana que cuenta historias ajenas de romances naufragados; amoríos mortales. Que se yo, al final lo que nos queda es la música.
* Este artículo es una colaboración de nuestro blog amigo Dance To The Radio, de Costa Rica.
* Foto: M. García Para La Nación