Valiéndose de descripciones que oscilan entre la arrogancia del gamberro y la somnolencia del adicto, de ensimismados remolinos fonéticos y de mensajes que parecen haber sido extraídos de un acalorado intercambio nocturno en WhatsApp, el más reciente disco del peruano MNZR, Purple Dream, nos presenta un mundo que se mueve entre el deseo carnal y la apatía que surge luego de su satisfacción. El hecho de que MNZR construya esta propuesta sobre el lenguaje del trap no es algo trivial: los ritmos esqueléticos y los bajos profundos de los que este género se valió para ilustrar la vida en las casas compartidas por los adictos en sus comienzos también resultan eficaces al momento de escenificar otro tipo de dependencia, más íntima y privada.
Llegar a este punto supuso una transformación. En sus primeros singles, MNZR hablaba de los peligros y desafíos que supone vivir en los barrios marginales de la ciudad; de los sacrificios que la ley de la calle impone a quien busque superarse. “Vamos dando el cien por cien, toda iniciativa puesta en mi casete, no me queda otra opción, me tengo que mover”, señalaba resignado, aunque decidido, en “No Joke”. Otro single de esta etapa primigenia, “Quémalo”, anota las advertencias lanzadas por quienes dominan el vecindario: “me dicen quémalo, quémalo, no eres nadie en tu calle, de lo contrario pruébalo”. La música era tensa, apisonada; las rimas, inquietas y gárrulas. La voz de MNZR, constreñida por la necesidad económica y la presión de grupo, buscaba liberarse en la música, un arte en el que encuentra posibilidades de desarrollo y respeto social.
Para bien y para mal, esta fase de su discografía está resumida en su primer álbum, Así de bipolar (2021), una placa claustrofóbica y ominosa que sugiere el estado de alerta y frustración de un joven gángster obligado a hacer un último trabajo antes de ser liberado por la mafia que lo controla. Si bien el disco trae momentos logrados, en conjunto, podía resultar monótono y repetitivo, como si el músico estuviese obligado a transitar los lugares comunes del trap para hacerse notar.
Quizá consciente del límite estilístico con el que se topó, MNZR inauguró el 2022 con “Niños de la calle”, un single de beats electrónicos que describe la vida en los barrios marginales de la ciudad desde una perspectiva empática y protectora. La canción también trajo un cambio en lo musical: en lugar de los beats esquemáticos y sincopados del rap contemporáneo que habían caracterizado a las producciones del músico peruano hasta ese momento, encontramos acordes de piano eléctrico y pulsos propios del deep house; en lugar de los monólogos entrecortados y fragmentados del trap, escuchamos un coro melódico con un gancho innegable. La canción (sin lugar a dudas, la más lograda en toda la discografía de MNZR) allanó el camino para Purple Dream, no tanto como un modelo estilístico, sino como un depurador de recursos agotados.
Tras la excursión electrónica de “Niños de la calle”, Purple Dream marca el regreso de MNZR a la música trap, aunque esta vuelta viene cargada de transformaciones. En los seis cortes que conforman el EP, los beats se presentan un poco más ligeros que en el pasado, las armonías ya no se construyen tanto sobre disparos de sintetizadores sino sobre ingrávidos acordes de piano eléctrico, incluso la voz de MNZR suena un poco menos crispada y precipitada, mostrando una inusual apertura a arranques de vulnerabilidad emocional.
Estos sutiles cambios en la forma vienen acompañados de un cambio mucho más radical en el fondo: en Purple Dream, el músico ya no está enfocado en hacerse de una reputación en las calles ni de escapar de un entorno violento o criminal; sus preocupaciones, en esta ocasión, son más íntimas y personales: los celos, el adulterio, el vacío emocional tras el sexo casual. Al valerse de los elementos musicales del trap para articular estas pulsiones carnales y su propio naufragio sentimental, MNZR parece entender que las dependencias físicas y psicológicas que uno encuentra en las casas compartidas por drogadictos pueden hallarse también en la intimidad del dormitorio y en las profundidades de nuestro mundo interior. Si MNZR ha logrado algo en Purple Dream es reconocer que el lenguaje del trap puede darle cobijo tanto a los gángsters de su barrio como a su turbada e inestable subjetividad.
Escuchá Purple Dream de MNZR en plataformas de streaming (Spotify, Apple Music).