Cuando Juan Francisco Carrasco y Pablo “Mini” Bianchetto se conocieron, venían de viajes largos por el mundo, con la mirada todavía prendida en paisajes, fauna y naturaleza. El ocelote es un felino con carácter, ágil y elegante, capaz de moverse con libertad en distintos territorios. Algo así es la música de Ocelote Beats: un proyecto que navega entre el groove, el soul, el hip hop y la experimentación sonora, con una fuerte impronta de jazz y espíritu de improvisación. Su propuesta combina beats orgánicos, samplers, texturas cinematográficas y la calidez de las colaboraciones, generando un sonido que late tanto en el oído atento como en el cuerpo que quiere moverse.
Pero más allá del animal, hay una conexión íntima y nostálgica: ambos tuvieron de chicos unos botines nacionales Ocelote, una marca que hoy ya no existe. Eran los que podían comprar en ese momento. “Duraron muchísimo, salieron buenísimos y los dos los usamos… es un recuerdo muy noble”, dice Juan en conversación con Indie Hoy. Diego Amerise, bajista, agrega entre risas: “Un montón de personas se conectan con eso, me cruzo con gente grande y me dicen ‘eran mis primeros botines”.
El proyecto empezó con Juan en teclados y Joaquín en la batería, sumando samples y efectos, pero todavía sin bajo. En esa primera etapa editaron trabajos como La güeya, mixtape I (2020) y La güeya vol. II (2021), donde fueron moldeando su identidad sonora. Diego apareció primero como invitado, luego como parte fija. “Con Pablo tocamos jazz hace un montón y, con Juan, tuvimos una banda que rozaba el funk electrónico, Fósforo Monk”, dice Diego.
Lo curioso es que el trío no nació de un mismo punto: “Ellos dos se juntaban por un lado, yo con Pablo por otro, y con Juan por otro lado. Hasta que un día estábamos los tres juntos escuchando música, compartiendo ideas, fragmentos, samples, cortando y dando vuelta discos. Empezó como algo muy lúdico, un collage entre nosotros, y de ahí salieron un montón de cosas”. Desde entonces, el trío empezó a dejar huella en la escena de hip-hop de La Plata, tocando beats en vivo para que los MCs improvisaran encima.
Su nuevo disco, Lo que supimos conseguir, tardó casi cuatro años en completarse. “Fue larguísimo… pero necesitábamos convencernos de que la música estaba buenísima, de que estábamos proponiendo algo nuevo y real”, cuenta Juan. Lo que supimos conseguir condensa todo lo que significa el recorrido de Ocelote Beats: un trayecto hecho de aprendizajes, desafíos y crecimiento colectivo.
“Esta vez grabamos como Dios manda, en un estudio con buenos micrófonos”, cuenta Diego. “Pasamos de un sonido más lo-fi a algo muy hi-fi: la batería bien grabada, el bajo, todos los sonidos… y eso nos llevó a una postproducción distinta, en casa, sumando feats, letras, voces amigas que inventaban cosas arriba. No sabíamos bien a dónde iba, pero sí que iba a estar buenísimo”, cuenta Diego. El resultado se percibe claramente en el disco: donde antes primaba un aire casero y crudo, ahora aparece un registro mucho más nítido y expansivo, con instrumentos que ganan presencia y profundidad sin perder la frescura experimental de la banda.
El camino los llevó hasta el estudio de Mario Breuer, reconocido ingeniero de sonido y productor que trabajó con Charly García, Fito Páez, Mercedes Sosa y varios iconos más de la música argentina. “Y ahí explotó todo. Nosotros no entendíamos nada de estar ahí”, dice Pablo y subraya el aprendizaje técnico y artístico: “Fuimos con muchos elementos a propósito, para ver qué sumaba y qué no. Empezamos a limpiar, limpiar, limpiar, para que se destaquen ciertas cosas, que no se molesten entre sí”. Diego todavía se sorprende: “No esperábamos que se involucrara artísticamente. Por lo general alguien mezcla y listo, pero él se metió como un director… nos ayudó a decidir, a elegir entre ocho sintes cuál quedaba”.

Para Juan, lo más valioso fue la cercanía: “Nos invitó a estar ahí, mano a mano, charlando mientras trabajábamos. Él estuvo 100% disponible en todos los sentidos. Fue un viaje hermoso para los tres. Terminamos de gestar el disco y después vino la parte de hacerlo sonar al nivel que tenía que ser. Mario dijo: ‘otro nivel’, y ahí caímos en la cuenta de que el disco había crecido mucho desde donde habíamos salido. Nos sacudió y nos hizo entender que esto tiene que estar dando vueltas, que tiene que sonar”.
“Volver a mí” fue el primer adelanto del disco, una confesión en clave neo-soul, sostenida por un beat de hip-hop que late como un corazón ilusionado. Juan lo recuerda como una decisión que nació de la amistad y la admiración por Moha y Benjamín: “Son amigos y músicos que admiramos. Moha tiene una manera de cantar increíble, muy en el soul y el hip hop, y Benja también viene de ese estilo. Nos parecía que quedaban pintados para este audio que teníamos”. La química ya estaba, se conocían, había confianza, y eso hizo que todo fluyera.
Esa misma libertad se aplicó a todos las colaboraciones del disco, dejando que cada uno ponga su impronta. Diego recuerda que el proceso no fue simplemente grabar y luego cortar: “Tenías cinco tomas de Moha cantando y era súper difícil decidir cuál quedaba. No queríamos dejar afuera algo que para el invitado fuera especial. Hubo mucho feedback y fue muy enriquecedor”. El criterio para invitar voces surgía tanto de lo sonoro como de la intuición. A veces, era una corazonada y otras dependía de si el tema tenía espacio para una voz o una trompeta que tome el lugar protagónico.
Con “Meshell”, la banda construyó un trip sonoro hipnótico, entre paisajes psicodélicos y voces radiales que irrumpen como señales desde otra frecuencia. Juan cuenta que una amiga llevó un vinilo a su casa en el que Julio de Caro, el artista y compositor de tango, contaba su historia, hablaba de principios musicales y también tomaba posición política. “Sonaba desde el pasado, pero era muy presente lo que decía. Sentimos que tenía que ver con este momento y con lo que vivimos como artistas. Fue un homenaje a su voz y a lo que representa”.
Cuando intentan definir su música, Diego esquiva los rótulos: “Nos une algo que define la palabra groove o swing, algo que te pulse adentro. Hay lugares donde el pulso se desarma, sobre todo al final de los temas… Mario nos cargaba: ‘No sé para qué ponen esto’”. Juan habla de un concepto de mixtape, con intermedios, samplers más intervenidos y recortes, como si fuera una cinta sobregrabada. “Hay un momento en nuestras juntadas que llamamos ‘el tour’“, dice Diego, “donde cada uno muestra lo que estuvo escuchando en la semana: milongas, Art Blakey, techno, lo que sea”. Juan lo ve como una apertura total: “Por eso en el disco hay muchas músicas distintas: tal vez nuestro lenguaje común sea un poco de jazz y un poco de música universal”. Pablo coincide: “El disco es la conjunción de todos esos momentos y sonidos que nos atraviesan”.
Escuchá Lo que supimos conseguir en plataformas (Spotify, Tidal, Apple Music). Ocelote Beats se presentará el sábado 18 de octubre a las 21 h en CC Richards. Entradas disponibles a través de Passline.