“Quizá ya no espere nada y la vida me dará lo que quiero”. Así saludaba al mundo Osito del Amor, la más reciente adición al catálogo del sello Anomalía Ediciones. Era octubre de 2023 y esas pocas palabras alcanzaron para pintar de lleno un panorama agridulce que el EP debut de la banda confirmaría unos meses después. Lejos de la casualidad o la impostura, la escucha atenta del disco revela un trabajo cuidadoso a cargo de un grupo de músicxs ya veteranos de la escena under.
La historia de Osito del Amor comienza cuando Anabel Gorbatt -cantante y guitarrista de Turpentine e YON– y Sophie Twardowski -guitarrista de Sur.i.name, Mosaico y Adiós- se juntaron con Lucía Masnatta -cantante y guitarrista de Fin del Mundo– para componer unos tracks para una serie de TV; de ahí surgieron “Adiós” y “Calor”.
Con el tiempo, Anabel y Sophie convocaron a Sebastián Ayala -de Diente de Oro, Archipiélagos y Nadar de Noche– pensando en el aporte que podía hacer su estilo particular en las baterías y voces. Poco después, por la gran amistad y afinidad que ya existía, llegaría Diego Fraga -también de Archipiélagos y Puerto Austral– en el bajo, un instrumento que nunca había tocado en una banda pero que terminó haciendo propio. “Para mí, Osito fue la excusa perfecta para volver a hacer música que me conmueve y con gente que quiero”, cuenta Diego en conversación con Indie Hoy.
Más allá de que la banda no se haya pronunciado respecto al carácter conceptual de su primer material, es interesante pensar en Adiós calor, hola mundo frío de esa manera. El EP abre con “Adiós”, un vals de guitarras que juegan a esquivarse mutuamente hasta la mitad de la pieza. El bajo, más que acompañar los vaivenes de la batería, opera más como un alivio momentáneo para traernos de regreso a cierta idea de resolución, confirmada finalmente en aquel “ya no queda nada” que da pie a los “quizás” de la ya citada “Calor”.
La letra de “Holamundo”, por su parte, refiere a una enigmática certeza que termina dándose por la negativa. El final de esta historia vendrá con “Frío”, donde todos los elementos marcados anteriormente se conjugan en un encuentro de gusto ambiguo. La piel se hace muralla, las palabras ahora están de más.
Si bien los riffs en contrapunto y los juegos de voces acercan al primer EP de la banda a la tradición de Low, Duster y Red House Painters, “la idea no era ser slowcore, sino conocer el potencial que podíamos tener juntos en lo musical -comenta Sophie -; el EP refleja la primera instancia de la banda y una modesta aproximación a la música que nos gusta”.
A su vez, Sebastián agrega que “el slowcore es quizás el género que predomina en nuestra música, pero también se pueden apreciar elementos de otros estilos que nos atraviesan colectivamente, como el emo, el math rock, el shoegaze, el post rock, o incluso el future garage. Esto refleja un poco cómo ha evolucionado la manera de escuchar música de la gente: es cada vez más raro encontrar personas que escuchen solo un género musical”. Las palabras del baterista resuenan particularmente en el seno de Anomalía, sello insigne de la movida under experimental que en sus casi diez años de trayectoria ha producido ya 28 ediciones del ciclo que este viernes convocará, además de a Osito del Amor, a Kjjjjjjjjj y TOTS en la Galería de Villa Devoto.
Sin embargo, si bien hay un elemento de planificación muy marcado en lo musical (“vulnerable”, “íntimo” y “cercano” son las palabras que sus integrantes usan para referirse a su propuesta estética) la banda confiesa que prefiere manejarse entre lo casual y lo accidental, sin tomarse demasiado en serio, y permitiéndose evocar tanto sentimientos profundos como una estética aparentemente infantil (y ligeramente cringe, según Ayala). “Apuntamos a convocar esas partes vulnerables que no solemos mostrar, o por lo menos no sin ciertas barreras, y en el proceso buscamos reflejar esa sensibilidad”, concluye Annie.
Escuchá a Osito del Amor en plataformas de streaming (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).