Radiante y misterioso al mismo tiempo, en el universo de Pablo D’Elia, la música es el pasadizo a su esencia más auténtica. A pesar de componer desde los 16 años, la producción musical era una faceta que había dejado en segundo plano debido a su dedicación al teatro, donde se desempeñó como director y actor. La gestación del álbum debut de su proyecto Pablo y Las Letras, Nada de amor (2023), fue un proceso que maduró con el tiempo, fusionando vestigios emocionales con nuevos retos estéticos. Esos años marcados por vivencias intensas y significativas fueron el crisol en el que se forjó un álbum de profunda transformación.
“En 2021 estuve internado por covid con oxígeno, pasé 11 días en el sanatorio -cuenta el artista argentino en conversación con Indie Hoy-. Pensaba que chau, la pinchaba. Fue muy loco, porque el día que me internan es el día que me llega el turno de la vacuna. Esas cosas de la vida. Y encima el año pasado me trataron de matar por un encuentro de Tinder, una noticia que circuló bastante. Todo eso fue durante el proceso de creación del álbum, en el medio de la grabación, y se extendió porque en el medio tuve que reponerme de esas situaciones”.
El baile se convierte en un vehículo de sanación para Pablo, quien encontró una manera de aliviar y curar heridas a través de la música y el movimiento. Nada de amor refleja esta dinámica: las canciones actúan como un refugio donde la luz y la oscuridad se entrelazan en un torbellino que brinda un consuelo en la efervescencia colectiva de la pista. “Hay algo de decir ok, no me voy a morir, estoy acá y estamos acá. Y vamos a tomar un poco la escena. Tomar la escena bailando, componiendo, buscando representatividad”, afirma.
“Para mí, hay algo muy importante en ser un chico que le canta a otros chicos, algo que me parece que en Argentina nunca se le da mucha bola. La salida y la forma es un poco también la colaboración. En ese sentido, creo que el trap lo entendió muy bien, y al pop todavía le falta un poco más”, dice Pablo. De hecho, se lo ve ansioso por una canción en colaboración con Electrochongo próxima a salir titulada “Amicha”, que encarna precisamente ese espíritu de tomar la calle con orgullo: “Qué suerte que estés viva/ Pasarela en la avenida, caminando con mi amicha”, canta el dúo.
En su disco de diez canciones, Pablo explora los matices de su voz en un relato sonoro que brilla con un resplandor de luz neón. Su música se desplaza por una línea tornasol que abraza elementos del electropop y el trap. Esta odisea melodramática atraviesa décadas y géneros en una experiencia tan electrizante como magnética, donde el artista narra historias de amor en carne propia con el corazón maquillado.
“La música es una forma de hacer catarsis. Si no tiene un mensaje, mucho no me interesa. No un mensaje aleccionador, sino algo que a uno le pasó. Yo creo que para mí hay que contar historias en el arte y la música es uno de los canales en que quizás más soy. Por eso, queríamos que sea un disco sincero”, reflexiona sobre su colaboración con Chezco Beats en la producción del álbum. En conjunto, lograron una fusión que oscila entre la vibrante atmósfera rave y el pop británico, un proceso que adquirió un enfoque más experimental, influenciado por la admiración compartida hacia estrellas de la talla de Björk y Arca.
“Uno de los motivos que me convenció fue que Chezco sea de la diversidad, es un varón trans. Me hizo sentir muy cómodo. Además viene de otro universo sonoro, me fue llevando por otro lado, yo soy más de la balada romántica y Chezco es de la escena del boiler room -dice Pablo acerca de su productor, y añade un ejemplo acerca de lo fructífera que fue la unión artística-. La canción que da nombre al disco en principio era más de guitarra, mucho más tranqui, y le metimos algo de rock progresivo. Se trata de decir que no tiene que ser una sola cosa. Somos muy complejos como para encasillarnos”.
Masterizado por Matias Parisi, Nada de amor fue enriquecido con las participaciones especiales de Santiago Martín, Vedette y Franivv. “Quería que sean personas de la diversidad. Eso era como un norte, no me cerraba trabajar con otra gente -cuenta Pablo acerca de las colaboraciones del disco-. Me parece que Vedette tiene un sonido disruptivo, me gusta mucho su voz. ‘Big Bang’ es un tema que le gusta mucho a la gente, porque es muy de pasarela y por su estilo me pareció que estaba bueno llamar a una drag. Vedette escribió la letra también, y le da su toque especial, porque hay algo de de estar les dos totalmente en el tema”.
Sobre la participación de Santiago Martín, guitarrista de la banda, al comienzo no estaba seguro de cómo encajaría su voz en “Conmigo no”, pero finalmente decidieron darle una oportunidad y quedaron satisfechos con el resultado. “Y después, había visto lo que hacía Franivv y me encantó -cuenta Pablo sobre la colaboración que derivó en la estridente canción “Bardo”-. El tema tenía una parte más trapeada y pensé en que me gustaría que cante otra artista. Ella es de Mar del Plata y me pareció que estaba bueno también, pienso mucho en no quedarse con Buenos Aires, hay que buscar hermanas de otras latitudes”.
Pablo, un auténtico cinéfilo, revela su pasión por el director español Pedro Almodóvar, hechizado por el encanto de películas como Volver, Entre tinieblas y La mala educación. Medio erudito del séptimo arte y también admirador de Arturo Ripstein y Lucrecia Martel, dedicó sus primeros años al estudio de esta disciplina, centrándose en guiones y adentrándose en la dirección de arte y fotografía. Pero su destino tomó otro rumbo hacia el teatro. “El teatro me parecía más inmediato -cuenta-. Entonces ahí me metí a trabajar con Buscari, dirigí a Bimbo y otrxs comediantes. Siempre me gustó contar historias y creo que hay que elegir el mejor formato para lo que uno quiere contar, que puede ser una canción de 3 minutos, una obra de teatro, o una película”.
A lo largo de su vida, Pablo exploró diversas formas de expresión artística, pero encontró en la música algo distintivo. Por eso, tiene una claridad especial en cuanto a los límites y particularidades de cada una de ellas. “En la música no hay tanto intermediario entre el público y artista. Estás vos ahí en el estudio, o estás vos ahí con la gente, y sos vos directamente. Si te permitís serlo, ¿no? -se pregunta Pablo, y añade- Supongo que hay personas que tuvieron que crear en algún momento un personaje. A mí por el contrario, es el lugar en el que yo encuentro realmente que puedo ser yo, y contarte que en el 2019 salí con este chico, y por eso hice esta canción que se llama ‘No sos tan bonito’”.
En el futuro, Pablo aspira a crear un evento que amalgame de forma armoniosa elementos del teatro y la música. Su visión es clara: no desea que sea simplemente un recital, a pesar de su aprecio por estos. Considera la posibilidad de incorporar elementos de texto para conferirle un formato más teatral, enriqueciendo así la experiencia artística. Esta perspectiva añadiría un nivel adicional a su rol como performer y le brindaría la oportunidad de repetir y evolucionar la experiencia en múltiples ocasiones. “Yo creo que no hay nada más sanador que ver que otrx pasó por lo mismo -concluye-. Bailar y cantar una canción que vos escribiste, y que otra persona la comprenda, pero que no la comprende desde la cabeza, sino desde el ritmo, me parece que es el lugar más genuino”.
Escuchá a Pablo y Las Letras en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).