Bautizado como “el futuro príncipe de la anarquía” por Julian Casablancas, Johann Rashid es un editor, productor, director de cine y artista visual australiano que se mudó a Nueva York en 2014 para darle forma a su carrera musical como Promiseland.
Desde entonces, su proyecto crece en apariencia y suelta a los oídos del amplio mundo terrícola su ardiente musicalidad de voces punk, ecos marcianos andróginos, synth pop de los años 80 que se arrastra hasta los 2000 con alarmas, ritmos propulsores y una narrativa épica que preserva la poesía entre una existencia saturada.
Promiseland forma parte del catálogo de Cult Records, sello discográfico fundado por el líder de The Strokes. Por encima de la distancia que nos acontece de la cotidianidad estadounidense que tampoco escapa de ciertas crisis, el planeta Casablancas evoca los términos opuestos de una sociedad en calma y armonía. Esa reminiscencia no se escapa de la identidad artística que también atraviesa a Johann Rashid en Promiseland.
“Pensamientos de lluvia saturados de dolor, manejamos el auto hasta el borde de la arena sin confianza y con las manos rotas/ El sol calienta, los niños gritan, el perro está casi muerto”, canta Rashid en “Bad Days”, el primer adelanto de su disco debut Sad But Happy que fue publicado la semana pasada.
El segundo adelanto, “3D Flower“, surgió en una sesión de grabación con el productor Shawn Everett. “Nos quedamos despiertos hasta el amanecer para terminarlo -contó Rashad-, muy posiblemente perdidos o dementes. El video -dirigido por él mismo- se inspiró en una foto de Julian y yo parados junto a algunas motocicletas en Londres. La aventura comienza allí”.
El esperado primer álbum de Promiseland llega después de una serie de singles que viene publicando desde 2017, como “Personal Reflektor“, “Late Night Shuffle“, “My Shadow” y “Take Down the House“, en el que Rashid afirma ser “la fiebre siempre monopolizada”.
“Tan pronto como hablamos estamos contando una historia -escribió Rashid acerca de la importancia de crear un relato en su música-. La narración está en nuestra sangre, en nuestros huesos. Narramos nuestras vidas de muchas maneras. Las personas eligen mostrar la personalidad que quieren que otros crean que es verdad”. Con una línea conductual de brillantes tonos para colorear la distopía y un sonido saturado de ficción, Promiseland se hace eco y nos invita a adentrarnos a una tierra donde el sol podría ser de neón y las aves de metal.
Escuchá Promiseland en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).