Sería demasiado fácil encasillar a una banda como esta en una simple comparación con el vuelo sonoro de Radiohead, pero lo cierto es que si bien la influencia está, su búsqueda es otra, muchísimo más ligada a la introspección alternativa de una nueva generación que se anima a hacer cosas, crear conceptos frescos y desarrollar proyectos más allá de prejuicios o límites estilísticos. Abramos los oídos, porque el rango dinámico de El Barco de Anoc es cada vez más amplio.
El Barco de Anoc nace, en principio, como parte de un proyecto solista de Octavio Carranza (guitarra acústica, voz principal y kaossilator) que más tarde mutaría en la formación actual, sumando a su hermana Ana Carranza en violines y coros, Fernando Figueroa en guitarra eléctrica, Pablo Aguilera en bajo y Johan Bazan en batería. Músicos que han sabido entenderse para lograr un sonido compacto, claro y eficiente a la hora de trasladar al vivo la mixtura que se produce entre las percusiones programadas, secuencias y efectos disparados desde el kaossilator, los coros y las bases climáticas con arreglos de un violín que, para mí, terminan de redondear un proyecto interesante, tanto técnica como musicalmente. Son músicos que estudian, y se nota.
La banda, pese a su corta carrera, me sorprendió al lograr una línea estilística tan personal en lo que es su primer EP, llamado simplemente EP #1, en el que se definen con 5 canciones grabadas en su home studio, cuyas letras denotan cierta preocupación y detallismo a la hora de establecer un mensaje principalmente etéreo pero lo suficientemente terrenal como para generar imágenes de un altísimo vuelo poético entre las capas de delays y voces superpuestas que impregnan cierta identidad volátil a la grabación.
Hay una nueva camada de músicos preocupados por aprender a hacer las cosas bien, entre las cuales El Barco de Anoc encaja perfectamente, no solo por casualidad, sino también por la curiosidad y atención que implican utilizar los elementos sonoros con los que juegan. El barco recién zarpa, y existe la posibilidad de que se choque contra un iceberg, pero sin esta, ¿cuál es la gracia de arriesgarse y empezar con el pie derecho?