Gestada en Wilde, La Noche Que Estuve a Punto de Morir existe desde el año 2012. La banda originalmente fue concebida como un trío de guitarra, bajo y batería; a través de los años han tenido idas y vueltas pero hoy completan su formación con David Bogado (guitarra, voz principal y pianos), Augusto Mastropablo (bajista), Tiago D’Amore (guitarra acústica y coros) y Juanca Gonzalez (batería). A pesar de estos cambios, sigue siendo Wilde, la estrella al sur del Gran Buenos Aires, la que da horizonte musical para que estos jóvenes ensayen en la misma terraza devenida en sala de ensayo.
En su nueva entrega musical Perfume de pólvora la banda afirma y desarrolla con más detalle el estilo musical que había planteado en su debut. Intimista pero ficticio, el disco arriesga a coquetear con la delgada línea de un relato personal que se transforma en cuento de novela: imaginería gótica preocupada por la finitud de la muerte y la inmortalización de imágenes en canciones, lo único que nos queda para dignificar la vida en la Tierra. El disco mezcla elementos del folk como armónicas, piano, guitarras acústicas y trompetas con elementos de psicodelia, wah-wahs, slides y reverbs. Sus canciones son lamentos urbanos en tonada borracha, y con esta fórmula se dejan entrever sus propias influencias musicales en sus confesiones.
Dibujados en fórmula de blues, jazz, rock psicodélico, tarantelas y vals mortíferos, los relatos-canción de La Noche evocan una línea definida que se engloba con el nombre de la banda; aunque probablemente hayan sido muchas las veces que tal preocupación, propia de la condición humana, esbozó jugueteos en el subconsciente de estos oscuros cuentos nocturnos. En la mayoría de las canciones resalta el groove de la banda, no una mera repetición de beat sino la repetición rítmica que dispone al oyente a mover la cadera. Pero ni siquiera en estos momentos de influencia espirituosa pierden su toque personal, cualidad muy apreciable en tiempos del copie y pegue musical.
Las canciones de La Noche son para bajarse un paquete de puchos de 20 mirando por la ventana un día de lluvia. Música para los que disfrutan el errante camino de la oscuridad, para los que caminaron solos por un pasaje sintiendo el suspiro de la parca acurrucando al oído un “te toca”, pero que disfrutaron románticamente de tal experiencia.