Luego de dos simples que sirvieron de manija, los platenses 107 Faunos liberaron al fin su nuevo trabajo discográfico, el maduro Últimos días del tren fantasma.
Desde que los 107 Faunos comenzaron a editar música, allá por el 2008, su sonido y su propuesta se pegaron a otros fenómenos de similar proyección. Pero a pesar de los años de trayectoria y el puñado de hits que lograron diseminar por el imaginario indie de la Argentina (“Muchacho lobo“, “Calamar gigante n° 8“), la banda nunca pudo dar ese salto de calidad que la destaque del resto.
Sin embargo parece que con Últimos días del tren fantasma, su cuarto disco, el grupo oriundo de La Plata consigue, en menos de media hora de canciones, comunicar un concepto, jugar con distintos estilos y profundizar con sus letras esa mirada de mundo que vienen ejerciendo desde sus comienzos.
Últimos días del tren fantasma es la tercera aparición discográfica del año para los 107 Faunos. Primero lanzaron los simples Cosas caras rotas y La turba, que llevan en sus tapas a un zorro naranja y un mono azul, respectivamente. Dos íconos que se terminan de unir en la carátula del LP, que pone en primer plano a una pareja de mirada trágica y pensamientos turbios.
El disco comienza con la cantable “El camino” y sigue con dos temas que ya conocíamos: “Cosas caras rotas” y “La turba“. Como buen CD de 107 Faunos, ninguna canción alcanza los 3 minutos. Principio que no traicionan y que sirve para lograr una escucha completa en tiempos donde parece que lo único que funciona es lo efímero.
El tracklist baja un cambio con “Por ir a comprar“, el tema en donde empiezan a incluirse elementos del universo de la ciudad natal de la banda. Se habla, por ejemplo, del bosque, el mismo que separa las canchas de Gimnasia y Estudiantes, los clubes más populares de La Plata. Ese pueblo (como lo llaman en más de una canción) que fue diseñado para contar con una plaza cada seis cuadras y miles de atajos para ir a todos lados en bicicleta.
La cosa sigue con “Ley de los hermanos“, una canción con destino de hit. Su estribillo es un gancho a la mandíbula que lo comprueba: “Tomar clases de algo singular, y al mismo tiempo pertenecer y alimentar el calor de la manada”, todo un canto a la juventud. “Jazmín chino” aporta lo suyo con un interesante solo de guitarra, pero con “Triceratops roll” y ese bajo que lleva la batuta -y no necesita de palabras- 107 Faunos parte a la mitad el disco. Lo que se viene es más tranquilo y reflexivo.
La segunda parte arranca con “Vendedores de lupas“, que tiene una melodía compleja y un coro muy simple: “Quiero despertar, voy a despertar. Quiero despertar, voy a despertar”. Luego la ciudad vuelve a ser la protagonista con la canción “La Plata“, una oda al terruño. “Las paredes de las calles del pueblo están llenas de poster de bandas tributo, y para la falsa aristocracia que llena los lugares, nosotros somos lo menos”, parecen quejarse los 107 Faunos. Hablan de una movida cultural que a veces cuenta con más bandas que público.
“Descenso luminoso” es una balada que pasa como un instante, como “2 de julio” y “Tacho negro“, que sentencia: “Mis pensamiento son castillos de cartas que se caen”. Antes hablaban de videojuegos, ahora se ponen más profundos e introspectivos.
El disco cierra con la nostálgica y acústica “Club de observadores“: “Pleno presente, si estoy con vos. Activaste lo que hay en mí, cambiaste todo. Club de observadores del universo mirando entrena. Repasa las piedras la sombra de un cóndor. Asoma el temple de animales en el agua. Las nubes se buscan mientras va cayendo el sol”. Poesía pop, imágenes sensoriales, bosques, animales y la firme convicción de que los 107 Faunos ahora van en serio.
107 Faunos – Últimos días del tren fantasma
2014 – Laptra
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01. El Camino
02. Cosas caras rotas
03. La turba
04. Por ir a comprar
05. Ley de los hermanos
06. Jazmín chino
07. Triceratops Roll
08. Vendedores de lupas
09. La Plata
10. Descenso luminoso
11. 2 de julio
12. Tacho negro
13. Club de observadores