El 21 de diciembre finalmente se disipó la espera por el segundo disco de Aloe. El proceso tomó más de lo esperado, tanto para la banda, que a la salida del primer single expresó las idas y vueltas que tuvieron con dicho track, como para su público, que durante tres años fue recolectando distintos adelantos vía Instagram y Facebook.
Si el único avance del disco, “Montañas aquietadas”, no había sido suficiente para separarse de la impronta del primer disco, los primeros segundos alcanzan para establecer diferencias con su predecesor titulado Aloe (2015). “Tigre”, al igual que casi todos los temas que conforman al lanzamiento, fueron parte de los shows en vivo del conjunto desde luego de la salida de su debut homónimo hasta sus últimas presentaciones en 2018 en escenarios tales como el Konex, el Centro Cultural Haroldo Conti, Teatro Vorterix (teloneando a Thundercat) y un paso fallido por el Lollapalooza 2018 (el día que tocaban se suspendió por tormentas).
La construcción del disco se va dando paulatinamente: un ejemplo de esto aparece en la apertura, cuyo inicio viene dado por un teclado raquítico acompañado de un beat simple y con la voz de Paco Leiva (voz, guitarra, sintes) que de a poco comienza a sumar capas: la simpleza del teclado cede a efectos más complejos y timbres diversos, las guitarras comienzan a aparecer y multiplicarse a medida que avanza, la estructura comienza a saturarse hasta alcanzar un punto álgido en el solo de guitarra montado sobre un colchón de voces. A continuación, “Loto” muestra una lógica de composición parecida, presentando partes claras que se suceden en una estructuración más marcada que las canciones que hacían a Aloe, manteniendo el virtuosismo que los caracteriza en métricas irregulares, un diseño sonoro de delicadísima elaboración (co-producido con Ro Stambuk, el disco cuenta con la participación de Guido Moretti y Pablo Bursztyn en beats, programaciones y arreglos adicionales y fue mezclado por Nico Cotton) que cuenta de a momentos con un gran trabajo a dos baterías por Francisco Wechsler (batería/octapad, voz y sintes) y Alex Greiner (bajo y batería/octapad).
Al llegar a “Sopor”, el disco alcanza un punto álgido que se mantiene hasta su finalización. Esto sucede por esta construcción paulatina, pues si bien la canción comienza cantada por Paco, el estribillo lo toma Francisco y la bajada Rodrigo Lalli Galean (guitarras y voz) para finalmente explotar en una parte cantada en un coro a varias voces. Algo de este proceso recuerda a la tapa del primer disco, donde algunas formas como ojos se funden en un todo ininteligible. De manera análoga, Aloe vuelve a fundir sus partes en un todo mucho más complejo.
Algunos seguidores se desorientaron frente al reciente cambio de estilo de la banda (en YouTube circuló un registro en vivo de “Montañas aquietadas” que difería notablemente de la versión final), que toma estructuras más convencionales del formato canción y coquetea incluso con géneros urbanos como el trap. Muchos veían en este cuarteto bonaerense uno de los últimos bastiones del rock progresivo conjugado con sonoridades del jazz y del rock psicodélico. Lo progresivo de Aloe, evidentemente, no pasa por quedarse estancado en su zona de confort, sino por avanzar a la par de los tiempos que corren -tres años no son poca cosa- sin dejar de lado la complejidad y el virtuosismo que los caracteriza, además de un misticismo particular. En este proceso de hibridación es, por lo menos, interesante revisar las influencias que asumieron los integrantes en su playlist de Spotify donde conviven artistas tan disímiles como Kendrick Lamar y Eduardo Mateo. Esto demuestra el abanico sonoro que buscaron en su segundo trabajo de estudio y su manera de avanzar a lugares todavía no conocidos.
Aloe – Lo suficiente
2018 – Independiente
01. Tigre
02. Loto
03. Cuándo será
04. Sopor
05. Montañas aquietadas
06. Lo suficiente