Existen quienes para poder apreciar una obra en su totalidad requieren escindirla de su creador, realizar una operación casi quirúrgica que resulte en un producto inmaculado, ajeno a cualquier tipo de condicionamientos externos. Existen otros, a los que se les imposibilita dicha separación y requieren conectarse con el artista para percibir su oferta de manera holística, casi conceptual, aceptando que las cosas deben ser de ese modo y nunca de otro.
Suele ser fácil, natural, casi instantáneo ubicarse en uno u otro bando, pero no todos los días uno es empujado hacia los límites, no todos los días se topa con un personaje como Ariel Pink.
Ariel Pink, en ese sentido, es tanto sujeto creador como obra misma. Es el escudo detrás del cual Ariel Marcus Rosenberg escapó de la alienación que la frivolidad de Bevery Hills invertía en su crianza, el alter ego que cumple sus más íntimas fantasías, el espejo a través del cual se mofa de sus inseguridades.
Con eso en mente, este Ariel en particular nunca podría haber sido de otro color que no sea el rosa, y el pigmento exacto de aquel que compone mayormente a la tapa de su magnum opus: pom pom.
pom pom es el segundo disco que Ariel Pink piensa como un producto íntegro desde que sabiamente decidió alejarse de sus grabaciones caseras y se hizo amigo de los estudios pulidos. El primero sin el acompañamiento de su inolvidable “Haunted Graffiti”.
Una apuesta semejante sólo podía tener a Ariel empujando a Ariel a su máximo esplendor, a confines donde lo absurdo no tiene límites, tampoco la violencia o el pudor.
Si bien excede a mis capacidades cognitivas y sensoriales desglosar el concepto que engloba al disco, no puedo evitar pensarlo como una cruza entre el Pornograhpy de The Cure y la androginia del Rocky Horror Picture Show. También como primo lejano de cualquier disco de Mr. Bungle.
“Plastic Raincoats in the Pig Parade” es indiscutidamente el opener de un disco de estas características. Es la canción que lleva a cuestionarnos cuánto es suficiente, cuánto es justamente necesario. Si esto es así o en realidad alguien está jugando con nosotros. Es la que espanta a los débiles, la que irrumpe con un susto.
“White Freckles” responde al cuestionamiento de la quinta (“Not Enough Violence”) exacerbando todo en completo frenesí. Y, sin embargo es tan violenta como puede resultar una canción que en realidad remite a pecas y salones de bronceado.
“Four Shadows” es la que comienza la seguidilla que invoca a esos universos de oscuridad absoluta a los que me refería cuando sacaba a colación Pornography al inicio de esta reseña. Ambientación que implosiona en ese momento de indescriptible dicha que encarna “Put Your Number on My Phone”.
“One Summer Night” es uno de esos temas tan bellamente construidos que con total sutileza nos incitan a apropiarnos del lado más “serio” de Ariel Pink, a considerarlo un innegable artesano de la canción y aplaudir su eclecticismo.
La espiral de desenfreno e inmoral libertinaje llega a su punto más desesperante en durante la sucesión de “Nude Beach a G- Go”, “Goth Bomb” y “Dinosaur Carebears”, las canciones que culminan la primer parte de este excéntrico disco doble. La nueva apertura llega de la mano de “Negativ Ed” pero el humor es el mismo. El desenfreno es real.
Con “Sexual Athletics” llega otro de los puntos más firmes de la producción. Pocas canciones podrán retratar tan directamente la esencia de Ariel Pink, o crear una manera más icónica de representarlo como un “sex king” en un columpio de terciopelo que nos invita (como siempre) a vivir en mundo donde la perversión se resignifica y deja de tener una connotación negativa. Idea que se refuerza con la fantástica “Black Ballerina”.
El absurdo también toma nuevas dimensiones en “Jell- O”, una oda a la gelatina o “Exile On Frog Street”, la historia que nunca te contaron sobre la princesa que besa un sapo y obtiene a cambio un Ariel Pink.
El disco se despide con dos fuertes condimentos, la inmensa “Picture Me Gone” y la necesaria “Dayzed Inn Daydreams”, que nos despierta de esta inmersión en el genio de Rosenberg.
pom pom es un disco único e irrepetible. Genera tantas emociones (positivas o negativas) que es imposible pasarlo por alto. Su indiscutible magnetismo asusta un poco, considerando que es la creación de un hombre que deconstruye y banaliza todos aquellos lugares donde nosotros lo simples mortales encontramos placer.
Irrespetuoso ante las formalidades del formato canción, desconsiderado hacia el gusto en general, Ariel Pink lo ha hecho de nuevo, y esta vez, apostó en grande.
Ariel Pink – pom pom
2014 – 4AD
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01. Plastic Raincoats in the Pig Parade
02. White Freckles
03. Four Shadows
04. Not Enough Violence
05. Put Your Number in My Phone
06. One Summer Night
07. Nude Beach A G-Go
08. Dinosaur Carebears
09. Lipstick
10. Goth Bomb
11. Negativ Ed
12. Sexual Athletics
13. Jell-o
14. Black Ballerina
15. Picture Me Gone
16. Exile On Frog Street
17. Dayzed Inn Daydreams