Se dice a veces que para apreciar mejor la Música hay que procurar separarla, en lo posible, de la vida personal del Músico, pero hay casos en los que arte y artífice se presentan tan hermosamente simbiotizados que desprender las costuras que los unen sería más bien un crimen. Uno de esos casos es el de Bradford Cox (miembro fundador de Deerhunter, quién no los conoce a esta altura) y su proyecto solista, Atlas Sound.
Bradford es larguirucho y arácnido a la fuerza; tiene síndrome de Marfan, muchas horas de terapia intensiva encima, mucha hidrocodona, mucha soledad adolescente registrada vía magnetófono, y muchísima música dentro, tanta que se me antoja imposible que ese cuerpo desgarbado pueda abarcarla en su abismal cantidad, y quizás un poco imposible sea porque es tan prolífico que la música parece escapársele por las esquinas. Él la genera para escapar de sí mismo también, para huir por los pasillos del hospital de niños en el medio de la noche, pero no puede porque al fin y al cabo, él es su música.
Su historial de niño enfermo y aislado era más que palpable en el primer disco que lanzó como Atlas Sound, en 2008 (Let The Blind Lead Those Who Can See But Cannot Feel), y en Parallax, su trabajo más recientemente editado, eso sigue ahí, persistente e ineludible, pero más como si fuese el extremo opuesto del túnel. En el medio hubo otro álbum, Logos, menos autoreferencial y más disperso, que personalmente no me gustó justamente por eso. Atlas Sound sólo consigue movilizarme y fascinarme cuando funciona como canalización del mundo interno de Bradford, cuando no logro (ni quiero) separar una cosa de la otra.
En este sentido, Parallax es un triunfal regreso a las formas. El disco está plagado de esos ruiditos de secuenciador, cinta y sintetizador propios de la psicodelia a la que Bradford adscribe musicalmente. En “Modern Aquatic Nightsongs” son tal vez más obvios porque el título mismo de la canción los sugiere, pero en realidad están en todos lados y hacen que el álbum completo tenga esa textura como sumergida y tintineante; más que doce canciones son doce ondulaciones sobre el agua, monedas que caen y se desparraman en infinito. Los tracks más uptempo, aquellos con mayor instrumentación y más inmediatamente “gustables” —como “The Shakes” o “Mona Lisa“—, están mechados gentilmente con la expansividad y parsimonia de otros —como “Doldrums” y “Flagstaff“—, y el conjunto contemplado íntegro tiene una cohesión contundente que Atlas Sound no había mostrado antes.
Bradford canta sobre el dolor, la decadencia, la depresión (“When you’re down, you’re always down”, en “Te Amo“), la gente rara, los “caprichosos caminos a la gloria”. El mundo interno de Bradford, ese sobre el que necesito que cante para que me guste lo que canta, no es precisamente agradable. Los ecos de Let The Blind… se oyen claros en las temáticas sobre las que Parallax se detiene; la diferencia es que Bradford está más grande y aunque en el fondo siga siendo ese nene enfermo, aprendió a revestir de resplandor su melancolía y ya no parece estar “esperando ser cambiado”, como rezaba en “Quarantined“. Tampoco advierto, como antes, ningún deseo de esconderse. Fíjense, si no, en el arte de tapa: por fin un rostro visible, adiós a esos destellos de la lente que en sus anteriores artworks ocultaban y anonimizaban. Bradford está acá; está solo, está triste muchas veces, pero está. Y en “Lightworks“, el tema de cierre de Parallax, hasta se anima a terminar las cosas con una nota positiva: en donde sea que mira, dice, hay una luz guía. Lo lindo es que, aunque probablemente no lo sepa, esta vez la luz viene de él.
Atlas Sound – Parallax
2011 – 4AD
01. The Shakes
02. Amplifiers
03. Te Amo
04. Parallax
05. Modern Aquatic Nightsongs
06. Mona Lisa
07. Praying Man
08. Doldrums
09. My Angel Is Broken
10. Terra Incognita
11. Flagstaff
12. Lightworks