Pocas veces el nombre de una banda remite tan acabadamente a la música que le corresponde como sucede en el caso de Beach House. Desde el álbum homónimo de 2002 hasta acá, el dúo de Baltimore recorrió un largo camino en lo que a cosecha de buenas críticas y fervientes cultores concierne, pero son casi siempre iguales los sonidos que Victoria Legrand y Alex Scally confeccionan con delicadeza de bailarina encerrada sempiterna en su cofre en miniatura: sonidos de atardeceres costeros fotografiados en instantáneas, que parecen haber sucedido hace mucho tiempo y que, en marcado contraste con otros grupos que buscan meter el mar en un frasquito (léase Beach Fossils, Wild Nothing, Real Estate et al), están revestidos por una suerte de tristeza deseable, el placer extraño de tener el corazón roto, la nostalgia por cosas que no pasaron todavía.
Armados —como desde el principio— con órgano, guitarra, caja de ritmos y la preciosa androginia vocal de Victoria, Beach House entregan en mayo a través de Sub Pop su cuarto disco, Bloom, palabra también más que apropiada para resumir lo que la escucha traerá: la música melancólica de siempre pero en su estado más álgido y desenvuelto; todas las notas en flor. El track de apertura y primer single, “Myth“, con tanta dulzura a cuestas, da la señal inequívoca para que de ahí en más caigan en cascada, sin desperdicio ni empalago, todas esas baladas que se desarman de a poquito, colman los sentidos y enamoran; con un cierre (“Irene”) que se toma su tiempo —casi siete minutos— para inspeccionar con tierna curiosidad cada recoveco de su melodía y apagar una a una las luces hasta desaparecer. Uno de los discos más bonitos, en suma, en lo que va de este año apocalíptico del Señor.
Beach House – Bloom
2012 – Sub Pop Records
01. Myth
02. Wild
03. Lazuli
04. Other People
05. The Hours
06. Troublemaker
07. New Year
08. Wishes
09. On the Sea
10. Irene