Hace poco menos de tres años, cuando ante una repentina filtración decidió lanzar por adelantado su nuevo trabajo sin ningún tipo de promoción ni adelanto, Björk invitó al público a entrar de lleno en la intimidad de su separación con el artista Matthew Barney. Aclamado por la crítica, Vulnicura fue tildado como el álbum más personal y oscuro de la reconocida cantante, compositora y productora islandesa. Cuerdas prolongadas, beats punzantes y letras que de tan directas se volvían universales se mezclaron para darle sentido a un clásico instantáneo. Dividido en dos partes, narra de manera cronológica cada instancia de su separación, desde los meses previos hasta los atisbos de progreso hacia los últimos temas. Justo en la mitad, con una voz potente rodeada de cuerdas y sintetizadores etéreos, Björk ofrecía un “universo de soluciones” a partir del arduo trabajo de levantar un “monumento de amor”. Utopia, su décimo disco de estudio, podría entenderse en su narrativa como resultado de ese amor. Con una Björk feliz, maternal, feminista, sexual y más sabia que nunca, su más reciente trabajo se acomoda sin esfuerzo a lo alto del podio de sus mejores discos.
Después de uno de los últimos shows en soporte de Vulnicura, Björk le comentó a Arca, el músico venezolano que hace ya varios años se volvió el predilecto de la islandesa, que se habían ganado un poco de ligereza. Concebido en su totalidad, por primera vez en su carrera, con la ayuda de alguien más –llegó a comparar su relación con Arca con la de Joni Mitchell y Jaco Pastorius-, Utopia logra con creces esa merecida ligereza. A partir de un grupo de mujeres flautistas islandesas elegidas por ella como instrumentación base para el disco, y con la adición de cantos de pájaros y beats carentes de una estructura fija, Björk logró un disco que se deja penetrar con facilidad en su multitud de texturas. Catalogado como la contracara feliz de Vulnicura, aunque más bien podría ser entendido como una continuación orgánica de su segunda mitad, Utopia se levanta como un manifiesto que enaltece el amor como motor de cualquier cambio.
Desde el comienzo del disco, en “Arisen My Senses” ya se puede escuchar a una Björk nuevamente enamorada que está a años luz de la que en el 2015 se mostraba con una herida abierta en el pecho. En cambio, esa herida se transformó, como explica en “The Gate”, en un portal para recibir y dar amor. Este sentimiento es el eje central del disco, aunque no sólo en su acepción romántica o sexual. Todas las formas de amor, hacia una amistad, a sus hijos, a la naturaleza, se mezclan hasta en una misma canción para dar un panorama más amplio de la cosmovisión que ella quiere compartir. Su propuesta con este nuevo LP no es hablar de una Utopia inalcanzable sino imaginar un futuro en el que ya estamos inmersos. Como canta en “Future Forever”, pieza que cierra el disco como continuación de su hit “All Is Full Of Love”, sugiere un futuro libre de todas las ataduras del pasado que trascienda las estructuras dominantes, hasta formar un “domo matriarcal” en el que arrancar de cero.
Recientemente, Björk se sumó a la campaña #MeToo, en la que miles de personas de todo el mundo, en especial mujeres, hicieron públicas sus historias de abuso. Con una denuncia al director de Dancer In The Dark, Lars von Trier, decidió dejar de lado su plataforma artística y sumar su voz a una causa que siempre estuvo presente en su obra, aunque nunca tanto y tan explícitamente como en Utopia. En canciones como “Tabula Rasa”, en la que pide cortar con la “cadena de cagadas de los padres” en pos del bien de su hija y todas las mujeres del mundo; o la monumental “Body Memory”, pieza de casi diez minutos en la que se ve atrapada en una “farsa patriarcal kafkiana” contra la que su cuerpo le exige luchar, Björk retoma con más fuerza que nunca la figura de la mujer como una fuente de poder en la que conviven la fuerza y la vulnerabilidad, y como alternativa necesaria para solucionar los problemas que hoy más aquejan al mundo.
Más allá de su producción magistral o su contenido más que relevante para el contexto sociopolítico mundial, su ejecución lírica es infalible. Las letras y su manera tan particular de cantarlas se amalgaman para crear una sensación de intimidad con el público que recuerdan a la etapa más madura de Kate Bush, en la que una voz prodigiosa ya no necesita demostrarle sus talentos a nadie y deja de lado los excesos extraordinarios por los que era reconocida para dar sólo lo que la propia obra le exige. En Utopia son pocos los momentos de explosión vocal. En cambio, abundan los susurros y falsetes que le dan espacio a una instrumentación impecable que bien podría bastar sin necesidad de ningún otro acompañamiento. A pesar de acortar el tiempo entre disco y disco –de los esperados cuatro años que venía tardando entre cada trabajo los redujo a poco más de dos- y de ser Utopia su álbum más largo con casi una hora y cuarto de duración, el resultado es un conjunto de catorce canciones que se suceden la una a la otra con una fluidez que hace difícil interpretarlas como unidades y no como piezas que se complementan para dar a luz a una mayor y mejor obra. Björk no se equivocaba cuando, hace ya muchos años, sostuvo en una entrevista que sus mejores discos los haría pasados sus cincuenta años: Utopia recién es el comienzo.
Björk – Utopia
2017 – One Little Indian
01. Arisen My Senses
02. Blissing Me
03. The Gate
04. Utopia
05. Body Memory
06. Features Creatures
07. Courtship
08. Loss
09. Sue Me
10. Tabula Rasa
11. Claimstaker
12. Paradisa
13. Saint
14. Future Forever