Tengo que reconocerlo. Cuando me enteré de la noticia tuve miedo. Bob Dylan lanzaría un disco versionando a Frank Sinatra. Mucho miedo. Y el miedo estaba justificado: Recordaba la presentación de Dylan en su última gira por Sudamérica. Un tipo cansino, desganado, malhumorado y sin ganas de estar ahí. Un Dylan muy lejano al líder de ese movimiento de protesta de comienzo de los sesenta y también muy lejano al rockero que dejó callado a un teatro entero con su “play it fuckin’ loud”. Éste era otro. Un señor entrado en años que seguía girando porque era la única vida que conocía posible. Cuando no hay dirección a casa solo nos queda seguir en el camino. Algún lugar servirá de refugio ante la tormenta por alguna noche. En el show que dio en Uruguay estuvo casi todo el tiempo de espaldas al público, su voz otrora nasal y con su famoso desafine -que no es más que el acento y pronunciación del sur de Estados Unidos- había dado paso a una especie de gruñido. Al ladrido de un perro viejo y cansado que no quería que se le acercaran. El miedo estaba fundamentado. ¿Cómo haría éste último Dylan para meterse con canciones que fueron inmortalizadas hace ya mucho tiempo por La Voz?
Un viejo zorro nunca pierde sus mañas dicen y en el caso de Dylan un viejo genio nos hace creer que está acabado para que caigamos en su trampa. El disco es probablemente uno de los trabajos más sólidos que ha realizado desde el Modern Times (2006, Columbia Records). Al sacar las canciones de las típicas orquestaciones que utilizaba Sinatra en la época, despojarlas y llevarlas a un terreno más cercano al propio. Los recuerdos nunca son precisos por definición. Son la percepción de un individuo alterada por los años de sucesos del pasado. No es simplemente un disco de Dylan versionando a Sinatra: Es Dylan apropiándose de las canciones, aprehendiéndolas y haciéndolas propias.
Tal vez siempre le fueron propias, de alguna manera.
Paso a explicarme.
Todas las canciones son de la década del ’40, aunque algunas Sinatra las haya grabado después. En los comunicados de prensa de éste disco las canciones fueron asociadas a Sinatra pero en realidad son canciones que como todos sabemos, Frank nunca escribió. Muchas son de Haven Gillespie, Ted Mossman u Oscar Hammerstein II, en fin, clásicos de los ’40 que luego Sinatra inmortalizó. En esa década la radio comenzaba a tener su masividad, como bien nos recuerda Woody Allen en su film Radio Days. Era la fuente de información y la manera por la cual estas canciones se infiltraban en los ambientes de las casas: En las cocinas mientras salía humo de una olla a medio tapar, en el estar donde el padre leía el diario y en el cuarto de un niño -Dylan nació en el ’41- mientras jugaba con un rifle de juguete. Esas canciones lo acompañarían por el resto de su vida, consciente o inconscientemente. Hablamos de la época de mayor asimiliación de un niño. Muchos se habrán preguntado, en un momento yo también lo hice, ¿por qué las canciones más famosas de Sinatra quedaron fuera de este disco? Por ejemplo “My Way“, “Summer Wind“, “Fly Me to the Moon” o “That’s Life” por decir algunas. La respuesta es simple. Esas ya son canciones de otros. Son canciones posteriores a los ’40. A la década de su niñez. A la década que Dylan está rindiendo tributo y recordando con añoranza. Sinatra es solamente una excusa. Más mañas de un zorro muy astuto. Con Dylan nada es simple y éste disco, aunque lo aparenta a primera vista, tampoco lo es. No es simplemente un disco de covers.
Las canciones, más cercanas en los arreglos musicales a las American Recordings de Johnny Cash o a las baladas de Tom Waits que al propio Dylan, nos dejan escuchar a una voz cansina, rota y desgarrada por los años añorar aquellos viejos tiempos. Como un cuento del abuelo sobre su juventud. Sobre esos años donde por un tiempo todo estuvo bien. La guerra había terminado, el país salía a flote. Había mucho por hacer y el futuro era prometedor. Todo iba a estar bien y su madre cantaba esas canciones al unísono con la radio. Lamentablemente no todo fue así y por eso tenemos delante a un veterano de mil guerras cantándole a esa época. En el título del disco también hay ciertas pistas al respecto, más allá del simple juego de palabras con Strangers in the Night se esconde algo mucho más complejo. Las sombras en la noche. ¿Qué son esas sombras sino las ausencias? El rastro de algo que dejó de estar pero permanece ahí, en las sombras, en la memoria.
El disco cierra con la maravillosa y emotiva “That Lucky Old Sun“ que fuese interpretada entre otros previamente por Louis Armstrong o Aretha Franklin. En la canción, Dylan despliega una voz quebrada que pareciera despedirse de that lucky old sun y con él de ese gran y corto -el disco dura poco más de media hora- viaje en el tiempo por el que Dylan nos ha llevado a rememorar con él una época que pasó y no volverá.
Tal vez éste viejo zorro haya encontrado su camino a casa.
Bob Dylan – Shadows in the Night
2015 – Columbia
01. I’m a Fool to Want You
02. The Night We Called It a Day
03. Stay With Me
04. Autumn Leaves
05. Why Try to Change Me Now
06. Some Enchanted Evening
07. Full Moon and Empty Arms
08. Where Are You?
09. What’ll I Do
10. That Lucky Old Sun