Charly García vuelve a dejar en claro que su música siempre se conjuga en presente. El creador de canciones hechas para que duren para siempre da vida a diez temas que arman un impresionante collage.
Con este trabajo, Charly hace un gesto comparable a David Bowie en The Next Day, el disco con el que el Duque Blanco salió de una pausa de años, trayendo nueva música, sirviéndose libremente de sonidos de toda su discografía. De manera similar, en Random hay constantes guiños y fragmentos de su historia e influencias, pero evitando la repetición, la nostalgia y las comparaciones vacías. El nuevo disco de Charly es justamente eso: nuevo.
El primer elemento con el que nos encontramos es la melodía circular y delicada de “La Máquina de Hacer Feliz”. Esta máquina no tiene por objeto hacer pájaros y otorgar alas, sino dar felicidad. Pero la alegría artificial es una quimera: “La felicidad no existe en soledad” escribe García, despegándose de soluciones que vengan del aislamiento.
A continuación, dos minutos de rock hacen un repaso por la filmografía de Stanley Kubrick, desprendiéndose de la solemnidad inicial y dando lugar a su sentido del humor y jovialidad.
Esa liviandad continúa en el constante “banjo” de “Primavera”, que da un toque folk ausente en su música desde hace décadas. Contrastado con órganos, sintetizadores y guitarras, que van creciendo en intensidad, la melodía se torna irresistible. Ese contraste se expresa también en su poesía, que se luce igualmente con dosis ácidas (“Ahora que estoy rehabilitado, saldré de gira y otra vez me encerrarán cuando se acabe, y roben lo que yo gané”) y de inocente dulzura (“Al fin llegó la primavera, al fin saldremos a pasear (…) porque siempre estaré pronto a renacer, porque hoy yo estoy más joven que ayer”).
La veta autorreferencial se mantiene en “Rivalidad”, con una apertura instrumental que nos transporta hacia sus años ochenta. En su contagiosa melodía pueden escucharse ecos del hit de los sesenta “The Loco-Motion” (el cual Charly ya había desarmado en su monumental “La Hija de la Lágrima”). En este caso le canta a aquellos que no pueden distinguir “la música del ruido”. En tiempos en que se pretenden conciliaciones de cotillón, él declara la guerra: “Viva la rivalidad”. No hay paz posible con quien no te deja ser.
La furia contenida de Charly aumenta en “Otro”, con su voz rasgada y un comienzo de hard rock en línea con el potente “No importa” del menospreciado Kill Gil. Su rabia se lanza burlonamente sobre la medicina y la psicología hasta el fascismo. Inesperadamente, un cambio melódico, expande instrumentalmente la breve canción, dándole aire al opresivo riff.
Ese espacio se llena de melancolía con “Lluvia”, donde retoma la calma del single inicial. El tema se construye sobre tres notas escalonadas que se repiten continuamente y pueden recordar a las tres notas del himno de The Who, “Baba O’Riley”. Donde los ingleses describían una tierra de adolescentes arrasada por la desolación, García le escribe nuevamente a su eterno refugio: el cine. Desde ahí canta con esperanza “Ya ves, amantes otra vez, por eso es que hoy llovió”, pronunciando “amantes” con suficiente ambigüedad para que suene intercambiable por “amanece”.
El tópico romántico continúa en “Believe”. Cantada en inglés, levanta el volumen e inyecta nuevas energías a un tema salido del garage de los sesenta, pasado por sintetizadores de rock sinfónico y un cierre con otro guiño a la banda de Pete Townshend.
Con un giro oscuro se enciende “Amigos de Dios”, en un tono que puede ubicarse en una paleta de color similar a “José Mercado” de Serú Girán o al Dylan de “The Ballad of a Thin Man”. Agresiva, irónica y certera, sus palabras muerden primero a la religión empaquetada de la televisión y luego al medio mismo: “¿Con qué mierda drogan a la gente?”. Ante la descalificación tilinga y troll de “drogadicto” que se le espeta a Charly desde hace años, él responde señalando a las pantallas televisivas como diciendo: “yo no estoy drogado, drogadicto sos vos”.
Alejándose del asco, vuelve a enfocarse en el amor, en el tema-homenaje a Phil Spector. En él, Charly logra un momento íntimo, sirviéndose de “Be My Baby”, el clásico de The Ronettes co-escrito por el arquitecto de la pared de sonido.
Cuando apenas ha pasado media hora, el disco que comienza con una cita a Chopin se acerca al cierre con otra cita, esta vez a The Beatles. Dos de los polos musicales del universo sonoro de Charly dan el marco a esta obra que, lejos de ser azarosa, es enormemente coherente en todo lo que abarca.
La escena final llega, entonces, con “Mundo B”, un tema fracturado en el que su pluma resume que las cosas están de este modo: “Hay más muertos que nacimientos, hay más pálidos que contentos. Hay más chicas que están en bolas. Y los muertos están de moda”. Charly confronta ese panorama con otra transformación musical y alcanza un cierre conmovedor, encontrando una alternativa, a partir de lo esencial: su piano y un infinito “I wanna hold your hands / She loves you yeah, yeah, yeah…”.
Charly García – Random
2017 – Sony Music Argentina
01. La máquina de ser feliz
02. Ella es tan Kubrick
03. Primavera
04. Rivalidad
05. Otro
06. Lluvia
07. Believe
08. Amigos de Dios
09. Spector
10. Mundo B