Un mono vestido con un sobretodo negro mira de reojo con una mezcla de desconfianza y resignación. El dibujo es obra de Pedro Dalton, cantante de Chillan las Bestias, y sirve para ilustrar la tapa de su segundo disco. No lleva nombre ni número, lo único que lo diferencia del primer álbum es el personaje de la portada.
En 2014, a través de Scatter Records, el disco debut de la banda –que la completan Marcelo Chichiare en guitarra, Pablo Ferrajuolo en bajo, Marcos Camisani en violín, José Navarro en batería y Franco Varise en piano- mostraba una vaca disfrazada de carnicero, con cuchilla en mano y mirada asesina. “El de la vaca”, lo llaman sus integrantes. Y ahora, vía el sello uruguayo Bizarro Récords, es el turno de “El del mono”.
La desconfianza y resignación de ese chimpancé atormentado por sus pensamientos cobran sentido apenas aparece la voz de Pedro Dalton en “El As”, la pieza que da inicio a la obra y que funciona como advertencia de lo que va a venir. En su registro más bajo, casi gruñendo, Dalton comienza a relatar la historia de un tiburón que, en plena tormenta, le da un vuelco a su destino y transforma odio en amor y sangre en luz.
Desde muy temprano aparecen los elementos clave del sonido de Chillan las Bestias, aportados básicamente por el violín y el piano. Si la oscuridad del post punk se cruzara con el tango más arrabalero, de seguro el resultado sonaría muy parecido a las canciones de este sexteto rioplatense. Mixtura que se vuelve aún más evidente en “Ruedan por San Telmo”, una oda al antiguo barrio porteño, a su empedrado, a sus músicas, a sus olores y a sus noches húmedas.
“Si el rockanroll tiene poco tango, miente”, grita Dalton en un pasaje de “Mecha Corta”, una de las canciones más viscerales del disco. Allí es donde la banda encuentra su fórmula más conmovedora, esa que utilizaron para componer las mejores piezas de su primer disco (“Hasta el Hueso” y “Nafta y Bic”, por ejemplo). Cuando el rugido del uruguayo se vuelve grito es imposible quedarse afuera: cala hondo en las venas y estremece.
A pesar de las similitudes vale la pena destacar una diferencia entre el primero y el segundo disco de Chillan las Bestias, que tiene que ver con la instrumentación. En las nuevas canciones aparece un cuidadoso desarrollo de los fragmentos instrumentales. Los climas crudos que aporta la poderosa voz de Dalton necesitan de un contraste musical más que armonioso, de un colchón preciso para albergar toda esa furia vocal que sino no cuenta con el acompañamiento justo, corre el riesgo de volverse incontenible. Ese equilibrio aparece en “Jinete sin cabeza”, “La Cresta” y “Gasa para el alma”, cuya introducción aporta uno de los pasajes más lúcidos de la obra.
A medida que el disco avanza, la aparente desconfianza y resignación de ese mono protagonista va mutando. La única mención posible aparece en “Paz para la jaula”, y se vuelve manifiesto: “Yo no, no tengo porqué agregarme a tu ideal. Tengo que sólo cantar, ser el simio que yo soy”. El mono no puede ser otro que el propio Dalton, y la escucha completa ayuda a entender que su mirada evoca otra cosa. “Escucho tu avatar, vamos por todo. Para quedarnos algo”, esgrime con otro grito en “Water de la blanqueada”, el tema que cierra el álbum, y todo se vuelve más claro. No es desconfianza, es certeza. No es resignación, es pura decisión.
Chillan las Bestias – Chillan las Bestias 2
2016 – Bizarro Records
1. El As
2. Ruedan por San Telmo
3. Mecha Corta
4. Jinete sin cabeza
5. La cresta
6. La red
7. El miedo
8. Paz para la jaula
9. Gasa para el alma
10. Water de la blanqueada