“¿Qué tan suertudas somos por tener tanto que perder?”, se pregunta Lucy Dacus en “Ankles“, single que anticipó su cuarto álbum de estudio, Forever is a Feeling. La respuesta pareciera llegarle a través de un proceso que se consuma con (en su opinión) la mejor obra de su carrera. Para una cantante con tres álbumes previos aclamados por la crítica, un EP desolador y fundamental para cualquier veinteañera con mommy issues y una nominación en los Grammys 2024 a “Disco del año” -compartido con sus fellow local queers, Phoebe Bridgers y Julien Baker– esa declaración no pasa desapercibida.
Si algo es seguro, es que ese pasado la acompaña. Las bombas que Dacus enterró años atrás bajo el nombre de Boygenius en The Record y The Rest (2023) explotan en este proyecto solista justo a tiempo, como si así lo hubiera planeado desde el principio. Una de las piezas más hermosas del álbum, “Limerence“, describe solo algunos de los efectos semi-alucinógenos e imposibles de escapar que una amante (predecesora a su actual pareja, musa y colaboradora, Baker) produjo en ella. Es una pieza delicada y cautivante, auditivamente placentera y líricamente destructiva, donde se exacerba el efecto Dacus en el mejor de los sentidos.
Alejándose del carácter autorreferencial que abarca gran parte de su historial artístico, en Forever is a Feeling, la cantautora de Virginia también juega a describir minuciosamente todo eso que no es ella, los satélites que la orbitan y la condenan. “You’ve got your girl, you’re gonna marry her/ And I’ll be watching in a pinstriped suit/ Sincerely happy for the both of you”, declara en “Big Deal“, la carta de despedida a uno de sus demonios.
Las temáticas en sus letras son históricamente tan contundentes (por ejemplo, en “Modigliani“, acusa a Phoebe Bridgers de “hacerla sentir nostalgia de lugares en los que nunca estuvo”) que, por momentos, pareciera que la producción no puede seguirle el paso. Dacus agarra y suelta, es suave y caótica, invita y retiene, acapa lo propio. Resulta complicado entender cuáles son las restricciones entre sus relatos, sobre todo cuando los momentos de éxtasis se traspapelan y sus declaraciones fragorosas terminan recluidas en calles sin salida.
Es por eso que, cuando la contundencia de su mensaje no reside en una furia tórrida que la obliga a gritar (spoiler alert: nunca lo hace), sino en la apacible sensibilidad que la domina, su fórmula funciona a la perfección. No es necesario generar un caos explosivo cuando Hozier está en la habitación, y es gracias a esa premisa que “Bullseye“, única colaboración en el álbum, se limita a la suavidad de una instrumentación country preciosa acompañada por la prosa más dulce y puntillosa del proyecto.

Lo más curioso de Forever is a Feeling es cómo, en un esquema de equivalencias, Dacus termina perdiendo y ganando en diferentes partidas de un mismo juego. Lo que “Come Out” y “Lost Time” alcanzan vagamente, a pesar de la ternura y el puntillismo que acarrean, se ve redimido en ascuas en piezas como “For Keeps“, donde acusa, entre otras líneas cargadas de blandura, que Dios podría llegar a habitar entre los dientes de su pareja (“If the Devil’s in the details/ Then God is in the gap in your teeth”).
Pero, en los momentos en que logra equilibrar sus palabras agudas con las notas que las contienen, la cantautora de 29 años deja entrever piezas brillantes. “Talk“, el sexto track del proyecto, es una muestra clara de cómo su fortaleza suele estar no en la suavidad con la que insiste, sino en la catarsis anárquica que la desborda. Guitarras eléctricas y un registro intranquilo logran la congruencia y la simbiosis que, en proyectos pasados -como Historian (2018) y Home Video (2021)- le valieron su posición como pionera y astro de la música pop.
Esa oscuridad inquieta también se hace presente en “Most Wanted Man“, una pieza de country pop que homenajearía a su “West Tennessee baby”, Julien Baker. “Sitting on the kitchen counter/ Counting bug bites on your thighs/ Just another southern summer”, describe, abriendo las puertas de su corazón, directo a las periferias de una anhelada intimidad.
Forever is a Feeling se constituye como un álbum sensible y representativo, donde el amor sáfico sirve de protagonista para contar historias sobre ternura y furor. Dacus roza la grandeza, pero, en ocasiones, deja ganar a la dubitación. Es difícil entender cómo alguien podría reprimir una pasión tan exaltada, sobre todo cuando su figura melancólica y en absoluto decorosa (en “Ankles” pide, fervorosamente, ser “arrastrada por los tobillos hasta el borde de la cama”) es tan compleja y atractiva que uno simplemente espera -y necesita- verla estallar.
Escuchá Forever is a Feeling de Lucy Dacus en plataformas (Bandcamp, Spotify, Tidal, Apple Music).