Las canciones de Saramalacara son en sí mismas una navegación por la web a principios de los 2000. En Heráldica, el esperado primer disco de la artista argentina, encontramos contenido explícito, relatos sobre hacer plata fácil, un videojuego y la efervescencia de un anuncio potencialmente virulento que sorprende en medio de la pantalla para llamar la atención. La hípertextualidad en sus letras -se pueden encontrar desde referencias de personajes de Naruto, hasta guiños a Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano- aparece como las múltiples pestañas abiertas de un buscador.
Pero esa infinidad de posibilidades atribuida a internet -tan idealizada a comienzos de siglo-, también puede resultar abrumadora: lo efímero puede generar sensación de vacío, la sobreinformación ansiedad, y la posibilidad de caer en las experiencias más oscuras y traumatizantes, para quienes se criaron en el libre albedrío de internet como Sara Azul Froján, siempre estuvo a un clic de distancia.
La primera frase de Heráldica anuncia: “Cuando más feliz era/ Cuando menos opciones tenía”. Sara recuerda con nostalgia su pasado antes de ser conocida. Encuentra contradicciones entre vivir la vida que siempre soñó y no poder dormir por las noches. Al track lo acompañan sonidos de campanas de iglesia, y una suerte de fe limitada: “Aunque esté a la espera creo/ Que a esto lo traza una línea”.
Las referencias religiosas y las preguntas existenciales son otros de los puntos fuertes que atraviesan al álbum. Aquellas preguntas para las cuales Sara no encuentra respuesta en internet, las dirige a la figura de un Dios: “¿Y si hay otra vida acaso esa respuesta me va a asustar?/ Y, Dios, ¿me escuchás?/ Can you call me, call me, call me?”.
En “.tumblr” anuncia: “Soy fiel a mi core / ese es mi mártir”, y declara como su “época dorada” aquella en la que podía perder el tiempo en las esquinas de su barrio, yendo al skatepark y probando drogas nuevas. Su vida actual es distinta, tiene responsabilidades más grandes que evitar que su mamá descubra las cosas que publica en su cuenta de Tumblr. Reflexiona: “Ya no me llena nada y vuelvo pa’ atrás/ Hace tiempo vivo rápido y pienso poco/ No me decido si ángel o demonio”.
En su LP debut, Sara logra sacar una fotografía de una época en la que la euforia, la sensación de vacío y la falta de fe se entremezclan. Lo hace rindiéndole culto a todo aquello en lo que verdaderamente cree: sus lugares de pertenencia -en el mundo físico: el barrio de Mataderos; en el virtual: la cultura digital Otaku-, sus valores, recuerdos, fantasías, y todo aquello que la constituyó como artista en sus 23 años de edad.
Cuando Saramalacara empezó a incursionar en esta fusión de electropop, emo y hard techno que hoy la caracteriza -con singles como “Water” en 2020 y USB Idol, su EP publicado en 2021-, estos géneros todavía eran terrenos poco explorados entre los artistas argentinos de su alcance, terrenos baldíos, como los que le gusta usar de escenario para sus videos.
Pero Sara no sufrió la orfandad de saberse de las pocas que estaba haciendo este estilo de música en Argentina. Ella es hija de la globalización y entiende que las distancias que la separan de los lugares donde estos géneros están teniendo un peso más fuerte pueden ser relativas. Los dos feats del álbum son precisamente con la cantante virtual japonesa Hatsune Miku y el rapero español Yung Beef, artistas de dos países en los que actualmente se llenan clubes con jóvenes deseosos de vivenciar este eclecticismo musical.
Tras varios singles y dos EPs trabajados en conjunto, sus productores Dayvar y Evar aparecen como componentes esenciales en la creación de este álbum que termina de condecorar una identidad sonora cada vez más afianzada. Y que resulta destacable en una artista joven que demuestra no tenerle miedo a apostar por aquello en lo que cree.
Escuchá Heráldica de Saramalacara en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).