El segundo disco de Maisie Peters es una bitácora sobre juventud, principios y dolores de esta joven cantautora inglesa que saltó a la fama como la protegida de Ed Sheeran. The Good Witch es una prueba fehaciente de haber vivido, pero sobre todo de que quedan muchas cosas por vivir.
El track inicial, “The Good Witch”, es la línea de partida para todos estos hitos que va a alcanzar. Peters comienza con una autorreferencia dedicada a todos sus seguidores: si en la primera oración de su álbum debut manifestaba “I am 20 and probably upset by now”, dos años después anuncia que sigue ahí: “Still upset, but now I am 22”.
Lo más valioso está en los detalles, como cuando en “Watch” acusa a alguien de irse de viaje hacia la montaña igual que todos sus exes, con guitarras de punk pop azotando cada línea que sale de su boca, mientras canta furiosa y herida. Esa base enérgica domina gran parte de The Good Witch, virando al soft rock en piezas como “Body Better”, “The Band and I” y “You’re Just a Boy (and I’m Kinda the Man)”.
Pero también existe un gran valor en su sinceridad, ese artificio extraño que es tan difícil de alcanzar, y tan inevitable a la vez. La base errática se disipa, y gana terreno otro tipo de relato, más íntimo, vulnerable y subjetivo. “Want You Back” es una carta íntima y simple. El deseo es tan universal que las líneas de personalidad se difuminan. ¿Quién no luchó por alguien que solo dejó cosas rotas, ilusiones sin hechos que las respalden?
“Wendy”, en cambio, gira hacia el lado contrario, desde donde Maisie declara, volviendo a un ritmo pop más animado y claro, que ella jamás podría ser esa chica soñada y altamente anticipada que él quiere. Lejos de asimilarse al libro al que refiere, su mayor miedo es ese: ser atrapada por los deseos de alguien más, convertirse en la esposa ideal, temer cada vez que escucha una puerta abrirse.
“There It Goes” engloba al álbum tomando partes de cada historia, sentimiento y lugar que, de ahora en más, va a llevar un pin rojo en el mapa de su memoria: Columbia Road en Londres, ir a citas como deporte, las clases de yoga, los gatos negros… Así, la bruja buena da cierre a las cosas que lo necesitan, asume las pérdidas ajenas y no se avergüenza del amor que sintió. De repente, todo converge en una nota absolutamente optimista, el ritmo marcado por una batería y algunos sonidos agudos acompañados por retazos casi dialogados. Ahí estaba, ahí se va. Ya nada es tan grave, ya nada duele tanto como antes.
El cierre del disco llega con “History of Man“, un track de sonido lúgubre, voz ahogada, palabras filosas. Maisie construye un paralelismo entre un pasado masculino históricamente fundado y un presente personal donde deja en evidencia, a cuenta gotas, dolores propios causados por terceros. Refiere al cine clásico, cita relatos bíblicos, retrotrae a Troya y su eterno odio a Helena. Lo que empieza casi en un susurro crece sobre una base demarcada y coros solapados a medida que el relato avanza. Y así, aún con una producción más sencilla que en otras de las piezas del álbum, Peters concluye su proyecto de la manera más precisa: conceptualizándolo. Todo aquello que se había manifestado en forma sonora y lírica (la ira, el dolor, los sueños) se resume a ese momento. A una chica de 23 años todavía decepcionada, argumentando el por qué.
The Good Witch es el registro de un crecimiento personal, tanto en aprendizajes como en años. Una obra centrada en el amor, la disparidad, los sueños, los fracasos y las culpas. Pero, sobre todo, en los cambios. Los benditos cambios.
Escuchá The Good Witch de Maisie Peters en plataformas de streaming (Spotify, Tidal, Apple Music).