Existe en la psiquis de todo ser humano la predisposición a buscar totalidades, cosas completas, terminadas. Nos aturde pensar en que elementos puedan existir sin pertenecer a un todo más grande, sin involucrarse holísticamente. Pareciera que la plenitud solo es posible luego de “completar” aquello que en sí mismo parece insuficiente. Posiblemente sea este el inicio de aquel agotador e injustificado impulso por buscar la media naranja, la horma del zapato, como si fuera errático pretender que una media naranja pudiera alguna vez realizarse sin aquella faltante mitad, encontrar plenitud por sí misma.
Quizás sea esa previa e inescapable configuración la que, ejemplificando burdamente, nos obliga a pensar en Matt Mondanile como miembro de Real Estate y no como un sorprendente y vivaz artista por fuera de la banda, un cuarto de naranja suficiente en sí mismo. De hecho, la afirmación de la individualidad por fuera del colectivo ha sido una constante búsqueda en la carrera de Mondanile , y es probablemente lo que dio vida a aquel proyecto que hoy celebramos bajo el nombre: Ducktails.
La canalización del caudal expresivo que Mondanile reservaba para sí mismo, tomó diferentes formas y manifestaciones con el paso de los años. Partiendo desde una apacible experimentación que complementaba el más crudo lo-fi con una psicodelia elemental (producciones meramente musicales sin intervención lírica), el guitarrista fue abriendo su camino hacia modos más accesibles de apelar al público. Todo parecía haber finalmente encontrado su sentido con el advenimiento de Ducktails III: Arcade Dynamites, lo que se presumía como la superación de aquellas fases previas de coqueteo informal. Sin embargo en 2013 llegó la inesperada y ambiciosa propuesta: The Flower Lane, con intrincados arreglos, magnífica orquestación y grandes colaboraciones (que incluían a Daniel Lopatin, Madeline Follin y Joel Ford), un lugar que, más allá de los infaltables halagos frente a la delicadeza y pulcritud con la que se presentaba la obra, no dejaba de sentirse un tanto ajeno a Mondanile, y por lo tanto flaqueaba en la generación de profundas y duraderas sensaciones. Dos años después, a través de su quinta producción solista, St. Catherine, el guitarrista impone la enseñanza de que frente al impedimento de desandar un camino existe la posibilidad de atesorar sus enseñanzas y guiar la trayectoria hacia un mejor horizonte.
La dulzura con la que se impone “Disney Afternoon” será una constante alrededor del trabajo, que dota de coloridos y enternecedores matices a las intersecciones entre las profundas emociones a las que Mondanile planea someternos. Todo el potencial emotivo de esta quinta entrega se dispone calculadamente en la apasionante “Headbanging in the Mirror”, para luego demostrar sus verdaderos alcances con la hipnótica “Heaven’s Door”, la emocionante “Surreal Exposure” o la infinita “Reprise”. Las breves pero sentidas intervenciones de Julia Holter agudizan la llegada de la pretendida (y luego enormemente merecida) inmersión del oyente.
La propuesta se complejiza con la firmeza de “Into de Sky”, y el momento en el que se suceden las excitantes “Church” y “Medieval”. Sin embargo, cual fruto de un arduo aprendizaje, en esta entrega el (siempre presente) virtuosismo de Mondanile elige aplacarse para dar paso a un sentir más sincero, a una manera más directa de generar y compartir emociones. El efecto se siente en el cálido abrazo que genera la orquestación de cada uno de los sorprendentes detalles que enaltecen a esta producción, en la calma de cada susurro.
St. Catherine es la anhelada síntesis de los necesarios y diversos momentos expresivos de la carrera solista de Matt Mondanile, otro elemento que inconscientemente causa placer al sentirse completo. Combina la pureza de las sencillas y delicadas mixturas del período lo-fi con la grandilocuencia de su cuarto trabajo. Conmueve, encanta y enamora porque aprendió a despojarse de todo ropaje innecesario y mostrarse pura e inmaculada en su entrega. Allí, donde las melodías cautivan en sí mismas, Mondanile encontró la fortaleza de su afirmación como ser pleno, se mofó de aquellos que se refieren a él apelando al colectivo creativo al que pertenece, y dotó a Ducktails de su equivalente y meritoria exigencia de reconocimiento. Finalmente, resta prestarse a especular sobre las posibles vertientes a las que pueda desembocar este nuevo y consagratorio camino, que finalmente llegó al lugar donde pertenecía desde un inicio.
Ducktails – St. Catherine
2015 – Domino Records
01. The Disney Afternoon
02. Headbanging in the Mirror
03. Into the Sky
04. Heaven’s Room
05. St. Catherine
06. The Laughing Woman
07. Surreal Exposure
08. Church
09. Medieval
10. Krumme Lanke
11. Reprise