No pensé que llegase el día en el que me encontrase escribiendo el prólogo para la edición del primer disco de Envidia. Las canciones de Marcelo Moreyra, guitarra, letras y voz de Mujercitas Terror siempre fueron un secreto bien guardado.
Me gustaría inventar ahora que la grabación ocurrió en una cripta, o detrás de un piano en un apartamento abandonado e inexistente, pero no fue así. De la mano del productor Andrés Cáceres nacieron las sesiones nocturnas que darían lugar y forma a las canciones que integran este disco, no por ello menos espectrales y mágicas.
En penumbras podemos escuchar el relato de Aberración en su casa de rejas y, después de años de espasmódicas presentaciones en vivo en reductos de Capital Federal, la versión final de “Chico Enfermo” y la melodía aniñada de “En el Mar”: Todas ellas partes de una caja musical en donde el pasado, presente y futuro se vuelven una mezcla deliciosa y desconcertante.
Más cercano a las figuras paganas del outlaw country –aquellos que vagaban con sus guitarras entre la cárcel y el delirio pasado de los cowboys de la depresión del 30- que al mito moderno suburbano, las canciones de La Voz Mala son brillantes por el hecho de no pertenecer a ningún lugar: Por tener el atractivo de lo que quizá se desvanezca sin dejar rastros. Los protagonistas de Envidia actúan como identidades múltiples en una película de suspenso.
Por fortuna para nosotros, los oyentes, “La Voz Mala” es editado hoy en un box set con un diseño minucioso y acorde a la estética musical: Una caja de madera que encierra el disco y un booklet con dibujos de Daniela Zahra, cuentos de Marcelo Moreyra y Dirección de Arte por Ninja Producciones vuelve las piezas de la primera edición un trabajo único y artesanal. “La Voz Mala” será otra estrella en el firmamento embrujado de Marcelo Moreyra. Como viajantes privilegiados podemos visitar ahora los cuentos y personajes que habitan su mundo.
x Nenet