Fantasmagoria siempre fue una banda que se distinguió por su plena libertad y particularidad estética. Si la (radiable) producción a cargo de Pablo Romero en su anterior disco El Río –editado por el sello Pop Art- había desdibujado un poco la esencia sonora de la banda, aún en canciones magníficas, El mago mandrax pareciera ser una vuelta de tuerca experimental y lúdica al sonido de un grupo que se sostiene sólido sin necesitar nada más; pero que a la vez que, aunque quiera, no puede renunciar al estilo que ya consolidó a través de 6 lanzamientos y ya casi 15 años de carrera.
Pero así como la música de Fantasmagoria es compleja en su sencillez, el engranaje de la banda también. Si bien Gori resguarda en su creatividad la esencia de la música, todo lo que circula alrededor muta de una manera que afecta accidentalmente las canciones, con múltiples cambios de formación y de paletas de sonido, enriqueciéndolas, poniéndolas en riesgo. Sin embargo, la banda que se hace cargo en cada situación siempre tiene porte suficiente para que las canciones hagan pie en cualquier lugar, tanto en vivo como en el estudio.
Esto significa una clara conquista estética, ya que una banda solo puede existir mediante sus canciones y Gori es un trabajador muy dedicado y experto como para dejar que eso se diluya. La banda tiene un estilo marcado insoslayable –y disfrutablemente particular- que hace esperar siempre sus canciones con una incertidumbre certera.
Gori, como parte de Fun People y Catarsis, aprendió lo suficiente de sí para poder jugar con la superficie y la profundidad, mezclarlas haciéndolas indistinguibles; sabe dónde descansa el punto de equilibrio justo entre su forma de decir las cosas y el mensaje, esa relación que quizás se había borroneado en su última producción.
Los temas, así, parecieran vagos acercamientos a estados de lucidez plena, humanamente contradictoria del mundo de quien las encarna. Las letras de Gori nunca se rehúsan ver el mismo tire y afloje en todo lo que lo rodea y navegan como una balsa que nos es un cable a tierra viajando entre la profundidad que puede alcanzar su guitarra acústica; instrumento que a esta altura es como una extensión, una extremidad del cuerpo de su música, las piernas de su sonido. La capacidad expresiva de Gori de sumergir todo en su instrumento se supera con creces disco a disco, mientras la base rítmica siempre se mantiene sólida, al pie del cañon, para lo que necesiten sus canciones.
Canciones como “Las cosas de verdad”, “Ni hablar” y “El taller” funcionan como un muestrario de una introspección mucho más intensa que en otros discos, a la vez que se alinean con clásicos de toda la época de la banda, desde “Yo nunca tengo razón” hasta “Fósforos mojados”. El estado (senti)mental de la música viaja al ritmo de la intensidad de estos vaivenes. Gori canta “Cuando ya esté voy a ir a pasear a mi propia velocidad / Un nuevo motor y amortiguación y no errar mas la dirección / Cuando la alarma sonó / Debí frenar o un volantazo pegar”; y así como en esta magnífica síntesis del grupo que es “El taller”, el disco entero gira en torno al freno y al volantazo; hay tensiones que llevan al disco en diferentes direcciones como una clara señal de búsqueda que reposa sin embargo en sus viejas y siempre efectivas armas; aún así, ninguna de todas las opciones que se le abren al grupo –y en especial a Gori- lo incitan a perder la paciencia necesaria para pasear a su propia velocidad.
Fantasmagoria – El Mago Mandrax
2015 – Scatter Records
Bandcamp | Spotify | Facebook | Twitter
01. La Araucaria
02. Las cosas de verdad
03. Ni Hablar
04. El reloj de arena
05. Las 7 vidas
06. La Bolsa Agujereada
07. Mirá bien
08. Miserere Park
09. El imperio se derrumba
10. El Taller
11. Ahí viene John
12. El mago mandrax