Guided by Voices llevaban veinte años manufacturando caramelos pop inolvidables de baja definición y rápida efervescencia cuando Rob Pollard decidió que era hora de desagruparlos de una vez por todas. Nada de hiato, ni diptongo, ni accidente gramatical que un poco de aceite en los engranajes no pudiese solucionar: ruptura completa y total, descontinuación sempiterna de la producción. “This is it,” en las palabras literales de Rob. (Is This It, preguntarían después los Strokes en un involuntario juego de intertextualidad, mientras invitaban a sus ídolos a disputar una partida de Family Feud en el videoclip de “Someday”).
Resulta que no era tan así porque siete años más tarde, el inestable Geniecillo del alt-rock resuelve no sólo reabrir la fábrica, sino que propone comérsela además. Let’s Go Eat the Factory es la adición número ¡dieciséis! al catálogo de la banda y no fue ensamblado por una pandilla cualquiera. Numerosas y variadas formaciones se dejaron guiar por las voces en un momento y otro, pero este nuevo álbum supone el regreso de Sprout, Mitchell, Fennell y Demos, los cuatro fantásticos que junto a Rob crearon los trabajos más inoxidables de la banda y quizás los mejores también: Bee Thousand y Alien Lanes. Con la excepción de Demos, los demás también le dieron forma al bellísimo (y favorito personal) Under the Bushes Under the Stars, injustamente criticado en aquél entonces porque había dejado huérfano al grabador de cuatro pistas y sonaba mucho más pulido y claro que sus antecesores.
El reencuentro de viejos compañeros de aventuras y el historial de glorias pasadas, sin embargo, no son suficientes para garantizar que la más reciente ofrenda valga la pena: cuando la cinta se desenrrolle y revele sus contenidos debe seguir presente ese chisporroteo pegajoso, urgente y familiar; la actitud desafectada que me hace creer que estas canciones prácticamente se hicieron solas, que estuvieron destinadas para la cabeza encanecida de Rob desde antes de que él mismo existiera; que gancho tras gancho tras gancho dulcemente melódico se despilfarra sin preocupación porque proviene de alguna fuente inagotable.
Let’s Go Eat the Factory tiene todo eso pero —he aquí el problema— solamente de a ratitos. En la superficie es tan guided-esco como cualquier otra cosa que hayan hecho antes: veintiún temas, un promedio de dos minutos y medio de duración cada uno, registro casero y consecuente desdén por la prolijidad sonora. Tracks como “Doughnut for a Snowman“, “Waves” y “Chocolate Boy” invitan al loop infinito; la sensibilidad vía piano, cuerdas y synths de “Spiderfighter“, “Hang Mr. Kite” y “Old Bones“, respectivamente, provee variedad y hermoso contrapunto para los pasajes más rockeros. Entre lo uno y lo otro, el temido relleno: los bosquejos sin terminar, los gérmenes de canciones que nunca brotaron, los divagues por las ramas. Así y todo, está bueno que los Guided y sus caramelos pop estén de vuelta. Nadie sabe elaborarlos mejor que ellos y aunque ahora haya que hurgar más en el montón para encontrarlos, sí, todavía valen la pena.
Guided by Voices – Let’s Go Eat The Factory
2012 – Fire
01. Laundry and Lasers
02. The Head
03. Doughnut for a Snowman
04. Spiderfighter
05. Hang Mr. Kite
06. God Loves Us
07. The Unsinkable Fats Domino
08. Who Invented the Sun
09. The Big Hat and Toy Show
10. Imperial Racehorsing
11. How I Met My Mother
12. Waves
13. My Europa
14. Chocolate Boy
15. The Things That Never Need
16. Either Nelson
17. Cyclone Utilities (Remember Your Birthday)
18. Old Bones
19. Go Rolling Home
20. The Room Taking Shape
21. We Won’t Apologize for the Human Race