Para Llorar en la calle hace falta tener una sensibilidad única, como la que demuestra el cantautor chileno Javier Barría en su último disco. Folk-Rock onírico mezclado con un suave dream pop de tintes electrónicos refinados es lo que trae este referente de la escena independiente de su país y autogestor de sus producciones.
Grabado durante el 2009 y el 2012, este octavo disco de Javier Barría contiene 11 canciones compuestas y producidas en su estudio móvil Yendo de la Cama al suelo en distintos lugares de Chile.
Cuenta con un arte de tapa realizado por Bibi Rojas y Julián García en base a unas fotografías del callejón de la muerte, Usaquén (Colombia). El disco fue masterizado por Juan Pablo Quezada en Estudio Santuario Sónico.
Para abrir un disco siempre hay que elegir canciones desnudas para que las personas que escuchen se identifiquen con el y es así como “No te sientes en el suelo” hace la apertura de forma acuática y sencilla basta tomar un tono rock onírico y hasta que escuchamos el verso que da título a este disco. Algo de melancolía programada en el rock ínfimo de “Perro fiel“, “Burbujas” y “A Salvo“. Una brecha pop se cierne sobre “Caracol de Viaje” y “El Tranvía” cuya frase “Me vence la ceguera/ yo que quería pasar la vida entera / dentro de mi cuerpo” se cuela en mis pensamientos y la tomo personal. Una balada retro se acrecienta poco a poco hasta tomar un tono de rock potente por momentos es así como “Barrio Puerto” es como una perla (de mis favoritas) de este disco junto con la guitarrera y casi desnuda “Arriba Luna“. “Siete Puertas” es rock onírico que se acrecienta y va gustando con el paso de la canción. La programada “Avión” tiene un aire pop/rock que hipnotiza de principio a fin (incluso después de la caída del imperio). Aterrizamos en la introvertida “La Casa Nueva” quizás una continuación-conexión de “Mi corazón, su casa“.
Es Llorar en la Calle un disco para gente sensible, melancólica pero no triste, que disfruta de la ciudad cambiante donde reside en todo sus aspectos y donde las imágenes poéticas y metafóricas de las canciones se vuelven tuyas como sí Javier cantara por todos, como si esos efectos sonoros que adornan el disco sean los ruidos de los caminos que recorremos.