El 2016 para mí fue, desde el principio, el año en que Jul Hojman iba a sacar su primer disco. Ni el de Radiohead, ni el de los Peppers. Éste era el que yo esperaba con más ganas.
A Jul lo conocí hace varios años. Por el 2009 él tenía una banda llamada Iris Zanfona, de la que yo me había hecho fan gracias a los pocos temas que habían grabado y subido a Internet. Una tarde, cuando llegué a Vélez para ver a Spinetta y las Bandas Eternas, me encontré con él y me dió un volante que todavía conservo. Le dije: “Yo te conozco, yo conozco esta banda”. Él giró hacia sus compañeros y les gritó “¡otro que nos conoce!”. Acto seguido me invitó a hacer la fila con él: “estamos re adelante, vení”. Estaban primeros.
Luego de eso fui siguiendo cada paso que dio, cada grupo que armó y cada demo grabada en vivo que subió a YouTube. Porque, de verdad, siempre creí que era un ser de otro planeta. Y ahora que hay un disco al alcance de todos, todo el mundo podrá comprobarlo.
Sus composiciones nunca simples, sus melodías atemporales, su virtuosismo académico en la guitarra y una voz inconfundible que arroja las más tierna poesía con una fuerza que no le impide rajar la tierra. En su Vol. I conviven, se chocan y se fusionan personajes de otros milenios, sonidos de jazz, hard rock, blues, bossa nova y algo que suena a cantos gregorianos; además del espíritu rebelde, liberal, colorido y renovador de los ‘60 y ‘70. Pero sin acomodarse en lo retro: Jul sabe que comanda una banda de una música que tiene que mirar hacia adelante, y por eso crea un paisaje y no pinta sobre uno ya conocido.
El disco abre con “Arde tu Sexo”, un track que suena a una mezcla entre el segundo y el tercer disco de Led Zeppelin, con una base de golpeadas guitarras acústicas que sacuden el ambiente mientras el joven grita “la aurora libidinal ¡ya saldrá!”. A la vez uno de los invitados del álbum, el armoniquista rosarino Franco Capriati, demuestra que es el más grande haciendo sonar el instrumento más pequeño y adorna y suma empuje a la canción. No es el único viento invitado: además de Alejandro Yaques (otro armoniquista), la trompeta de Américo Bellotto en la dulce y neoyorkina “Café del Federal” es sin dudas uno de los detalles inolvidables de la placa.
Pero está la banda estable. Las Moiras eran, en la mitología griega, personificaciones del destino. Entidades que controlaban el “hilo de la vida” de cada individuo hasta su muerte, y más allá. Aquí son los jóvenes que acompañan al también joven Jul Hojman: Manuel Volpe en bajo y contrabajo, Pehuén Innocenti en teclados y el batero Fernando Grandone. Juntos dan vida a una orquesta musiquera de alto vuelto: refinada, ajustada y elástica, que demuestra su esplendor en temas como “Un paraguas verde” (donde Volpe da cátedra y no puede evitarse la referencia al Aznar temprano de Serú Girán) o “Abracadabra”, un blues en escala menor que sigue la línea de “Since I’ve Been Loving You” (de Zepp) y “Como el viento voy a ver” (de Pescado Rabioso), haciéndoles total justicia.
Otras gemas de Vol. I son “Sálvame”, que pareciera ser una especie de canción de cuna invertida (que un niño canta a su madre) y “Diana”, sin dudas las mayores muestras de las capacidades compositivas del artista. Este último, tan épico como delicado, e increíblemente atemporal, plantea una lírica algo diabólica (“Diana ríe y la enciende el mal, Diana canta y practica el arte de la muerte…”) con referencias directas a la liturgia cristiana (Jul repite la expresión “Kyrie Eleison”, una invocación antigua de los cultos paganos que significa “Señor, ten piedad”) y hacen pensar que Jul pudo haber estado hurgando los libros de la sección prohibida en Hogwarts. Las referencias a la mitología, de hecho, no acaban ahí. En “Hoy”, un hombre parece resignarse a su inminente muerte: “siento que el Hades regresa por mí”. Maldad, piedad y el mito griego de una morada neblinosa que es destino de todos los mortales. Empiezo a entender el arte de tapa.
Esa noche en Vélez vimos al Flaco alternar entre bandas y canciones de todas sus épocas y discos. Saltamos con “Post-Crucifixión” y nos emocionamos con “Cisne”, o “Hermano Perro”. Algunas de esas canciones, Luis las escribió con 16 o 17 años. Y por su virtuosismo compositivo (y con los instrumentos), su experimentación con los límites de cada género, su poesía y su proyección, y por estar acompañado de grandes talentos que ayudan a dar forma a su impecable obra, Jul me recuerda a un joven Spinetta. También por conjugar algo nuevo con lo clásico para innovar y avanzar. Podré estar exagerando, no lo sé; soy más su fan que su amigo. Con los años lo he visto rebuscárselas para conseguir grabaciones, difusión, un lugar. Lo he visto quejarse de la importancia que todos le dan al dinero. Lo he escuchado cantar canciones aún inéditas e igual de hermosas que las de este Vol. I. Ahora que todos tenemos su disco en nuestras computadoras, al fin, y es uno de los discos de mi año, me siento responsable de salir a mostrar eso que yo ya sabía. Yo en la fila para Jul Hojman & Las Moiras estoy primero, y le guardo un lugar a todo el que quiera.
Jul Hojman & Las Moiras – Vol. I
2016 – Independiente
01. Arde tu sexo
02. Café del federal
03. Un paraguas verde
04. Bebe del elixir
05. Diana
06. Abracadabra
07. Sálvame
08. Un desenfreno habitual
09. Hoy
10. La fosa te guarda