Lichi es un híbrido entre banda y solista que nace del músico y youtuber rafaelino Lisandro Ruíz Díaz, pero también incluye también a Lucio en sintetizadores, Maese en batería, Efe en guitarra y Vicen en bajo. Ruíz Díaz los convocó tras la disolución de Los Usuarios, un antiguo proyecto a dúo en donde tenía que negociar ciertas decisiones artísticas. En el 2020 ese ya no es el caso: este nuevo ensamble presta sus destrezas interpretativas para cristalizar la visión autoral de Lisandro, y el rapport que los caracteriza quedó potentemente registrado en Lichi, el EP debut del grupo asentado en Rosario (mezclado y masterizado por Martín Miguez).
Temáticamente, el EP funciona como una suerte de bildungsroman, o novela de aprendizaje, para Ruíz Díaz. Las seis canciones que conforman Lichi encuentran a su autor reconciliándose con su yo del presente y hallando su propia voz, levantando la cabeza y anunciando “estoy acá”. Lisandro hilvana un entretejido sonoro sirviéndose de viñetas de juventud como principal materia prima, que pueden presentarse como asociación libre, pero logran expresan un cuadro de quién es hoy, cómo llegó hasta ahí y qué caminos tiene por recorrer en adelante.
Esta aserción de identidad se anuncia desde el título de “Lichi solo”, la encargada de inaugurar la escucha. Arranca con un arpegio tímido que pronto es desplazado por un drop contundente de bajo y percusión, dejando atrás cualquier resabio de la sonoridad que solía caracterizar a Los Usuarios. Es un tema que no solo enuncia la tesis del disco (“¡pensando solo en mí!”) sino también el lustre que barnizará al resto de la escucha.
“Dani”, el corte de difusión, es una canción en clave dream pop en la que Ruíz Díaz politiza su intimidad, enmarcando una narrativa personal en un contexto sistémico. Bajo centelleantes punteos de guitarra, Lisandro interroga la arbitrariedad del binarismo de género: “Dejen de ponerle nombre a lo que soy/Eso lo decido yo/Lo voy a inventar/Aunque más tarde lo destruya”. Que logre sintetizar en apenas unas palabras un recorrido tan transitado por buena parte de la disidencia es un testamento a su capacidad como letrista: acudir a etiquetas para el auto entendimiento y encontrarlas constrictivas a la larga es una experiencia universal y, sin embargo, poco retratada en el pop. En el último verso, Lichi subvierte repetidamente el uso de pronombres, como si fuese una versión situada de Damon Albarn o Annie Clark repitiendo “boys” y “girls” hasta que se vacíen de sentido y solo reste un sonido.
Este agnosticismo hacia la idea de género se extiende a todo el modus operandi de Ruíz Díaz como compositor. En la escena musical rosarina quedó una vacante muy grande tras la pausa del Festival Otro Río y la separación de Mi Nave, la banda local canónica de los 2010. Tal orfandad labró el terreno para el nacimiento de una incipiente escena nueva, una que apuesta al lo-fi y a la grabación casera como resultado o quizás respuesta directa al abandono de la industria nacional. Esta generación, que incluye a talentos como Barfeye, Amelia y Jimmy Club, ha sido directa o indirectamente influenciada por nombres como Clairo, Cuco, Yellow Days, Homeshake y Mac DeMarco, por listar algunos ejemplos. Lo que separa a Lichi y lo pone a la cabeza de la camada es su capacidad de condensar sus propias influencias (progresiones spinettianas, solos setentosos, un poco de Pixies) para coagular una visión propia. Lichi elige no adaptarse al mercado e invitar a este a que se le acomode, sin dejar a nadie afuera.
El espíritu colectivo puede apreciarse en la presencia de invitados: Simón Poxyrán hace una aparición en “Desde acá”, la balada del disco, y las voces de ambos armonizan con gracia sobre rasgueos de guitarra criolla y sintetizadores acolchonados. Las relaciones a distancia no son un tópico nuevo para Lisandro (hay un deep cut muy sólido en su proyecto anterior que se titula “Dos ciudades”). Pero esta es su mejor exploración del concepto a la fecha, meritoria del solo de trompetas de Ciro Fernández y los overdubs vocales que reafirman una frase que se sabe máxima: “todo me va llevando a vos”. Ruíz Díaz tiene un entendimiento total de la potencia intrínseca a la inmediatez lírica. En todo momento apunta a las letras grandes: esas que aspiran a grabarse, si no en la piel de sus oyentes, entonces al menos en los márgenes de sus carpetas. Sabe capturar juventud.
“Mi Yo y mi Mini-Mí”, la encargada de cerrar el EP, es la mejor canción en Lichi, un crescendo que arranca en una sección acústica y culmina en un último minuto de acoples, improvisación y paneos sonoros. Más que, “Mi Yo y mi Mini-Mí” es sobre procesos de auto-aceptación de aquello que está ensombrecido: se inscribe de alguna manera bajo la idea jungiana del shadow-self. Antes de finalizar el disco, Lichi reitera una última vez “pensando solo en mí”, conectando circularmente con el primer tema. En ese, la idea era precedida por otra línea: “Por dejar que llueva sobre mí/Se me cerró la puerta”. Hacia el final del disco, esa puerta está derribada.
Lichi – Lichi
2019 – Independiente
01. Lichi solo
02. Dani
03. El rey no sabe
04. Desde acá
05. Bola de fuego gigante
06. Mi Yo y mi Mini-Mí