Tras varios años dándose cabezazos contra el techo, Los Punsetes consiguen romper por fin el muro que les impedía hacer lo que realmente les daba la gana, y aprovechando la ocasión han decidido soltar las riendas de lo que realmente llevan dentro, lo cual se ha traducido en un nuevo y brillante disco para este año.
Una montaña es una montaña viene pisoteando una larga alfombra negra tejida por la mirada fija de la prensa musical independiente, las expectativas de los insaciables fans del tonti-pop, al parecer cada vez más intransigentes, y sobre todo de los cada vez menos piadosos nuevos haters que se esconden en los foros de música bajo el respaldo de un alias muy indie, como Joy No Division o Justice Bieber. Y es que no es una sorpresa que Los Punsetes sean carne de cañón, hablamos de uno de los grupos de aceptación popular más controvertida de los últimos años. Sin embargo, como ya he dicho antes, todo esto es pisoteado por un disco que nos regala frescor glaciar, unos riff tipo The Cure (véase la pista seis, “Los tecnócratas” para facilitar la comprensión del término) y la cara oculta del fenómeno Punsetes.
Hablamos de una producción, bajo mi punto de vista impecable, de un respetuoso Pablo Díaz (El Guincho) que ha sabido manipular un sonido tan difícil de domar como es el del grupo, y que consigue un resultado de lo más inesperado. Entramos de lleno en una nueva etapa para el quinteto, que llevaba gestándose desde las ascuas en las que nos han tenido desde su última publicación, LP2 (2010), donde presentaban un sonido en el que, al menos apararentemente, parecían querer quedarse de por vida. Aún así, nos sorprenden con este nuevo disco, y es que al margen de las críticas ya surgidas en boca de los más inmovilistas con la publicación del single (y hit) “Alférez provisional” (del cual por cierto acaban de estrenar videoclip) hace ya unas semanas, podemos decir en mayúsculas y con admiraciones que será uno de los discos del año.
Lo más característico, en línea general, del disco son unas letras profundas nunca antes imaginadas tras las escucha de los trabajos anteriores de los madrileños, como la que nos regalan en “Un corte limpio“, una seriedad y profundidad encubierta con palabras tontunas (como cuando lloras y te excusas diciendo que se te ha metido algo en el ojo) un uso inteligente casi generalizado del bombo y tom’s en cuanto a la composición de percusiones (a excepción de, por ejemplo, “Paraíso” en la que el baterista opta por la línea del hi-hat), más protagonismo a la parte instrumental, como en los últimos minutos de “Flora y fauna” o “Malas tierras“, unas letras cada vez más atrevidas y el uso más arriesgado de la voz de Ariadna, unas guitarras arpeggiadas y reverberadas al más puro estilo Bon Iver – pero dentro de un contexto, claro -, un bajo activo que en lugar de abrazar las canciones se dedica a dar ritmo y sonoridad, y unos colchones de sintetizador que se dejan ver desnudos al final de las canciones, pero que en el durante, sólo rellenan las frecuencias más graves (a excepción de canciones como “Alférez provisional“)
Cualquiera que haya escuchado a Los Punsetes sabe que su forma de hacer las cosas no son precisamente muy dogmáticas, ni están marcadas por la uniformidad, ni por el pop ordenado. Así, no deberíamos sorprendernos al encontrarnos con canciones como “Mis amigos” o, bajo mi punto de vista la perla entre perlas del disco, “Untitled” (la cual se nos ofrece en forma de bofetada, por si escuchando las canciones que la preceden se nos hubiera pasado por la cabeza describir el disco como cursi) tan atrevidas como siempre, de la que podemos destacar frases tan cómicas/ciertas como “no soporto la dicha de tenerte a mi lado, estaría mejor borracho, solo y desquiciado”, ambas en contraposición por ejemplo con “155“, una canción que particularmente me sorprende, porque aunque ya estamos acostumbrados a ver la impersonalidad que Ariadna utiliza a la hora de escribir sus letras, distanciándose del débil personaje que describe muchas veces utilizando por ejemplo el género masculino pero en primera persona, escuchamos “eres una chica preciosa, pero tienes problemas. En cambio yo estoy bien, yo siempre estoy bien, no os preocupéis por mí”, lo cual a priori puede parecer una llamada de socorro encubierta en unas cuantas máscaras, y es que aquí se deja ver una madurez de la que la gente se queja, como si el grupo le hubiera hecho algún tipo de promesa respecto a la línea a seguir. No debemos olvidar que hablamos de un grupo de dos discos, que están en pleno derecho de decepcionarnos (o maravillarnos). Así se hace curioso de mencionar el uso de la contradicción a lo largo del disco, que se puede entrever, sobre todo, en “Flora y fauna” (al final siempre sale el sol/a no ser que estés muerto por dentro/las cosas siempre pueden ir a peor/las cosas siempre suelen ir a peor).
Podemos concluir, entonces, diciendo que mientras escuchamos este alucinante LP nos encontramos presenciando el salto al vacío de Los Punsetes. Al contrario de lo que muchos piensan, no creo que se hayan hecho mayores, sencillamente creo que han crecido (lo cual es bastante distinto). Una montaña es una montaña es como el niño que no llora porque piensa que llorar es de niñas, es el resultante de una carrera apresurada y sin opción a parada, que ya han comenzado y que espero no abandonen.
Los Punsetes – Una montaña es una montaña
2012 – Everlasting Records
01. Alférez Provisional
02. Tráfico De Órganos De Iglesia
03. Un Corte Limpio
04. 155
05. Mis Amigos
06. Los Tecnócratas
07. Los Glaciares
08. Untitled
09. Malas Tierras
10. Paraíso
11. Flora Y Fauna
12. John Cage