Todos estamos de alguna u otra manera familiarizados con la poética manera en la que una oruga naturalmente es transformada en mariposa. Dicha evolución, propia de ese particular ser vivo, ha ilustrado decenas de historias y cuentos de fantasías. Para quién la haya necesitado, ha perpetuado el sueño de la reinversión, de la metamorfosis. Ha demostrado la capacidad inherente de un insecto de despojarse de los ropajes que lo estigmatizaban y transformarse en un objeto digno de devoción.
Existe otra cuestión igualmente esencial a la mutación de una oruga en una mariposa que quizás escapa al conocimiento de la mayor parte de los seres humanos, y es el sorprendente hecho de que la mariposa retenga en su memoria todo aquello que ha aprendido en su anterior vida. ¿Podría esta ser la respuesta idónea hacia la vida póstuma que todos estamos necesitando? ¿Quizás un indicio de previos estadios de evolución que pronto llegarán para el hombre? Son interrogantes que exceden los fines de esta nota que simplemente utiliza dicho milagro de la naturaleza como metáfora de algo que quiso ser más y logro serlo sin negar aquello que lo formó en una primera instancia.
Lower Dens anunció la llegada de su tercer disco ensalzándolo con la promesa de expandir el sentir de una banda que parecía sentirse cómoda en ciertas, no tan joviales, emociones del alma. Para todos aquellos habituados al minimalismo de sus construcciones y la crudeza de sus exigencias sensoriales, Escape from Evil parecía cada vez más una necesidad que una premisa.
Si bien, adelanto de por medio, uno podía ir exaltándose en torno a este evidenciado nuevo sonido que advertían en una primera instancia Hunter y sus compañeros, sólo conlleva suspirar tras el comienzo de “Sucker´s Shangri-La” para entender que nada fue estipulado con liviandad, que nada fue en vano.
Con una fuerza que enmudece todo pensamiento, se impone Escape from Evil y, con lo que podría ser una de las piezas más emotivas de Lower Dens a la fecha, se nos abandona a la más gratificante de las sumisiones. Con este imperioso y sobresaliente estímulo se abren las puertas de aquello que pretende alejarnos de todo mal, e instantáneamente logra hacerlo.
Con perfecta sincronía rítmica arremete “Ondine”, y en la honesta manera en la que quiebran sus emociones atestiguamos la excepcional síntesis de todos los elementos que supieron moldear la propuesta del grupo de Baltimore en estos años de atormentado placer. La mariposa ha salido de su capullo. Los sintetizadores replican la perturbación del vacío, enormemente explorada en el minimalismo de Nootropics, oscuridad, y allí, el detallismo, la exquisita conversación que las guitarras mantienen en la pulcritud de su reverberación (una de las principales virtudes de aquel lejano disco debut) complementado con el infaltable trabajo rítmico de Graham y Sanders y la andrógina voz de Hunter, que finalmente se animó a adentrarse en aquel primer plano al que siempre había pertenecido. Todo enaltecido con una lírica que lee desesperación pero es entonada de forma tal que abruma exactamente en dirección opuesta.
“To Die in L.A.” es la afirmación de la mariposa como tal. La celebración de su eficiente mutación y el despegue hacia los nuevos horizontes. Los primeros segundos de su composición conmueven en lo etéreo de todo lo que merece ser llamado hermoso para dar paso a la ineludible urgencia expresiva que terminará por definirlo.
A partir de este hito fundacional se erige el resto del disco, manteniendo los cánones de belleza e intensidad con los que supo endulzarnos la solemnidad de esa primer triada. Desde aquí en adelante, la banda explorará los límites y las posibilidades creativas de esta nueva configuración que han gestado, delineando sus contornos, enalteciéndola desde adentro. Así, se sucederán canciones que empujan con la urgencia interna de averiguar hasta dónde golpea esta nueva paleta de emociones, cada vez más difíciles de apartar. De ese fin se sirve la fortaleza de “Your Heart Still Beating”, la vigorosidad de “Electric Current”, la sensatez de “Quo Vadis” y la osadía de “Company”, para despedazar los sentimientos que entregamos con la certeza de que todo sirve para un bien mayor.
“I Am the Earth” es la infaltable reminiscencia al vacío existencialista que compaginaba el viejo sentir. La mariposa recuerda. Es a través de esta magnífica construcción donde homenajea todo lo que fue y donde siempre encontrará pertenencia. Su inmensidad conmueve como queja del alma, adolecer del espíritu, recuerdo de mortandad, del mismo modo en el que “Société Anonyme” propicia el empuje final del disco y termina con el engaño de que ciertas cosas que duran para siempre.
“Tenemos que dejar de ser gente miserable haciendo discos para gente miserable” fue, en palabras de Hunter, lo que motivó la partida de Lower Dens en el arduo camino a la “salida del mal”. Mal cuya verdadera identidad queda a merced de la necesidad del oyente. Escape from Evil es el resultado de esa necesaria operación de reinvención que se vale de la síntesis de sus propios elementos para arremeter hacia la trascendencia. Nuestro sentir, transformado en el transcurso de la proeza, es mero daño colateral frente a la grandeza de las intenciones que impulsaron la búsqueda, tan efímera como el más honesto de los placeres.
Lower Dens – Escape from Evil
2015 – Ribbon Music
01. Sucker’s Shangri-La
02. Ondine
03. To Die in L.A.
04. Quo Vadis
05. Your Heart Still Beating
06. Electric Current
07. I Am the Earth
08. Non Grata
09. Company
10. Société Anonyme