Vuelve la sueca favorita de muchos con el corazón partido entre sus manos y repartiendo una enseñanza no aprendida pero que necesita compartir: la melancolía musical de I Never Learn; su disco más reciente y producto de una ruptura emocional que la ubica como persona frágil y valiente a la vez.
Es esta nueva placa, tal como lo cuenta ella, la parte final de una trilogía que se inició con el “claro” Youth Novels (2008, LL) y su aire fresco de pop dulce al que le siguió el “gris” Wounded Rhymes (2011, Atlantic / LL) y su ambiente tribal. Es con el “negro” I Never Learn que retrocede en cuanto a sonidos pero no en cuanto a su composición. También se aleja de la imagen de ícono pop que se fue formando con los primeros discos y es que con esto resalta que quiere que la consideren una cantautora, en sí, más humana.
Bajo su propia producción, contando con el inseparable Björn Yttling (Peter Bjorn and John), logran mantener esos aires pop entre triste y dulce, casi fantasmal con el halo spectoriano que rodea las nueve canciones de este nuevo trabajo. Al ser un disco casi en total de corte clásico en guitarras acústicas y en baladas pop de índole depresivo, cuyo piano solo ahonda más esa sensación oscura, ciertos estados se levantan de la mano de Greg Kurstin (The Bird and The Bee) pero que no terminan de denotar demasiado.
La canción titular que abre el disco encierra el concepto general y va abriendo el corazón al resto de las emociones que propone la señorita Li, una apertura cuya guitarra acústica se debate entre esa atmósfera fantasmal, que va creciendo al tope de la voz en delay. “No Rest For The Wicked” sigue de forma hipnótica con aquella intro de pulsaciones de teclado programado que se torna lejano al elevarse la voz de Lykke Li junto con la percusión y las programaciones, todo un destacable (sino hay que escuchar la versión que tiene junto a A$AP Rocky). En el mismo nivel de sonido destacable esta “Silverline“, una balada de programaciones etéreas que se eleva con la voz de Li. Antes de eso está una balada de percusión emotiva de medio tempo: el ruego de entre sueños de “Just Like a Dream“. Una melodía triste, una guitarra acústica y la voz de Lykke Li al desnudo: así está conformada “Love Me Like I’m Not Made of Stone“, por momentos sucia pero debido a su estado lacrimógeno.
El post-rock se cierne sobre dos baladas continuas: la cursi “Never Gonna Love Again“, clásica pero que en la voz de la sueca se vuelve particular. Y la otra es la góspel “Heart of Steel“, cuyo coro te conmueve pero te eleva el alma. Cierra el disco con “Sleeping Alone” en un estado sombrio entre teclados, percusiones y programaciones que te hacen pensar en promesas vacías.
No me he olvidado la que para mí es lo más destacable: “Gunshot“: de seguro que aquí usa todos los recursos y dispara con todo, entre programaciones oscuras, percusiones que rompen en pedazos tu corazón. Es sin dudas, aquí, la parca quien canta “I am longing for your poison / Like a cancer for its prey” en lo que puede ser un velorio onírico. Así de desgarrador es este disco, tal como lo es el sentimiento de ruptura que destruye y crea a la vez. A mí me costó mucho revisarlo, escucharlo y poder escribir esto, es un disco muy triste pero evocador y por ende te puedo dar como advertencia de que si estás con el corazón roto o deprimido le des una oída pero no ahondes mucho en él o podrías hundirte con él. Pero eso sería un hermoso desliz que uno se tendría que permitir.
Lykke Li – I Never Learn
2014 – LL Recordings
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01. I Never Learn
02. No Rest for the Wicked
03. Just Like a Dream
04. Silverline
05. Gunshot
06. Love Me Like I’m Not Made of Stone
07. Never Gonna Love Again
08. Heart of Steel
09. Sleeping Alone