A medida que pasan los años, la posibilidad de que Morrissey saque algo como un “The Queen is Dead parte 2″ se aleja cada vez más, y a juzgar por sus últimos trabajos discográficos, cada vez es menos lo que podemos esperar. I Am Not a Dog on a Chain no es la excepción, lo que demuestra, una vez más, que Moz solista no es más que la suma de las partes que era The Smiths. ¿Podremos alguna vez separar a Morrissey de la banda que lo hizo quien es? Deberíamos. Su obra en solitario no se compara con los estándares artísticos que lograron las canciones del conjunto de Mánchester. Pero debemos celebrar que luego de tantas batallas (incluido su cáncer de esófago) siga creyendo en su arte y escribiendo canciones. Eso no es poco. Su nuevo disco tiene algunas cosas muy rescatables, además del hecho de que cada día cante mejor.
I Am Not a Dog on a Chain, su decimotercero álbum de estudio, mantiene la misma tónica que definió su obra: melodías rock & pop con la voz bien adelante, con ese fraseo tan característico que lo inmortalizó como uno de los últimos crooners vivos. Pero a diferencia de California Sun (2019) o Low in Highschool (2017), se trata de un disco más amable y divertido, y menos barroco en su composición. Un aire fresco sobrevuela a lo largo de las once canciones y los 49 minutos de duración. Las composiciones, siempre tan cargadas de palabras, se perciben más livianas, aunque algunas duren casi ocho minutos. Quizás se deba a la mano de Joe Chiccarelli, ganador del Grammy y productor del disco, quien a propósito ha declarado: “He producido cuatro álbumes para Morrissey y éste es el más audaz y aventurero hasta el momento.”
El álbum comienza con la electrónica “Jim Jim Falls”, digna de un disco de Kasabian producido por Underworld. En “The Secret of Music”, la voz de Moz vuelve a apoyarse sobre una base electrónica, un coqueteo entre máquinas que resulta en una de las canciones más extrañas de su discografía. Chiccarelli tenía razón: mucho riesgo. Nunca vamos a escuchar a Morrissey cantar reggeatón (esperemos), pero por una vez se animó a dejar su zona de confort. ¿Es I Am Not a Dog On a Chain el álbum más electrónico de Morrissey? Sí, lo es.
En “Bobby, Don’t You Think They Know?” participa la estrella de Motown Thelma Houston, y el teclado toma colores de la paleta de The Doors. Estos experimentos musicalmente, riesgosos tratándose de Moz, se repiten a lo largo del disco. Su intento por sonar contemporáneo a veces sale bien, a veces no (como las trompetas mexicanas de “Darlin, I Hug a Pillow”). Pero esas texturas audaces exponen la complaciencia y la comodidad que definieron sus últimos discos. La experimentación habla de un artista inquieto, siempre en movimiento, con ganas de probar nuevas cosas. ¿Acaso no fue siempre un provocador? Bienvenido sea entonces.
Morrissey se ha convertido en un referente social y en un crítico muy agudo de la realidad. Sus expresiones vuelven a encontrar un poderoso canal de protesta en las canciones. En “Love Is On Its Way Out” eleva la voz contra el maltrato animal: “¿Viste llorar a los niños con gases nerviosos? / ¿Viste a los tristes ricos cazando, derribando elefantes y leones?” En la canción que da nombre al álbum expresa su descontento con los medios de comunicación: “No soy un perro encadenado, uso mi propio cerebro / No leo periódicos, son problemáticos.” En “What Kind of People Live in These Houses?” mantiene la misma tónica: “Miran la televisión pensando que es su ventana al mundo.” A los 60 años, la postura de Moz parece estar enraizada más en una fe personal que en un deseo de ser relevante. Él solamente quiere decir que no es un bloody perro atado a una cadena. El plano contrapicado utilizado en la portada, con su rostro en primer plano y esa sonrisa sardónica tan característica, transmite poder, confianza y seguridad. Y lo sabe.
En los últimos años Moz ha estado más presente en los medios por sus declaraciones que por sus canciones. Sin embargo, I Am Not a Dog on a Chain es un trabajo musicalmente maduro y literariamente honesto de alguien siempre leal a sí mismo, que dice lo que piensa sin censura (“no veo ningún punto en ser amable” canta en un momento). Tal vez se encuentre medio perdido en el contexto musical de 2020 y sigamos soñando con una reunión con The Smiths, pero por ahora, este trabajo puede ser reconocido como su mejor obra en años.
Morrissey – I Am Not a Dog on a Chain
2020 – BMW
01. Jim Jim Falls
02. Love Is On Its Way Out
03. Bobby, Don’t You Think They Know?
04. I Am Not a Dog on a Chain
05. What Kind of People Live in These Houses?
06. Knockabout World
07. Darling, I Hug a Pillow
08. Once I Saw the River Clean
09. The Truth About Ruth
10. The Secret of Music
11. My Hurling Days Are Done