Push the Sky Away es el último trabajo de Nick Cave and the Bad Seeds, decimosexto álbum de la banda formada en 1984 por el compositor y novelista australiano, que en febrero de este año vio la luz bajo la difusión del sello propio Bad seed. El disco fue grabado en Francia, sin la participación del multiinstrumentista Mick Harvey, quien abandonó el conjunto en el año 2009.
En consonancia con muchos de sus trabajos anteriores, Nick Cave asume en esta ambiciosa producción la arriesgada y polémica tarea de trabajar con elementos como la crítica social, el miedo, el dolor y otros ejes temáticos que hoy podrían considerarse clisés (de allí su carácter polémico).
Si aceptamos la discutible interpretación del rock no sólo como música sino también como una propuesta estética, social y artística que a veces pretende poner en tela de juicio los consensos establecidos, entonces nos vemos obligados a ubicar la obra de Nick Cave en esta vieja escuela. Creo que coincidiremos en que el rock no fue el único ni el primer artífice de dicha propuesta, pero si alguna vez se integró a esa tradición contestataria fue porque la producción y la elaboración musical se fusionaron con un contenido lírico y poético que logró la adhesión de miles de jóvenes identificados con el rechazo a la moral convencional, razón por la cual es difícil, cuando hablamos de “rock” en formato canción, escindir la musicalidad del contenido profesado en las letras.
En este sentido, Push the Sky Away es sin dudas un disco que se inscribe en esa tradición, insistiendo en la crítica social sin por eso extraviarse en la verborrea chabacana. Las letras de Nick Cave, hay que reconocerlo, exceden los “límites” de lo que hoy llamamos rock. Pues es evidente que la calidad de su narrativa no abunda entre las composiciones de las bandas de alcance masivo, y por eso sus trabajos siguen siendo una apuesta al indie-rock subterráneo. El brillante ensamble logrado entre la sonoridad de las canciones y la simbología de las letras, rememora por momentos los climas de Radiohead y Portishead, con los siempre presentes ademanes atmosféricos de Leonard Cohen. Admirable conceptualidad lograda a lo largo de más de cuarenta minutos hilvanados en un viaje onírico e hipnótico.
El resultado final: un disco intempestivo, fuera de tiempo, donde las composiciones invocan la resignación ante eso que Cave señala en la estremecedora letra que abre el álbum, “We No Who U R”: “There is no need to forgive”. “And we know who you are. “And we know where you live”. “And we know theres no need to forgive”. “We go down with the dew in the morning light”. Cave intimida; evoca en cánticos la amenaza sublime, decorosa y paciente que aguarda “con el rocío en de la mañana” por su hora, por su momento de redención. Todas estas figuraciones son acompañadas con el suspenso propio que lo caracteriza: reverberación, delay, armonías convalecientes que vuelven una y otra vez; somnolencia, confusión, enemistades, paranoia y liberación. La pista que abre el disco define el porvenir conceptual del mismo, cuyo video, dirigido por Gaspar Noé, explicita aún más las lúgubres imágenes disparadas por la canción: un inhóspito bosque y una humana sombra que sugiere la ambigua existencia del sujeto; un personaje cuasi literario que, ausente a medias, representa la simbiosis entre soledad y reflexión, entre ser y no-ser en la angustia, palpitando el advenimiento de una profunda reivindicación de sí.
“Wide lovely eyes”, segunda canción, es una dulce despedida en medio de la calamidad. Guiños a Lou Reed, a Bowie y a un sutilizado post-punk. Nick Cave concluye esta maravillosa pieza diciendo “you wave and say good bye”.
“Water’s Edge” despliega una potencia lírica invasiva y poco modesta. Cave canta “reaching for the speech and the word to be hard”, “hard to be hard as they reach for the speech”, “and search for the world on the water’s edge”. La sonoridad continúa siendo densa pero en esta pista no hay júbilo. Una punzante melodía de cuerdas acompaña en clave árabe los descensos y ascensos que conjura la composición, dando la impresión de un viaje en bote en medio de una tormenta, donde los navegantes se encuentran “buscando la palabra en la orilla”, ahí en el límite, porque Cave mantiene el concepto en cada canción: siempre en el borde.
“Jubilee Street”, instante del embelesamiento, es un brillante manifiesto. Comenzando con una resbaladiza y perezosa guitarra que con intervalos se desliza entre armonías reflexivas, el clima inicial de esta canción expresa la calma que augura un gran acontecimiento. Dejando a la intensidad elevarse casi imperceptiblemente, a los dos minutos diecinueve segundos emerge el primer shock melódico, con la entrada de violas y violines de Warren Ellis, que vislumbran la epopeya venidera. Pero el éxtasis llegará recién a partir de los cinco minutos, con el ingreso de una guitarra eléctrica junto a un coro épico, casi litúrgico, luego de que Cave anunciara la asunción de ese gran acontecimiento mencionado: “I am alone now”. “I am beyond recriminations”; “I am transforming”. “I am vibrating”. “I am glowing”. “I am flying, look at me”. Es el espacio donde emerge la reivindicación de sí; dimensión donde la psicosis de Cave se compensa como nunca antes, encauzando una orgásmica y sombría redención. Al parecer, una parte de la letra fue suprimida del texto final, pero puede observarse en el video que la contiene una oración que todo lo explica: “I am an embryo eating dark oxygen”.
En “Mermaids” la intensidad desciende, aunque se sostiene la atmósfera catártica. La letra ya sugiere creencia y confianza. Algo similar ocurre en “We Real Cool” y también en “Finishing Jubilee Street”, canciones que contengan quizá las mayores referencias del disco al trip-hop oriundo de Bristol.
El disco finaliza con “Higgs Boson Blues” y “Push the Sky Away”, luctuosas creaciones donde el sonido recupera la somnolencia relegada en las pistas épicas. La oscuridad vuelve a la carga, acentuando el concepto del álbum: el borde, la ausencia, el rapto; la necesaria extensión de los límites, la apología de la creación y el esperado ascenso. Así lo afirma Nick Cave, con el particular talante de quien ha pasado “una temporada en el infierno”, cantando: “keep on pushing”, “Push the sky away”.
Nick Cave and the Bad Seeds – Push the Sky Away
2013 – Bad Seed Ltd.
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01. We No Who U R
02. Wide Lovely Eyes
03. Water’s Edge
04. Jubilee Street
05. Mermaids
06. We Real Cool
07. Finishing Jubilee Street
08. Higgs Boson Blues
09. Push The Sky Away