Prietto - Lluvia en La Cumbrecita

Prietto nos obsequió un disco muy especial, un acompañante para mirar por la ventana en soledad, atravesarla y sentirse parte del clima que propone Lluvia en La Cumbrecita. El escenario es el instrumento principal porque obtiene dentro de sí, sustitos que la alejan de las otras composiciones de Prietto. Pero también se acercan a la literalidad de su obra y a la naturaleza como fuente inspiradora. Los truenos y los pájaros pintan un amanecer gris; detrás del encuadre el verde de la montaña, y una caricia sonora llama a la reflexión.

Prietto tiene la habilidad de expresarse como se le antoje y hacer de un rato una emoción. Guitarra criolla y ambiente, nada más. La presencia de su voz tapa el verdadero canto, que se parte en destellos cuando las gotas rompen. En su disco junto a Poli, Boleros y canciones, comparte una canción junto a Andrés Calamaro llamada “Guitarras, lloren guitarras”. En relación al título, de esto también se trata Lluvia en La Cumbrecita.

Las canciones pasan unas a otras pero con una brisa leve que no permite subdivisión. El todo es más importante, ya que es un disco para tirarse y relajarse, un disco colega que ayuda a disfrutar una tormenta cuando más necesitás esconderte del sol que quema.

Quien inicie ahora en la discografía de Maxi Prietto tendrá muchos caminos por escoger. Es un músico que la quietud lo exacerba, pero sin perder la calma busca nuevas formas que lo conduzcan a la expresión. Su obra alberga psicodelia, blues, rock, boleros, punk, ambientes y mucho más; se ha mantenido prolífico durante su trayectoria y hasta hizo música para cine en El corral (2017). Ahora es el turno de hacer música para la naturaleza y dejar sentir su abrazo, delinear nubes con acordes y esbozar una razón para cerrar la ventana, apagar las luces y dejarse empapar.

Lluvia en La Cumbrecita es una teletransportación mental a un lugar lejos de todo caos. Un lugar que elige el cantante de Los Espíritus para llevarnos con un boleto de ida que dura poco más de media hora y cambiar el chip mecánico de la ciudad.