La trayectoria de Róisín Murphy dentro de la escena de la música electrónica europea es certera y constante. Como vocalista de Moloko se ganó un status de culto que le permitió aventurarse en una carrera solista fructífera, despojándose de ese titular molesto que la presentaba en sus inicios como “la ex cantante de” para pasar a ser conocida simplemente con su nombre y apellido. En el año 2005, su álbum debut, Ruby Blue, ya suponía un tímido distanciamiento de la mezcla de funk y house que caracterizaba a su pasado. Sin embargo, el verdadero cambio llegó durante el año 2008, momento en el que se asoció con EMI, una discográfica multinacional que se proponía convertirla en una nueva estrella pop de la mano de un disco tan sólido y excelente como lo fue Overpowered. Con un trabajo repleto de dance refinado y hedonista, tenía todo para triunfar y convertirse en la nueva excéntrica de la música popular, incluso antes del surgimiento de la figura de Lady Gaga. Si bien entre el publico indie alcanzó altas cuotas de popularidad, el mainstream no terminó de adoptarla y el experimento falló.
Frente a esa experiencia agridulce, Róisín decidió tomarse un tiempo, formar una familia y publicar singles de forma ocasional hasta que durante el año 2015 puso en marcha su comeback con Hairless Toys, su primer LP en 8 años. El disco suponía un distanciamiento radical del dance pop con el que había jugado años atrás, aventurándose en la experimentación con un house oscuro e intimista más acorde al after party que al frenesí de las pistas de baile. Su nuevo trabajo, Take Her up to Monto, está compuesto de composiciones surgidas de las mismas sesiones y por ese motivo puede considerarse, una obra continuista.
Con un tono mas luminoso que su disco anterior, Murphy parece incluso más encerrada en su mundo, llevando la experimentación más lejos. Es un trabajo conformado por composiciones que huyen obsesivamente de las estructuras, jugando casi de forma infantil con los límites del extremo y la paciencia del oyente en canciones que se despojan de la ilusión de coherencia y orden, comandadas solamente por su prodigiosa voz que navega estoica los innumerables cambios de climas y ritmos.
“Ten Miles High“, como single de presentación, condensa todo aquello que caracteriza esta última etapa de Murphy. Comienza con unos sintetizadores minimalistas, deudores de los Kraftwerk más pop mientras su voz soul te propone elevarte diez millas al cielo, creando una ilusión de escapismo que trasciende y conmueve. El tema evoluciona a un estribillo calmado con ecos de bossa nova para luego con una progresión sumamente pausada, permitir que las bases empiecen a descontrolarse dando espacio a un clímax que resulta de lo más estimulante. Si bien este juego marcado por el contraste de estilos y géneros es el leit motiv de Take Her up to Monto, decepciona que no siempre la huida de las estructuras y los convencionalismos esté expresada con la misma gracia que en este caso. En cortes como “Masterplan” y “Thoughts Wasted” las bases naufragan y se hacen repetitivas, las transformaciones ya no resultan tan excitantes. Caso contrario el de composiciones mas clásicas como “Lip Service” (abiertamente bossa) y la balada del final, “Sitting and Counting“, que conectan con la Róisín mas emocional y carnal de Moloko.
La riqueza de Take Her up to Monto reside no en su partes, sino en la suma de las mismas. Como obra, en su completitud, expresa, de forma mas evidente que nunca, la gran versatilidad de su voz y su impronta camaleónica para poder abordar un sonido tan esquizofrénico y distante con gracia y personalidad. Supone el trabajo de una artista que ya no se siente forzada a ser la nueva sensación de la música pop y que despojada de presiones decide crear un sonido único en un disco que asombra principalmente, por su valentía.
Róisín Murphy – Take Her up to Monto
2016 – Play It Again Sam
01. Mastermind
02. Pretty Gardens
03. Thoughts Wasted
04. Lip Service
05. Ten Miles High
06. Whatever
07. Romantic Comedy
08. Nervous Sleep
09. Sitting and Counting