Todos quisimos casarnos con Annie Clark cuando ella nos propuso hacerlo en aquel ya distante disco debut de 2007. Todos nos sentimos maravillados con la osadía de Actor, desafiante y extrañamente encantador, sólo para quedarnos atónitos ante la calidez de un disco tan brillante como Strange Mercy. Al hablar de un disco de esa magnitud, necesariamente invocamos a la perfección, y, sin embargo, todos ansiábamos escuchar St. Vincent, aquel trabajo que desde su homonimidad y apuesta visual (makeover incluido) se presumía ambicioso. Nos seducía el desafío, el juego de quien intenta derrocar lo que parece insuperable. Quisiera no generalizar tanto, pero realmente quisiera vivir en un mundo donde todas esas premisas fueran verdaderas.
St. Vincent, el alter-ego de aquella simple pero inmensamente talentosa Annie, no conoce el miedo. Existe en un mundo donde todo es autosuperación, y cree fervientemente, que no existe cosa que no se pueda dominar con la suficiente práctica y perseverancia. De hecho, su evidencia más fehaciente es la facilidad con la que puede ejecutar la “colgadita”, o rainbow kick, haciéndonos a todos cuestionar si de hecho podría haber triunfado en una carrera futbolística de sólo habérselo propuesto.
Pero no, podemos agradecer a cualquier deidad que la obsesión de Annie desde los 12 años en adelante, ha sido la guitarra, y ciertamente: la insaciable necesidad de empujar sus propios límites. Algo que ha de manejarse con cautela, pero sobre todo con mucha sabiduría. Hoy, con siete años de seguir reforzando su lugar en el rubro, la confianza deja de ser una aliada para convertirse en una buena amiga: “I have more of a clear sense of what´s right for me musically now”, compartía a Pitchfork días atrás, y, oportunamente, es éste el punto en el que emerge su cuarta y más ambiciosa obra: St. Vincent.
Quizás resulta evidente, dentro de lo que intenté esbozar en los párrafos precedentes, que esto se encuadra en el mero funcionar de Clark, donde todo es evolución y cada disco es una nueva oportunidad de renacer, de “reinventar”, con el suficiente tacto como para evitar alejarse de los matices donde ella sabe desenvolverse de la mejor manera. Se conoce, y sin embargo, le fascina encontrar esos mágicos momentos donde todavía logra sorprenderse a sí misma, y, por añadidura, a nosotros.
Permítanme seguir generalizando, y decir que es eso exactamente lo que produce el inicio de “Rattlesnake”, la punzante y enérgica manera en que la que St. Vincent le da inicio a su disco homónimo. Poderosa, contundente, tal como la magnífica “Birth in Reverse”, canción que de alguna manera ilustra por qué la oriunda de Dallas se refiere a éste, su cuarto disco, como: “a party record you could play at a funeral”.
La intensidad con la que fuimos bienvenidos no desciende; se acentúa en los brazos de “Prince Johnny”, una de las propuestas más desafiantes de Clark hasta la fecha. Dentro de la misma línea se encuentra la solemne “Huey Newton”.
“Digital Witness” es aquella que nos demuestra que todo en el mundo de St. Vincent es aprendizaje, pues es la canción que más nos remite a Love this Giant, el pintoresco disco que realizó de manera colaborativa con el gran David Byrne hace casi dos años.
El disco se dota de notable profundidad con la conmovedora “I Prefer Your Love”. Con un statement provocador, emotivo, Annie le canta a su madre (a quien casi pierde el año pasado), que ella prefiere su amor, sobre Jesús. St. Vincent, es más fuerte líricamente que cualquiera de sus predecesores, lo que de alguna manera evidencia que Clark puede advertir sus debilidades y remediarlas. Y aunque esto parezca un punto sin retorno, no creerían la facilidad con la que “Regret” nos revitaliza y acerca a esa frescura con la que fuimos seducidos en un primer momento.
Remitiéndonos inevitablemente a los escenarios que planteaba Strange Mercy tres años atrás, “Psycopath”, “Every Tear Dissapears” y “Severed Cross Fingers”, funcionan de manera espontánea en la creación de ese placer tan benigno al que al cabo de cuatro discos (cinco con David) nos acostumbramos a dejarnos llevar. Esta última, cerrando el disco con especial sensibilidad.
St. Vincent, es deslumbrante. Es una osada propuesta que permite completar esa búsqueda que empezó años atrás, donde quizás todo era más simple e ingenuo, aunque siempre genuino, y repleto de ese potencial que hoy encuentra su máxima expresión. Altos estándares, siempre que sean abordados con la suficiente madurez, conducirán instintivamente a la superación, y ésta es la norma que rige el mundo de Clark. Complementarlos con ese inmensurable amor que siente hacia lo que hace, brinda un resultado que no puede distar de la grandeza.
St. Vincent – St. Vincent
2014 – Loma Vista
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01. Rattlesnake
02. Birth In Reverse
03. Prince Johnny
04. Huey Newton
05. Digital Witness
06. I Prefer Your Love
07. Regret
08. Bring Me Your Loves
09. Psycopath
10. Every Tear Disappears
11. Severed Crossed Fingers