Cuando uno piensa en matrimonios de músicos la asociación fácilmente lleva a Thurston y Kim, Win y Régine, o por qué no Jay-Z y Beyoncé. Cuesta un poco más pensar en uno como el de Patrick Riley y Alaina Moore. Quizás porque imaginar su tiempo libre no causa la misma excitación o intriga, o porque escuchando lo que hace un par de años nos brindan como Tennis, sospechamos que sus aventuras no exceden viajes en veleros o intensas fiestas de té. Los límites de mi mente llegan a representar noches de juegos de mesa junto a Zooey Deschanel y Ben Gibbard previas al divorcio de estos (seguramente estuvieron igualmente devastados con ese episodio).
Todo esto es siempre visto de una manera amorosa y pintoresca, nunca con ánimos de desmerecer a una banda que ha sabido llenarme el corazón de ternura, por lo menos en el largo de cada una de sus producciones.
Desde que empezaron esta proeza con aquel sencillo Cape Dory en 2011, han mantenido una insospechada constante de disco por año digna de admiración. Sobre todo considerando el enorme crecimiento musical que puede apreciarse entre cada uno de sus trabajos, más allá del escaso tiempo divisorio entre cada uno.
Lo que los datos anteriores nos permiten deducir, es que Ritual in Repeat es el cuarto disco de Tennis, (tercer LP) y que, tal como sus predecesores, implica evolución. La operación que se agrega en este caso es la de pérdida.
Ha pasado un tiempo desde que el (ahora) trío, se separó del lo-fi que caracterizaba sus primeros esfuerzos. La riqueza de sus canciones estaba en otro lugar, lugar que supieron explotar cada vez con más atención y delicadeza. Desde el fantástico Young and Old (2012) su música se ha enriquecido con mayor énfasis en los procesos de producción. El mérito, que antes era de Patrick Carney (productor de Black Keys) es ahora de Jim Eno (productor de Spoon).
Ritual in Repeat evidencia el énfasis de sus creadores con pasajes limpios, pulcros, directos y animados. La destreza al momento de confeccionar las canciones (que respetan al pie de la letra el formato-canción tradicional) siempre fue su principal virtud. Una de las partes más intrincadas del proceso compositivo es lograr un resultado que aparente ser naturalmente simple, fresco y aun así conmovedor y Tennis ha sabido lograrlo una facilidad envidiable.
Es aquí donde flaquea la cuarta producción de la banda que, aunque gane en complejidad, pierde en cercanía, en sentimiento. Ritual in Repeat no genera esa calidez inherente a discos anteriores de Tennis, la búsqueda es otra. Quizás porque pretende separarse de las concepciones que califican su sonido de naif, superficial o ingenuo sin tener en cuenta que, en su caso, nunca van a ser recriminatorios. Las canciones del nuevo disco son ricas en matices, hermosa en detalles y evidentemente más pensadas, pero se separan de ese tacto armónico y bondadoso al que aludía en un primer momento.
Mi entusiasmo previo hacia el disco provenía de pensarlo como un más amplio desarrollo de aquel sobresaliente EP que sacaron a fines del año pasado: Small Sounds. Es aquí donde creo que el sonido de Tennis llegó a su punto más álgido, con canciones igual de tiernas y enamoradizas que las primeras, elevadas con una riqueza instrumental que obligaba al asombro. Ritual in Repeat se encuentra en una línea ciertamente disímil a su predecesor, a pesar de que toma prestado uno de sus temas más importantes (“Timothy”) y que parezca estar inspirado en la joya de aquel trabajo: “Cured of Youth”
Así, ambientes de sobriedad inocua (“Night Vision”, “Bad Girls”, “Wounded Heart” o “This Isn´t My Song”) se mezclan con otros un tanto festivos, que indudablemente rescatan lo mejor del disco: “Never Work for Free”, “Viv Without the N”, “Needle and a Knife” o la más entretenida de todas: “I´m Calling”. En estos momentos es inevitable la reminiscencia a bandas disco ochenteras, y es destacable la manera en que dichos elementos se complementan, casi mimetizándose con el pop más puro generando esta especie de híbrido de goce inevitable.
Así, Ritual in Repeat, contrariamente a todo lo que podría sugerir su título, es un disco de ruptura, no de repetición, del mismo modo que Small Sounds significó paradójicamente el epítome sonoro de la banda. Más allá de la lejanía a los elementos que le daban a Tennis su impronta esencial, representa un crecimiento imposible de pasar por alto, teniendo en cuenta que ésta vez, la búsqueda fue otra. Restará ver cuál es el próximo paso del trio, que parece cada vez más desenvuelto en el quehacer de su música.
Tennis – Ritual In Repeat
2014 – Communion
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01. Night Vision
02. Never Work for Free
03. Needle and a Knife
04. I’m Callin’
05. Bad Girls
06. Timothy
07. Viv Without the N
08. Wounded Heart
09. This Isn’t My Song
10. Solar on the Rise
11. Meter & Line