Hay quienes gustan exageradamente de las sorpresas. Claro que éstas a veces pueden resultar ingratas, pero cuando son buenas producen una alegría multiplicada. Su principal aspecto positivo es que no permiten la formulación de prejuicios o ilusiones. Se podría decir que por eso aseguran una recepción enteramente transparente. Al tratarse de música, la llegada de nuevo material de un artista que apreciamos mucho siempre es una noticia agradable. Más aún cuando esto se da de forma inesperada, como ocurrió con el más reciente EP de The Strokes, Future Present Past (2016, Cult Records).
Si bien circulaban rumores y fotos de la banda grabando en estudio, el develo de las nuevas canciones cayó como un baldazo de agua fría –uno gratificante, de esos que ansiamos en los días de calor que ahora parecen tan lejanos. Quizás era ese el efecto que los neoyorquinos que deslumbraron al mundo esperaban y lograron generar. Una ansiedad repentina sumida en un desconcierto cargado de emociones. Al plantearlo de esta forma, se ahorraron en gran medida las presiones y expectativas previas. No por completo, claro, porque de la misma forma en la que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, un gran talento conlleva el deseo de seguir en la misma línea, satisfaciendo lo mejor posible a los fans. The Strokes, con esa inteligencia que los caracteriza, lograron resolver el problema de una forma elegante: con una breve pieza que pudiera dejar contentos a todos. Future Present Past es exactamente eso que se plantea con el simple ejercicio de leer su título y escucharlo. Si queríamos tener una pista de cómo sonará la banda en su próximo disco de estudio, allí está. Si queríamos saber cómo suenan ahora, allí está. Si la nostalgia nos carcomió y queríamos sumergirnos en aquellas viejas melodías de principios de siglo, allí está. No debería haber lugar para reclamos ni quejas.
El EP comienza desde sus primeros segundos con una base musical que nos invita a subir las escaleras que nos llevarán a un viaje revoltoso con una temporalidad entrecruzada. Así como la historia no es lineal sino cíclica, el futuro, el presente y el pasado se mezclan para dar lugar a una combinación interesante. “Drag Queen” es la oscura canción que abre el disco y nos muestra aquello a lo que tenemos que apostar musicalmente, pero con una actualidad explícita que denota que la producción del material no fue por un mero impulso artístico sino que además los neoyorquinos tenían algo para decir. No es la primera vez que The Strokes manifiesta opiniones políticas, pero en esta ocasión la declaración es contundente: “ I don’t understand/Your fucked-up system/Miss/This sinister city/Try to sell the water/Try to sell the air/Try to sell your daughter/Try to sell her hair”. Y por si la voz despreocupada de Julian Casablancas no permitió comprender del todo lo que intentaba expresar, el futurístico video (una magnífica creación animada del argentino Gustavo Torres) que acompaña el tema incluye su letra para dejar las cosas bien claras. Los instrumentos se ensamblan de forma precisa y armoniosa en los tiempos exactos para dar lugar a una composición prolija que explota justo después de los gritos desaforados –que sin embargo no resultan molestos-, con una energía que parecería ser la invitación a un épico pogo en su versión en vivo.
Un riff eléctrico y con destellos de melodías orientales da inicio a la desafiante “Oblivius”. El juego seductor entre las guitarras de Valensi y Hammond Jr. –definitivamente lo mejor del tema- se apoya en una suave base de bajo que de la mano de Nikolai Fraiture agrega un condimento humilde pero infaltable a la composición. Si queremos entender por qué esta canción es la más actual, basta con prestar atención a las claras y recientes influencias que se dejan descubrir a lo largo de su lento desarrollo. La voz de Casablancas recuerda a su último trabajo con The Voidz entre susurros –también presentes en Comedown Machine (2013, RCA)- y un falsete que corona el estribillo. Esta reminiscencia al tiempo cercano también aparece pasada la mitad –más precisamente en el tercer minuto-, en los ritmos galáctico-espaciales que se vinculan inevitablemente a Daft Punk, banda con la que Julian colaboró por allá en el 2013 para crear la bella “Instant Crush”. Una interesante pieza fruto de la madurez personal de cada uno de los integrantes de The Strokes. El remix de Fabrizio Moretti –sin desmerecer su talento-, que da cierre al EP, no aporta demasiado más que la esperanza de escucharlo de fondo en un boliche de música mainstream cuando recién comienza la noche.
Es finalmente en “Threat of Joy” donde la alegría nos recibe de una forma nostálgica, logrando como resultado una sonrisa ininterrumpida y una invitación a bailar de forma inocente. La frescura veraniega nos devuelve a los Strokes juveniles de sus primeros discos de estudio, en la línea ascendente que llegó a su climax en First Impressions of Earth (2006, RCA). Esta canción bien podría haber encajado como un b-side de sus años dorados. Obviando el extraño remix del baterista, podemos decir que el EP cierra con la ligereza pacífica y sensual de aquel pasado despreocupado.
Ciertamente Future Present Past no logrará, a pesar de reunir todas las precauciones, ser un escudo impenetrable para las críticas. De hecho, a menos de un mes de su lanzamiento, nos atrevemos a confirmar que, como todo aquello que hace The Strokes, logró su controversia. Sabemos que en unos años quedará enterrado bajo las mejores producciones de una de las últimas bandas que marcaron un punto de inflexión en la música. De todos modos, no podemos negar que este EP es un regalo. Uno extraño, sincero y hasta quizás sobrevalorado. Pero que ante una larga abstinencia, merece ser agradecido e infinitamente celebrado.
The Strokes – Future Present Past
2016 – Cult Records
01. Drag Queen
02. OBLIVIUS
03. Threat of Joy
04. OBLIVIUS – Moretti Remix