Tori Amos no tiene el reconocimiento que merece. A pesar de su influencia en la cultura pop y su constancia a lo largo de 22 años, la pianista ha sido objeto de comparaciones vagas a Kate Bush, mofada por su excéntrica personalidad, o peor aún, relegada a mera nostalgia noventera. Lo que es bastante injusto, considerando todas las puertas que abrió para la camada de artistas femeninas de la generación X cuando surgió en 1992: desde informar el enojo público de Alanis Morissette, al uso del teclado como instrumento primario que emplearía luego Fiona Apple y tantos más. Y justo cuando parecía posible encasillarla bajo determinada etiqueta (otra singer-songwriter, otra chica-y-su-piano), ella sorprendería con un disco techno que integra una banda de rock como es From the Choirgirl Hotel; con un cover de Eminem; o hasta reinterpretando a Satie y Schubert para un ciclo de música clásica. Incluso hoy sigue vigente el influjo de Amos, evidenciado tanto en las teclas de Regina Spektor, como en el sonido vanguardista bañado de reverberación de St. Vincent, y las narrativas casi mitológicas de Joanna Newsom.
Pero por sobre todas las cosas, lo que caracterizó a Tori Amos fue su cruda honestidad. Su debut, el aclamado Little Earthquakes, se revelaba a sus oyentes como un diario personal con confesiones autobiográficas sobre adolescencia, inseguridad, rupturas de relaciones, ostracismo social y culpa religiosa producto de tener un padre ministro. Si eso parece poco, su primer single “Me and a Gun” era una crónica a capella de la violación que sufrió. Uno de sus temas podía ser sobre masturbación femenina, otro sobre el dolor sin precedentes de un embarazo perdido; y todo escrito con una prosa poética y metafórica, que desafiaba a la opresión patriarcal y eclesiástica en lugar de caer en la victimización. Y sumado a su approach confesional, Tori toca el piano como los dioses.
Sin embargo, en algún punto de mediados de los 2000’s, la cantante norteamericana pareció haber templado su intensidad y comenzó a lanzar LPs algo decepcionantes, inconsistentes y definidos por conceptos flojos. Lo que hace que reencontrarla en el 2014 con Unrepentant Geraldines (su último álbum de estudio y la entrada nº 14 en su discografía) sea algo tan emocionante. Este trabajo está conformado por sus primeras composiciones originales en cinco años, y es claro que este lapso le permitió surgir con canciones que están a la altura de su enorme talento y legado.
Unrepentant Geraldines parece sintetizar todo lo que su autora ha realizado hasta la fecha, pero manteniéndose una entidad enteramente propia. Su experimentación remite a To Venus and Back; las baladas a sus comienzos; el single medio folk “Trouble’s Lament” y el opener “America” parecen salidas de Scarlet’s Walk. El resultado es una sumatoria de estilos muy diversos, melodías complejas y bien pulidas, un comando insuperable del instrumento, y una gran riqueza en texturas.
Pero son los momentos despojados de todo excepto del piano y su impecable voz que constituyen los platos fuertes de Unrepentant Geraldines. “Selkie” recuerda a sus fantásticos b-sides de los 90’s, el track homónimo cuenta de un solo increíble, y “Oysters” e “Invisible Boy” son dos de las mejores canciones que ella ha escrito hasta la fecha. La única que se siente fuera de lugar en el contexto de lo que vino antes y le sigue después es “Promise” (un dueto de Tori con su hija Tash que no estaría fuera de lugar en The Voice), pero es inofensiva y no le sustrae nada al producto final.
Temáticamente, el disco fue inspirado por las pinturas de varios artistas visuales como Cézanne y Maclise; y está repleto de reflexiones sobre el envejecer: desde el ingreso de su hija a la pubertad, hasta sus propias inseguridades tras haber cumplido 50 años. “16 Shades of Blue” repasa las dificultades que deben enfrentar las mujeres en el ámbito tanto personal como laboral debido a su edad. Se trata de Amos haciendo lo que hace mejor: lograr intimidad abriéndose por completo y siendo honesta, pero ahora desde un lugar mucho más maduro. La joven que le lloraba a Jupiter en 1996 recibe hoy guiños de él en “Wedding Day“, y ese es sólo un ejemplo de muchos.
Es curioso que Tori Amos haya encontrado inspiración en envejecer cuando, como artista, ella suena más rejuvenecida, relajada y fresca que nunca. Unrepentant Geraldines es su mejor álbum en más de una década, y otra prueba de lo amplia que es su paleta sonora.
Tori Amos – Unrepentant Geraldines
2014 – Mercury Classics
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01. America
02. Troubles Lament
03. Wild Way
04. Wedding Day
05. Weatherman
06. 16 Shades Of Blue
07. Maids Of Elfen-Mere
08. Promise
09. Giant’s Rolling Pin
10. Selkie
11. Unrepentant Geraldines
12. Oysters
13. Rose Dover
14. Invisible Boy
15. Forest Of Glass