A medida que el rock evolucionaba como género, Bruce Springsteen fue uno de los estandartes en materia de composición gracias a su sensibilidad y perspicacia. Con su distintiva aspereza, “The Boss” supo retratar los escenarios urbanos y salvajes de las calles norteamericanas. Aunque pudo conocer de cerca a los más grandes exponentes que aparecían con propuestas llamativas, Springsteen pensaba que había una banda que no estaba recibiendo el crédito que merecía.
Según recuerda Far Out Magazine, después de ver a los Beatles en su mítica presentación en el show de Ed Sullivan, Springsteen sintió que su verdadera vocación era la de formar una banda. Sin embargo, y a pesar de que John Lennon y compañía habían marcado el camino de muchos jóvenes artistas, Bruce sentía un cariño especial por los Rolling Stones.
A pesar de que la banda pasó a la historia por sus riffs maliciosos y sus travesuras salvajes, Springsteen siempre se sintió atraído por sus canciones. En comparación con sus contemporáneos, Springsteen consideraba que la música del grupo era injustamente pasada por alto, diciendo durante un concierto en Nueva Jersey: “Esta es la última de las bandas de rock and roll. Combina eso con el cancionero más subestimado de la historia del rock, y los Stones siempre se han destacado por encima de su competencia. Todavía lo hacen“.
Con el paso de los años, y de los discos, los Stones llegaron a ocupar el trono de leyendas indiscutidas del rock. El dúo compositivo formado por Mick Jagger y Keith Richards fue responsable de algunas de las canciones más icónicas del género como por ejemplo “(I Can’t Get No) Satisfaction”, “Gimme Shelter” y “Symphaty For The Devil”.