A Certain Ratio fue una de las bandas pioneras del post punk allá por los comienzos del género en la década de los 70. La agrupación agitó el tablero de la escena de Mánchester que en aquel momento se había convertido en un epicentro cultural, volcán que en su erupción arrastraría la revolución musical más trascendente de la década de los 80.
Hablar de post punk en esa época significaba hablar de Factory Records, el emblemático sello que albergaba otras bandas hoy legendarias como Joy Division, Cabaret Voltaire, New Order y Happy Mondays. Tony Wilson, fundador de la discográfica, fichó a A Certain Ratio para el compilado titulado The Graveyard and the Ballroom (1980) que puso al grupo en una escalada creciente que continuó con los álbumes To Each (1981) y el flamante Sextet (1982).
Quedando raro entre los raros, A Certain Ratio se hizo espacio entre la vorágine del underground con una estética oscura comparada frecuentemente a la de Joy Division, pero su originalidad se significó al combinar elementos multiculturales en una osadía completamente novedosa. La banda tomaba elementos de géneros dispares como el punk, el jazz, el funk, el industrial, la música dance, y los ritmos brasileros, para hacer de esta fusión su etiqueta de culto. Los discos de la banda conjuraban atmósferas asfixiantes con una liberación tribal en la pista de baile por medio del trance de su enérgico groove y sus paisajes hipnóticos.
Tras los doce largos años que nos separan de Mind Made Up (2008), el trío conformado por el bajista Jez Kerr, el trompetista y guitarrista Martin Moscrop, y el baterista Donald Johnson, publicó su undécimo álbum de estudio a través del sello Mute. Pero esta infatigable ausencia no es algo insólito para la banda ya que es el mismo bache temporal de su antecesor, Change the Station (1996). El paréntesis entre los discos de A Certain Ratio guarda un cincuenta por ciento de experimentación y la otra mitad de nostalgia. ACR Loco (2020) revela la destreza ecléctica de sus raíces con una poderosa acentuación en las nuevas tecnologías, teniendo como resultado un álbum que, en palabras de Kerr, “es la culminación de todo lo que hemos hecho”.
¿Qué sentís al publicar un nuevo disco con la banda después de 12 años?
Es muy excitante para mí, de verdad. Pasó mucho tiempo para nosotros, pero estuvimos profundamente trabajando en conciertos durante todos estos años. Algo que también es muy importante para la banda, mantenernos en movimiento y sentir la conexión con nuestro público. Todas estas emociones vividas nos dieron el ímpetu para decidir grabar otro álbum y sentir que podíamos hacer algo genial reuniendo todo lo que absorbimos durante años.
¿Cómo fue el proceso de producción? ¿Qué cambió en ustedes con el paso de los años?
Lo más importante que aprendimos es que cuanto más intentas controlar las cosas, menos fresco y vital es. Pero lo que te puedo asegurar es que ahora nos estamos divirtiendo mucho más que antes. Porque si lo estás haciendo y no te estás divirtiendo, es algo que luego se notará en los shows. Tiene que ser algo natural y ese aspecto se refleja en la música. Claro que lo disfruté cuando era joven y estábamos dando nuestros primeros pasos, porque todo era completamente nuevo y emocionante. Pero aprendimos que hay que buscar esa frescura, porque es una parte esencial de lo que hacemos.
¿Cuánto afectó la pandemia esta etapa?
Absolutamente nada. Teníamos todas las canciones grabadas antes de que empezara toda esta catástrofe. Por suerte, sino hubiera sido algo muy pero muy difícil de llevar a adelante.
Es un disco ecléctico, hay canciones más bailables como “Yo Yo Gi” y otras más suaves como “Always In Love”. ¿Cómo trabajaron los contrastes del álbum?
La gente que dice eso planifica las cosas. Pero realmente si observás todo nuestro material, vas a encontrar que todas las cosas que están en ACR Loco ya sucedieron antes. El groove, el estilo, todo está en ACR Loco con cierto sentido del humor. Así que este último disco también es algo que probamos a lo largo de los años y nos las arreglamos para conseguirlo sin una planificación real. Discutimos la forma en que escribimos, nos juntamos, debatimos ideas y luego grabamos algunas improvisaciones.
Otra de las canciones del nuevo álbum se llama “Berlin”. ¿Qué significa esta ciudad para vos en un sentido musical?
La comunidad artística es una comunidad muy fuerte. Cada vez que estuve allí hubo una buena relación. En Berlín la gente se parece a la gente de Mánchester. Apasionados y preocupados por la música. Todo eso se siente con mucho poder.
A lo largo de su trayectoria publicaron varios discos y muy distintos unos de otros. ¿Cuál es el álbum por el que hoy te sentís más orgulloso?
No es para sonar complaciente ni nada de por el estilo, pero el álbum que hoy más me representa es ACR Loco, sin lugar a dudas. Pero si tu intención es saber cuál es mi disco favorito de la banda, es Sextet. Todos tienen algo especial, pero Sextet me hace sentir muy orgulloso. Lo produjimos nosotros mismos y contamos con un excelente ingeniero de sonido como Phil Ault. En Sextet realmente capturamos el espíritu de lo que estaba sucediendo entre nosotros y queríamos transmitirle al público. Tuvimos un mes para grabarlo y creo que teníamos solamente dos o tres canciones cuando fuimos al estudio. El resto lo escribimos todo directamente ahí. Es un disco que lo ponés hoy y sigue sonando fresco.
En los 80, Mánchester fue la cuna de un montón de propuestas musicales poderosas y diversas. ¿Cómo ves la escena local en la actualidad?
Hay muchos grupos jóvenes que realmente valen la pena, lo que hacen es muy interesante. Además hoy en día gracias a internet podés acceder a muchos tipos de música diferente muy fácilmente. Lo triste es que en estos tiempos la gente no tiene dinero y los discos ya no se venden. La gente no compra, descarga, por lo que los artistas no reciben nada. Es lamentable y no se puede culpar a nadie. Antes era diferente y un poco más saludable. Cuando estábamos en los 80, teníamos un equipo de personas que nos apoyaban y la gente todavía compraba discos porque podían acceder a ellos. Hoy a los músicos no se les paga y eso afecta en el futuro, ya que para muchos la música se está convirtiendo más en un pasatiempo que en una forma de vida. Muchos músicos saben que siempre tienen que tener otro trabajo para poder mantenerse y seguir en este camino.
Tantos años después, ¿qué reflexión te traen los viejos tiempos de Factory y la revolución musical que se vivió en aquellos años?
Fue un momento increíble, empezamos viendo bandas como Sex Pistols y The Clash, se podía percibir la energía que salía de los escenarios. Y en Mánchester explotó la curiosidad por hacer cosas nuevas e impactantes. Era como una industria artesanal. Tuvimos suerte y estamos orgullosos de haber formado parte de Factory, porque creó una escena con bandas alucinantes. Factory lograba que tocaran Joy Division, Orchestral Manoeuvres in the Dark y A Certain Ratio en diferentes clubes y a veces todos juntos. Éramos como una gran familia. El primer disco del sello lo hicimos físicamente nosotros mismos, algo bastante cansador de hacer, pero hicimos mil copias. En estas solíamos escribir pequeñas notas diciendo “Joy Division es una mierda” o “ACR son geniales”, solo para divertirnos, no había mala intención.
Es sabido que eran los favoritos de Tony Wilson. ¿Cómo empezó la relación con él?
¡Tony nos adoraba! Fue nuestro mánager durante la primer etapa de la banda. Pudimos grabar To Each en Nueva York porque él utilizó el dinero que recibió después de la muerte de su madre para eso. Nosotros lo conocíamos de verlo en la TV y fue Rob Gretton [mánager de Joy Division] el que le insistió a Tony para que nos hiciera tocar en el Russell Club. Inmediatamente después de que terminamos el show, apareció como loco en los camarines y nos dijo que hiciéramos un single.
Si bien A Certain Ratio siempre se caracterizó por hacer dialogar géneros completamente distintos, lo que más descolocó al público en sus inicios fueron sus influencias de la música brasileña. ¿Cuáles son los orígenes de esta combinación?
Definitivamente. Siempre intentamos empaparnos de todo tipo de sonidos y hacer que nuestra música no encaje en ningún lado. Empezamos con los ritmos brasileños en 1980 y la gente siempre se sintió desconcertada, pero luego de unos segundos ya estaban bailando al ritmo de la percusión. Descubrimos varios cantautores que nos fascinaron como Hermeto Pascoal, Milton Nascimiento y Moraes Moreira, que nos abrieron el camino a los sonidos de Latinoamérica que fueron muy importantes para nuestra identidad a lo largo de nuestra carrera. Porque si hoy escuchás una canción como la que cierra nuestro último disco, “Taxi Guy”, tiene ese mismo ambiente brasileño y han pasado décadas desde que lo venimos explorando.
Tomalo como un reproche, pero en más de cuarenta años nunca vinieron a Argentina. ¿Hay posibilidad de que eso suceda cuando las condiciones estén dadas?
Definitivamente, cuando las cosas vuelvan a la normalidad y que la gente empiece a salir y a reunirse, estoy seguro de que vamos a ir a Argentina. Es un deseo que tenemos que hacer realidad cuanto antes.
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